30.10.11

SITGES 2011: Off Festival + Top Five

Siempre es un placer llegar a Sitges y reencontrase con la parroquia habitual, gente con la que, año tras año, te vas encontrando más a gusto. Desde los momentos (cenas incluidas) con el incomparable Carlos Pumares a ese número incontable de personajes habituales del festival con los que se comparten críticas y opiniones de todo tipo sobre las películas, hechos del certamen y cine en general. Cualquier lugar es válido para la charla: un pasillo, la cola del cine, un bar, un restaurante…

Especialmente remarcable me resultó, durante el último día y tras el pase de Killer Joe, el entusiasmo con el que se me acercó Ángel Sala, director del festival, sonsacando mi opinión sobre éste y el anterior film proyectado, Drive, dos thrillers que él aprecia en grado sumo debido al aire setentero que ambos desprenden.

Interesante también resultó el acercamiento a Nacho Vigalondo, un personaje al que aún no conocía personalmente y del que sin embargo sabía, a través de mi cuñado absence, que estaba interesado en mi parecer sobre su película Los Cronocrímenes tras su presentación en Sitges unas cuantas temporadas antes. A pesar de mi opinión un tanto negativa, Vigalondo se mostró como totalmente afable, divertido y campechano conmigo. Es más, a la mañana siguiente de haberlo conocido y tras el estreno de Extraterrestre, me aproximé a él y le felicité por su nuevo film, asegurándole que éste me había gustado. “Es que esta película la he hecho pensando en Spaulding”, me aseguró sonriente. Me encanta este tipo.

Pero lo mejor de los diez días e increíble recompensa a la elaboración laboriosa de este blog ocurrió cuando, estando en una cola al lado de Carlos Pumares y a punto de entrar por enésima vez al Auditorio, se me acercó un lector de la página al que no conocía físicamente y me tendió la mano felicitándome por el trabajo. No es la primera vez que me sucede en el marco de este festival y, créanme, éste es un detalle que no se puede pagar ni con todo el dinero del mundo. Muchísimas gracias, señor Lee, por su reconocimiento. De mi parte, un beso en la frente.

De orujos y bebercios varios, comidas y lugares de mala vida, poco les puedo informar en esta ocasión. Cuando uno sobrepasa la barrera de los cincuenta ya no está para muchos trotes nocturnos, y menos cuando hay que madrugar para enfrentarse a una tropa innumerable de películas diarias. Entre la edad y la crisis, mi dieta se ha ajustado a los desayunos del Meliá (cada año que pasa de una calidad más baja), unas cuantas pizzas y una cifra incalculable de bocadillos. Eso sí: siempre en buena compañía y suculentas tertulias. El café y la Coca-Cola no han faltado; imprescindibles para aguantar estoicamente y con las mínimas cabezadas posibles la ingente cantidad de proyecciones.

Para zanjar definitivamente este Sitges 2011, tal y como solicitó Don Lee en uno de sus comentarios, aquí les dejó con mi Top Five particular:

1. Mientras Duermes
2. Poulet Aux Prunes
3. Red State
4. Extraterrestre
5. Drive

Añádanle una mención especial a dos títulos ciertamente contundentes, cada uno en su estilo: Melancholia y Killer Joe.

27.10.11

SITGES 2011: Jornada 10 y última (alienígenas congelados, conductores avezados y policías asesinos)

Aún con la pata chunga, reemprendo la información sobre el pasado festival de Sitges 2011 y, concretamente, con la traca final, la del sábado 15 de octubre. Por la mañana, a primera hora y en pase de prensa, pudimos ver el film que por la tarde y en sesión de gala clausuraría el certamen, The Thing. Si La Cosa de John Carpenter ya era un remake de El Enigma de Otro Mundo de Christian Nyby y Howard Hawks (aunque este último sin acreditar), el The Thing de 2011 es una precuela del título de Carpenter. Dirigida por el holandés Matthijs van Heijningen Jr., la película repasa los hechos acaecidos en una expedición noruega en la Antártida días antes de los sucesos plasmados anteriormente por el realizador de La Noche de Halloween; o sea, el descubrimiento de una nave espacial enterrada en el hielo desde hace más de cien mil años y el despertar de una de las criaturas que la tripulaban. Sin aportar nada nuevo al género ni a la (ya mítica) cinta de Carpenter, sin embargo se trata de un trabajo entretenido, filmado con vigor y dotado de buenos efectos especiales y de un curioso final (insertado a mitad de los títulos de crédito) que empalma directamente con su precedente cinematográfico. Así que ya lo saben: a esos impacientes que huyen raudos de la sala con el primer crédito les tocará esperar un poco para conocer su verdadero desenlace.

