29.9.09

Cinema Paradiso

Con Malditos Bastardos, Tarantino reinventa el cine bélico. Lo lleva a su terreno, estructura el film en capítulos y adorna a éstos con su mejor técnica: la de los diálogos. Comedia, aventuras y suspense. Y de propina, como quién no quiere la cosa, le suelta un mazazo inesperado a la historia. El Quentin, cuando quiere, los tiene bien puestos.

La Francia ocupada. A un lado, un grupo de militares judíos, comandados por un yanqui brutote, dispuestos a cortar cabelleras a los invasores: cuantas más, mejor. A otro, el alto mando germano y sus envenenadas ramificaciones. Y más allá, en la penumbra, una joven fugitiva, propietaria de un cine, con ganas de venganza. Varios son los frentes por los que transcurre la historia. Y todos tienen un denominador común que atiende por Operación Kino.

No hay ningún personaje que no se vea caricaturizado por la perversa mente de Tarantino. Y lo mejor de ello es que lo hace con gracia. Brad Pitt está que se sale con su desorbitado militar tosco; Melànie Laurent construye un perfecto retrato de una chica decidida y al mismo tiempo delicada... Todos, del primero al último, cumplen a la perfección con sus respectivos roles: siempre al límite, pero sin caer del todo en el histrionismo; jugando al máximo, tal y como les exige el dire.

De todos modos, el que se lleva el gato al agua -y literalmente se come a sus colegas- es Christoph Waltz, un actor alemán de dilatada carrera en su país aunque poco conocido en nuestros lares. El tipo, a pesar de su menuda estatura, compone a un coronel de la SS con una elegancia que tumba de espaldas: cínico, educado, hijoputa...; una actuación de la que oiremos hablar largo y tendido. Cada vez que el hombre asoma su rostro en pantalla, la película sube en intensidad.

Un interesante ejercicio cinéfilo y cinéfago. Cada capítulo posee su particular homenaje. El cine como distracción y el cine como arma contra los totalitarismos. Todo un gran guiño al Séptimo Arte del que, personalmente, sólo encuentro un defecto: es tan buena su reposada y tensa primera escena que luego, a lo largo de las dos horas y media de metraje, resulta dificilísimo encontrar otro pasaje que mínimamente la iguale.

23.9.09

Yo, el jurado

Todo se gestó el año pasado, en el transcurso del FECINEMA (Festival Internacional de Cinema Negre de Manresa). Allí, durante una de las comidas, compartí mesa con Ángel Sala, el actual director del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges quien, a bote pronto y de modo inesperado, me propuso la posibilidad de formar parte del jurado para el premio Méliès durante la próxima edición del certamen. He de decir que, ante la proposición, quedeme estupefacto. Es más, diría que mudo. Y sin exagerar pues, durante esos días, andaba yo por Manresa con una tremenda afonía que no me permitía articular palabra. El Mudito de Blancanieves, con unos cuantos quilos de más, estaba ante el amigo Sala. Así que, con una alegría absoluta, sólo me quedó asentir con la cabeza como un perro bobalicón, de esos de ñiguiñogui que muchos llevan en la parte trasera del coche.

Varias llamadas telefónicas y unas cuantas reuniones posteriores cerraron el tema antes de lo previsto. Definitivamente, ahora me tocará ejercer de jurado. Y además por duplicado. Les cuento: los Méliès son el premio al cine fantástico europeo. Nueve festivales están adscritos a él. Y de ellos, incluido el de Sitges, salen los Méliès de Plata. En total 9 largos y unos cuantos cortometrajes más, de entre los que desde Sitges hay que sacar a los dos ganadores del máximo galardón: el Méliès de Oro. Aparte de eso, durante el certamen, hay que visionar una veintena larga de films y otra batería de cortos de entre los que hay que extraer, de nuevo, los Méliès de Plata para el próximo curso.

El próximo jueves 1 de octubre empieza la 42ª edición de un Festival al que por vez primera asistiré de una manera completamente distinta. La historia termina el 12, con la Pilarica. El trabajo será arduo. De hecho, llevo ya varios días visionando en casa las películas nominadas para los Méliès de Oro pues, el mismo día 2, los tres miembros del jurado debemos deliberar cuales serán las ganadoras ya que, a mitad del Festival, ha de realizarse la gala para otorgar tales premios.

Como es lógico, en la página no podré publicar mi opinión sobre los veintitantos films a concurso. El Top Secret hay que respetarlo. Por ello, a medida que se vayan sabiendo los ganadores de los Méliès, les iré chivando mis impresiones personales. A medida que me sea posible, actualizaré el blog para narrarles mi experiencia como jurado y, al mismo tiempo, hablarles de aquellos títulos de los que no esté obligado a guardar silencio.

