Como he dejado claro en más de una ocasión, Joel Schumacher no es santo de mi devoción pero, sin embargo, tiene algunos títulos que han llegado a engancharme. Uno de ellos es Un Día de Furia, una historia urbana y extremadamente violenta que muchos, de manera equivocada, han querido tildar de fascista.
Y digo equivocadamente porque Un Día de Furia nos habla de una situación límite, la que vive William Foster, un tipo de carácter violento, con problemas en su entorno laboral y con la imposibilidad legal de aproximarse a su hija pequeña. La cinta de Schumacher nos muestra lo que le ocurre a este personaje, interpretado magníficamente por Michael Douglas, cuando aparece esa maldita gota que acaba por desbordar el vaso. La gota, en esta ocasión, es uno de esos atascos automovilísticos monumentales que vive la ciudad de Los Angeles, durante una mañana en extremo calurosa, y en la que nuestro hombre se encuentra atrapado en el interior de su coche. El aire acondicionado ha dejado de funcionar, el ensordecedor ruido de centenares de bocinas incordiantes no ayudan en mucho a su pasajera crisis de ansiedad y, para rematar su agobio, una maldita mosca se apodera del interior del vehículo. El vaso acaba de desbordarse.
A partir de este punto, el tal Foster iniciará, a pie, una odisea surrealista por los suburbios más desamparados de una ciudad en la que conviven, en constante tensión, todo tipo de razas y culturas. Una ciudad en la que la rabia y la tensión de sus habitantes se cristaliza en cada una de sus esquinas. Él sólo tiene un objetivo: llegar al domicilio de su ex esposa para ofrecerle un pequeño obsequio a su hija en el día de su aniversario. Pero esa ruta, sofocante y laberíntica, se verá plagada de mil y un obstáculos que lo acabarán convirtiendo, contra su voluntad, en el enemigo público número uno.
La caza del ratón acaba de empezar. Y, en el otro lado de la moneda, un amargado policía, en el mismo día de su jubilación (un excelente Robert Duvall, como casi siempre) y marcado por un trauma familiar, será el elegido para frenar el avance de la fiera desbocada. Un excelente homenaje al western más clásico hará aparición en Un Día de Furia cuando el gato y el ratón, finalmente, se enfrenten cara a cara.
Tras la película de Schumacher no hay ninguna coartada extremista. Tan sólo se trata de una clara disección de una sociedad histérica y estresada, maltratada por los poderes fácticos, en la que cualquier mínimo detalle puede acabar por deshumanizar al más cabal de todos. De hecho, en esa especie de vídeo-juego en el que se verá inmerso su protagonista (y que a cada salto de pantalla irá recogiendo más y más armamento), éste demuestra su total aversión y repugnancia por el personaje interpretado por Frederic Forrest, un acérrimo adulador de la figura de Adolf Hitler y propietario de una tienda de objetos castrenses, con el que coincidirá cuando decida cambiar sus viejos zapatos agujereados por un par de botas militares.
La ampulosidad visual con que Schumacher, en general, aborda sus films, no está tan exagerada en esta propuesta. El cineasta demuestra su conocimiento a la hora de filmar las escenas de acción y violencia, sin andarse por las ramas y sin recurrir a adornos triviales para aliñar su historia. Sabe centrarse en lo que cuenta. Habla de personajes marginados y de perdedores, pues tanto Douglas, como su ex mujer y el policía, se han visto atrapados en las redes de una sociedad maquiavélica y sucia, en donde lo que menos importa es el bienestar del ciudadano de a pié. Y la fábula le queda redonda, a pesar de beatificar demasiado la conducta del detective. Pero, ya se sabe: es cine americano. Y la dualidad del bien y del mal ha de quedar patente de algún modo, aunque cazador y cazado, en este caso, estén viviendo un infierno personal.
Está claro que las historias urbanas, y un tanto desquiciadas, le van bien a la mano desmesurada de su realizador. En ellas, calma un tanto su histrionismo visual y se centra más en el dibujo de sus personajes que en su pomposidad habitual. Otra buena muestra de ello es la excelente y concisa Última Llamada.
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