La mañana prosiguió con un thriller muy en la línea de los que se realizaban en los años 70, Drive, un producto duro y compacto que retrata los avatares por los que pasará un experto conductor tras colaborar en un atraco que finaliza de la peor manera posible. Un guión de envergadura, narrado con pausa y aderezado con febriles y contundentes golpes de violencia, envuelve la meticulosa dirección de Nicolas Winding Refn, un holandés afincado en los Estados Unidos. Atención a sus escenas de acción (encomiable la manera clásica y sin aspavientos de acercarse a las persecuciones automovilísticas) y a la modélica interpretación de su protagonista principal, Ryan Gosling, secundado a la perfección por gente como Carey Mulligan o Ron Perlman, este último un malo maloso (de los de antología) que, en su primera aparición en la pantalla del Auditorio, recibió un clamoroso aplauso por parte del público. Cine negro del de toda la vida, con mafias chungas y un héroe con visos de perdedor. De entre lo mejorcito del festival.

Y ya, como gran explosión final, el film (en este caso programado como sorpresa) que por su inusitada violencia provocó diversidad de opiniones en el pasado festival de San Sebastián, el controvertido Killer Joe de William Friedkin, todo un clásico del thriller de los 70 que, en esta ocasión y tras cinco años alejado de la gran pantalla, regresa con un producto visceral no apto para estómagos delicados. Un inspector de policía de New Orleans que ejerce de sicario profesional en horas libres y una familia disfuncional dispuesta a contratarlo para acabar con la vida de la madre, conforman los dos ejes principales sobre los que se aposenta uno de los trabajos más extremos del certamen. Humor negro y brutalidad desquiciada, muy en la línea de El Demonio Bajo la Piel; de una ferocidad tal que a veces hasta resulta imposible no desviar la mirada de la pantalla. Una especie de teatro de la atrocidad, filmado con un presupuesto mínimo, mucha inteligencia y contando con un inquietante Matthew McConaughey fuera de serie, el Killer Joe que da nombre al título del film y que, en un momento dado y en pleno crescendo narrativo, mantiene un pulso de lo más tenso con una Gina Gershon desconocida y de lo más machacada. Un excelente ejercicio de autor que, sin embargo, peca un tanto de teatralidad, problema este perdonable gracias a su contundencia argumental. En Estados Unidos se ha estrenado bajo el epígrafe de la maldita “X” y en España, por desgracia, aún no tiene distribución.

Un buen triplete para cerrar un certamen en el que se ha podido encontrar (y descubrir) un poco de todo. En el próximo y último post sobre Sitges 2011 el prometido off festival. Les dejo, voy a reposar la pierna.

25.10.11

Desde mi ventana indiscreta

Pues nada, tal y como han podido comprobar, la información sobre el festival de Sitges se ha quedado interrumpida durante unos días. Y todo debido a un pequeño percance. El pasado jueves, por culpa de un agujero en una de las múltiples y maltrechas aceras de Barcelona, me rompí el pie derecho, concretamente el 5º metatarsiano. Di un paso en falso hacia atrás, el pie se ubicó en el interior del hoyo, perdí el equilibrio y caí de espaldas. El premio por tal hazaña ha sido un enyesado del pie a la rodilla con todos los impedimentos que ello conlleva; un yeso de mala calidad que, por cierto, me tuvieron que reforzar el domingo por la mañana. Cosas de los recortes en Sanidad.

Llevo días tumbado en el sofá y con el pie en alto, convertido en un emulo de Jeff” Jeffries, el James Stewart de La Ventana Indiscreta. Es por ello que solicito, de todos ustedes, una donación para adquirir unos binoculares y un teleobjetivo que me ayuden a matar el tiempo libre.

A la mínima de cambio, tendrán colgada la crónica de la última jornada del Sitges 2011… siempre que el tiempo, la autoridad y la pata lo permitan. Ahora les dejo. Voy a tomar mi medicación.

P.D.: Ni se imaginan lo que jode no poder rascarse cuando pica una pierna.