Ahora tan sólo me falta conocer a los otros dos miembros del jurado. Uno es el director del Festival de Cine de Austin. El otro, una joven actriz alemana de la cual aún no sé su nombre.

Y, si quieren que les cuente un secretito, les diré que lo que más me gusta del asunto, aparte de tener la posibilidad de conocer el intríngulis desde el mismo ojo del huracán, es poder pasarme 11 días de gañote total en el Hotel Meliá Sitges. Se me cae la baba.

19.9.09

EN RESUMIDAS CUENTAS: Aventureros y animalejos

No cabe duda que, en cuanto a animación animatrónica se refiere, Pixar es la mejor. Ahora, a través de la historia de un anciano solitario y gruñón que con la ayuda de un niño explorador cerrará la aventura más soñada de su vida, se supera a sí misma. Up es su título; uno de los mejores estrenos de la temporada y capacitado, al mismo tiempo, para contentar a adultos y pequeños. Toda una joyita.

Dotada de la misma magia que destilaba El Mago de Oz (la casa voladora) e inspirándose en los rostros de Spencer Tracy y Kirk Douglas (dos clasicazos de la interpretación) para crear a dos de sus protagonistas, la cinta es todo un dechado de imaginación, elegancia y emotividad. Tracy es Carl Fredricksen (Edward Asner su voz en el original) y Douglas el aventurero Charles Muntz (Christopher Plummer); dos hombres de avanzada edad que se verán enfrentados en una trepidante hazaña en la que sólo falta el mismísimo Indiana Jones.

Divertida y sensible, la película, dirigida al alimón por Pete Doctor y Bob Petersen, posee pasajes que deberían pasar a formar parte de la antología del cine. La delicadeza con la que muestra, en poquísimos minutos, toda la vida de un matrimonio, es mucho más que ejemplar: sin palabras y apoyada únicamente por su banda sonora (espléndido Michael Giachinno, el inspirado compositor de Los Increíbles). Y es que, como bien dicen, una imagen vale más que mil palabras.


Ice Age 3: El Origen de los Dinosaurios
, ha sido el otro estreno de animación del verano. En este caso, tras el grupo protagónico de animales, se encuentra la Fox, alma mater de la irregular (aunque entrañable) saga. Al igual que Up, ha sido rodada en 3-D pero, al contrario que ésta y en detrimento de su guión, se ha volcado más en la espectacularidad del sistema que en hilvanar un argumento más compacto.

Enfocada directamente al público infantil, incide en demasía en el concepto de la palabra “familia” aunque, en compensación por su exceso de moralina, le busca una novia al solitario y bellotero Scrat; una fémina seductora, pero tan altiva e hipócrita como él. La báscula, en este aspecto, está perfectamente contrapesada.

Mundos subterráneos y paralelos, plagados de animales prehistóricos y plantas carnívoras, se convierten en el leit motiv de una tercera entrega en la que no podían faltar, como es habitual en la serie, un sinfín (abusivo) de guiños cinéfilos e incluso musicales y cuyo principal acierto es la aparición de un nuevo rol: el de la comadreja tuerta Buck, un claro alter ego animatrónico de Rambo.

La fantasía está servida. Es poquita cosa, pero entre la entidad que van cobrando sus personajes, el impacto de la imagen en 3-D y el ritmo que ha otorgado Carlos Saldanha a su producto, los más pequeños de la casa la van a disfrutar al cien por cien.

17.9.09

Apartheid


Apadrinado por Peter Jackson, el sudafricano Nelly Blomkamp debuta en el campo del largometraje con District 9, una curiosa cinta de ciencia-ficción tras la que se esconde una original visión sobre la segregación y los conflictos raciales. No es de extrañar, por ello, que de forma un tanto sarcástica, la cinta se haya ambientado en pleno Johannesburgo, cuna del apartheid.

Planteada inicialmente como un falso documental, District 9 nos acerca a las deterioradas relaciones creadas entre los humanos y un grupo de alienígenas que llevan viviendo en el planeta como refugiados desde hace 20 años. Dispuestos a discriminarles por completo, las fuerzas gubernamentales optan por expulsarles de sus míseras barracas y ser deportados a un gueto cercado y controlado. La oposición de los extraterrestres, junto a la ambición de los terrícolas por hacerse con su avanzado armamento y la aparición de un humano mutante, acelerarán un sinfín de enfrentamientos violentos.