20.10.11

SITGES 2011: Jornada 9 (zombis cubanos, militares esquizofrénicos, trolls noruegos y una jovencita acosada)

Viernes 14 de octubre, penúltimo día de Festival. A primera hora de la mañana, el Auditorio abrió sus puertas a Juan de los Muertos, una coproducción hispano-cubana que plantea un holocausto zombi en La Habana; holocausto que las autoridades pretenden enmascarar como de disturbios provocados por disidentes pagados por los Estados Unidos. Se trata de una comedia simpática y sin muchas pretensiones en la que el tal Juan, un tipo sin oficio ni beneficio, decide montar un negocio lucrativo tras descubrir que machacándoles el cerebro a los muertos vivientes puede acabar con ellos, por lo cual organiza su propia agencia bajo el lema de “matamos a sus seres queridos”. Crítica con la Cuba contemporánea, juega a un satírico paralelismo entre la desengañada sociedad actual de La Habana y el estado catatónico con el que deambulan los zombis por las calles de la ciudad; un chiste este que funciona a la perfección en su parte inicial pero que, por reiterativo, acaba incluso cansando, al igual que le sucede a la película en su última media hora, en la que demuestra haber agotado todos los recursos para mantener al espectador enganchado a su propuesta. Dirige el argentino Alejandro Brugués quien, en el fondo, le debe de estar totalmente agradecido por su brillante trabajo a Alexis Díaz de Villegas, el actor cubano que da vida al citado Juan a través de una interpretación eléctrica que termina cautivando a la platea. Risas, crítica socio-política y un toquecito gore para empezar la jornada a buen ritmo. Lástima de esa pérdida de gas en su recta final.

El Páramo forma parte de un grupo de películas habituales en Sitges y que personalmente englobaría bajo el epígrafe genérico de “militares esquizofrénicos”. Cada año, con mayor o menor fortuna, cae una de parámetros similares a los de ésta. Ópera prima del colombiano Jaime Osorio Márquez, El Páramo nos acerca al descenso a los infiernos de un comando especial que, durante una de sus misiones, queda atrapado en una base militar abandonada en donde la presencia de una bruja provocará un mal rollo tremendo entre sus miembros. Pésimamente explicada y peor rodada, acaba resultando un film agobiante y aburrido, al que hay que añadir la dificultad para entender el acento colombiano y entrecortado con el que se expresan a grito pelado sus actores. Una locura reiterativa, vacía y filmada con el culo, siempre cámara en mano, mediante planos cortos y cerrados, siguiendo a todos sus personajes desde atrás, como oliéndoles el cogote. Un desvarío total y absoluto. El único e incomparable Carlos Pumares, al terminar la sesión afirmo “no haber visto nunca tantos cogotes aglutinados en la pantalla de un cine”.

Más estimulante resultó The Troll Hunter, una producción noruega que, a modo de comedia, asegura la existencia de trolls en los bosques escandinavos. Planteada como un falso documental en la línea de El Proyecto de la Bruja de Blair, rompe un tanto con el molde del género y apuesta más por el humor que por el terror. Narra las peripecias de un equipo de televisión dispuesto a realizar un documental sobre la caza de osos que, tras descubrir la existencia de un misterioso y solitario cazador, decide seguirle la pista hasta descubrir que se trata de un funcionario gubernamental especializado en la eliminación de trolls. Influenciada en ciertos aspectos por el humor de los Monty Python, se trata de un trabajo fresco y satírico que carga sus tintas acertadamente en el delirante y feucho aspecto de los monstruos y en la descripción psíquica, moral e incluso religiosa del muy peculiar cazador. Y es que lo de la religión es algo que influye muy directamente en la forma de actuar de los trolls. Todo un divertimento.

Cerró la jornada El Callejón, el decepcionante debut en el campo del largometraje del guionista y crítico cinematográfico Antonio Trashorras quien propone un homenaje al cine de terror en muchas de sus variantes, a través de la angustiosa noche vivida por una joven al ser acosada por un misterioso personaje en una solitaria lavandería nocturna. Contando con un decorado casi único, la cinta se pierde en continuos giros y efectos de guión tan artificiosos como su propia escenografía. Demasiados guiños para tan poco metraje (75 minutos escasos) y tanta superficialidad. Suerte ha tenido Trashorras de lo bien que le aguanta el chaparrón su prometedora actriz protagonista, una jovencísima Ana de Armas que está presente en todas y cada una de sus escenas, incluidos los títulos de crédito iniciales; unos títulos muy poperos que, en el fondo y a pesar de quedar al margen del argumento central, se convierten en lo mejor del fallido producto.