La cinta destaca, ante todo, por el ritmo imparable que le imprime Blomkamp y por el peculiar sentido del humor que desgrana a lo largo de su metraje aunque, en este aspecto, carga demasiado las tintas sobre el (en exceso) apayasado protagonista principal (Sharlto Copley), uno de los principales responsables de la reubicación alienígena y que, con su amaneramiento interpretativo, rompe un tanto ese aspecto de falso documental con el que se inicia la narración: un tono realista que se pierde casi por completo a medida que aavanza la proyección.

El entretenimiento está servido. El despliegue de efectos digitales es amplio y efectivo; tanto que incluso desplaza a un lado a su mínimo guión el cual, con historia de amistad intergaláctica incluida, termina por aproximarse a las coordenadas de la ochentera Enemigo Mío. El éxito, a pesar de sus defectos (¿o gracias a ellos?), está asegurado: el espectador no tiene que pensar mucho y resulta ideal para devorar palomitas en cantidad. Con todo ello, no se sorprendan si piensan que su final augura una segunda entrega.

15.9.09

Una terapia peligrosa

Cuatro obesos y un terapeuta. Para adelgazar, lo mejor es conocer las causas psicológicas del sobrepeso. Cinco historias entrelazadas, en donde las incoherencias y dudas del ser humano cobran un peso específico, conforman la base central de Gordos, el nuevo trabajo de Daniel Sánchez Arévalo, el realizador de la excelente Azuloscurocasinegro.

Gordos es una comedia tremendamente ácida, narrada con pulso firme y perfectamente entrelazada. No hay detalle que se le escape al realizador madrileño a la hora de contarnos que todos somos unos gordos de mucho cuidado, al menos en lo que se refiere al sobrepeso de contradicciones que se acumulan en nuestra cocorota. Los toques de humor están colocados justo en el instante necesario, nunca fuera de juego, rompiendo el tono melodramático que envuelve la vida de sus personajes principales. La ecuación es perfecta. Y, como propina, en su recta final, se atreve, con éxito, a darle incluso un toque fantástico a una de sus historias.

La cinta tiene ritmo. Su montaje es excelente. Nada sobra, excepto los quilos de más. Y todo cuadra a la perfección. Un gay hijoputa; una joven absorbida por la religión; un poli adscrito a la división científica y una mujer que trabaja desde su casa sentada ante el ordenador. Cuatro personajes marcados por sus grasas y por un sinfín de laberínticos procesos mentales. Y, al frente de todos ellos, portando la emblemática batuta terapéutica, un especialista incapaz de aceptarse a sí mismo.

Cinco sujetos al límite a los que hay que multiplicar por dos, e incluso por tres, debido a que la carrera de la vida la comparten con otros seres. Las relaciones humanas de nuevo en la picota, aunque en este caso vistas desde una óptica distinta y sorprendente.

Una mezcla exquisita. De gusto amargo y coletazos picantes. Nadie (ni nada) es lo que parece. Las apariencias engañan. Hay que desnudar la mente para descubrir el verdadero poso y enfrentarse a él, mirándole directamente a los ojos. Y allí, despojándose de sus ropas, tanto físicas como psíquicas, un montón de actores de envergadura. Ninguno está por encima del otro. Siempre al límite de la caricatura, pero sin caer jamás en el histrionismo. Todos, del primero al último, cumplen con sobresaliente la dificultosa misión de dar credibilidad a sus respectivos roles. Y digo dificultosa ya que algunos de ellos, dejando a un lado la vertiente claramente interpretativa, han tenido que pasar por ciertos procesos dietéticos con el fin de engordar o adelgazar en un tiempo muy concreto.

Denle una oportunidad y no la dejen escapar. En pocas ocasiones, durante los últimos años, el cine español había hilado tan fino. Divertida, cáustica y por momentos conmovedora.

13.9.09

5paulding

Pues nada, que hoy, esta página, cumple sus 5 años de existencia. Este último, un tanto de forma cojitranca..., pero tranquilos, que todo volverá a su cauce habitual.

Levanto una copa de orujo a la salud de todos los que me soportan.

9.9.09

Posesión infernal

Con Arrástrame al Infierno, Sam Raimi se distancia temporalmente de los Spider-mans y regresa a sus orígenes cinematográficos, urdiendo una historia con un montón de paralelismos con su atrevida e inolvidable ópera prima, Posesión Infernal, título del cual ha anunciado una cuarta entrega.

En su nuevo film, escrito hace 10 años en compañía de su hermano menor, asistimos a las aventuras y desventuras de una empleada de banca que, por culpa de una desacertada decisión laboral, cae víctima de una maldición soltada por una anciana clienta, convirtiendo su existencia en un verdadera pesadilla. Las gamberradas de un diablo y sus efectos: el alma mater del cine iniciático de Raimi al completo. Y, al igual que en sus primeros trabajos, el hombre, entre efectos especiales (ahora bastante más depurados) y su fidelidad a la serie B, esgrime buena parte de ese humor socarrón (y por momentos cercano al de los gags de los cartoons de la Warner) para narrar los avatares de Christrine Brown, esa banquera de Los Ángeles cuyas determinaciones para agradar a sus superiores la conducirán hacia el peor de los horrores.

El buen hacer de la joven Alison Lohman, la turbadora presencia de Lorna Raver (la anciana despechada) y algunos momentos aislados ciertamente conseguidos - como el encontronazo entre las dos mujeres en un parking o la incursión nocturna en un cementerio-, dejan entrever el desvergonzado espíritu del director de Crimewave, convirtiéndose asimismo en lo mejor del trabajo.

Pero no es oro todo lo que reluce pues, en general y sin contar esos momentos aislados, la cinta resulta un tanto acomodaticia y repetitiva. La falta de inspiración le ha jugado una mala pasada y Arrástrame al Infierno cojea por culpa de lo previsible de su guión y de lo aburridos, forzados y alargados que resultan ciertos pasajes. Así, por ejemplo, una interminable escena sobre una sesión de espiritismo, por reiterativa y exagerada, acaba cayendo en la ridiculez más supina.

Las buenas intenciones de regresar al cine que mejor conoce, no se las pueden negar nadie. El que la película le haya salido rana, esa ya es otra historia. De todos modos, siempre son mejores irregularidades como ésta que grandes patinazos como el de la insoportable Spider-man 3.

7.9.09

Ruidejos átonos y amarillos

Tras toda la pedantería que desgranó Isabel Coixet a través de los diálogos de Elegy, la directora catalana, con Mapa de los Sonidos de Tokio, entra a saco en un melodrama, con ínfulas de thriller, que, por su planteamiento y guión, se me antoja de lo más vacío de su filmografía. De la pretenciosidad de su anterior film, pasa ahora a la vacuidad total.

Para que todo parezca muy profundo, la mujer se dedica a sobrecargar, hasta extremos increíbles, cada uno de los barrocos planos que componen su metraje, dándole una especial importancia a cuantos detalles (bastante folklóricos) denoten su basto y cacareado conocimiento de la cultura japonesa. Una visión maniquea y estereotipada a la que se acerca a través de su mínimo (y tópico) hilo argumental: una crónica, de amor y muerte, en la que se mezclan pasiones, suicidios y venganzas.


Un catalán afincado en Tokio y una empleada nocturna de la lonja de pescado de la ciudad; el primero es propietario de una tienda de vinos que lleva el nombre de Vinidiana (en un muy barato homenaje al mundo de don Luis), mientras que la segunda, en su doble vida, ejerce de asesina a sueldo: dos seres que, unidos por el negocio de ella, vivirán un turbulento episodio de amor y sexo (este último, ante todo, oral). Él es un Sergi López que no acaba de arrancar (ni de resultar creíble) en momento alguno; ella es Rinko Kikuchi (la joven oriental del Babel de Iñárritu), lo mejor, con diferencia, de todo el largometraje.

La víctima y el verdugo en la misma cama (aunque, en este caso, sea en el mismo vagón de metro): un tema manido y ya tratado en varios ocasiones en el mundo del cine con mejores resultados. A la Coixet se le ha ido la mano y, en su propuesta, se nos ha puesto rococó, banal y empalagosa. En un arranque de petulancia supina, y con la intención de darle un cierto toque de cine de "autor", a medio camino entre la nouvelle-vague y la cinematografía nipona más cultureta, se ha sacado de la manga a un personaje tan vano e insufrible como inútil pero que, con sus frases rimbombantes y literarias, le sirve de narrador en la sombra: el de un japonés, ya madurito, enamorado en silencio de la misma mujer que el López y obsesionado con grabar ruiditos variopintos.

Silencios. Diálogos reiterativos. Más silencios. Un poco más de charlatanería repetitiva. Unas exageradas gotas de postalita turística recargada. De nuevo silencios. Voz en off por un tubo. Silencios y ruidos. De nuevo, los mismos diálogos de siempre. Unas cuantas sesiones de sexo sin morbo y muchos más silencios. La película no avanza y se pierde en medio de un asfixiante y aburridísimo bucle. Jean-Pierre Melville, con una historia similar, a buen seguro habría urdido una joyita.

3.9.09

El regreso

Planeando ya de nuevo sobre la página. En breve, se abrirá la veda y podrán disparar sobre mi cuerpo serrano. Se acabó el estar todo el santo día repantingado y sobándome los cataplines. Hay mucho cine acumulado y alguna que otra sorpresa futura. Nos vemos ya la próxima semana. Me acicalo y vuelvo.

Un fuerte beso en la frente.