En el próximo post, la traca final.

19.10.11

SITGES 2011: Jornada 8 (ladrones de cadáveres, violinistas depresivos, hijos clónicos, asesinos profesionales y sectas religiosas)

La madrugada del miércoles al jueves aún guardaba una nueva sorpresa ya que, en sesión golfa, se proyecto Burke and Hare, una producción inglesa que vuelve a colocar en la palestra a uno de los maestros de la comedia de los años 70 y 80, John Landis; un Landis que con este film recupera la esencia de un cine que ya quedaba en el olvido. Para su retorno, se acerca, en tono satírico y escudado en su peculiar sentido del humor, a la misma historia verídica que en su día inspiró a films como El Ladrón de Cuerpos de Robert Wise o la magistral La Carne y el Demonio de John Gilling; o sea, un repaso, en clave cachondo y con toques de humor negro, a las aventuras y desventuras de William Burke y William Hare, dos ladrones de cadáveres que, durante tiempo, alimentaron de fiambres la escuela de medicina del Edimburgo del siglo XIX. Un trabajo divertido, capaz de respetar la esencia del retrato que de sus dos personajes principales hizo en su tiempo Gilling y que, en principio y por desgracia, no tiene distribución en España. Un Landis con las baterías cargadas y con ganas de volver a dar guerra en esto del cine. Atención a la cantidad de cameos que asoman por pantalla (Christopher Lee, Ray Harryhausen y Costa-Gavras, por citar sólo unos pocos), signo inequívoco de la fidelidad que el realizador aún mantiene a su estilo.

El jueves 13 se abrió con Poulet Aux Prunes, un brillante y efectivo trabajo de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud quienes, tras adaptar a la pantalla una serie de comics de la primera bajo el título de Persépolis, vuelven a repetir con otra adaptación de la obra de Satrapi. Ambientado en el Irán de finales de los años 50, se aproxima a la historia de amor imposible sufrida por un violinista reputado que, incómodo con su vida actual, sólo desea su propia muerte; un músico al que da vida un inmenso Mathieu Amalric a través de una de sus mejores y compactas interpretaciones. Un film bello y emotivo, plagado de imágenes líricas y oníricas y capaz de mezclar, de forma inteligente y sensible, la comedia con el melodrama.

Womb es un melodrama duro y de (mínimos) tintes fantásticos, que se acerca de manera ciertamente intimista al tema de la clonación. Dirigido por el húngaro Benedek Fliegauf, entra a saco en la vida de una mujer que, tras ver morir accidentalmente al hombre de su vida, decide tener un hijo en solitario contando con el tejido de ADN del ser amado. Una forma original de asomarse a un asunto varias veces tratado en el mundo del cine y que, con una delicadeza extrema, propone situaciones difíciles que, en manos de otro realizador, podrían haber resultado excesivamente morbosas. Lástima, sin embargo, de estar narrada con una lentitud exagerada, ya que la acción, por momentos, avanza a paso de caracol (y nunca mejor dicho, pues sale un caracolito que crispó en demasía a cierto sector del público). De todos modos, a mí me coló a la perfección, aunque con un poco más de ritmo hubiera funcionado mucho mejor. Atención al trabajo interpretativo de Eva Green, una actriz francesa que pudimos descubrir con anterioridad en un registro totalmente distinto, el de Vesper Lynd para el Casino Royale de Martín Campbell.

Kill List, producción británica realizada por Ben Wheatley, propone el repaso a la vida de un ex combatiente que, tras varios meses en paro, acepta la proposición de un viejo amigo para, a su lado, reconvertirse en asesino profesional. Iniciada como un típico melodrama social inglés, muy a lo Ken Loach, la cinta da un giro en su segunda mitad y entra a lo bruto en los trabajos “especiales” que llevan a cabo la pareja de sicarios asociados. De una violencia inusitada, a veces incluso extrema, se me antoja una cinta aburrida y vacía, una especie de déjà vu inconsistente al que le cuesta ir hacia adelante. Su plano guión y la imposibilidad de simpatizar con ninguno de los personajes, consiguieron que la película se me atragantara por completo.

La jornada la cerré con Red State, uno de los mejores films del certamen (aunque no precisamente de género fantástico) y que, finalmente, se alzó con el premio al mejor largometraje de esta edición. Kevin Smith, su director, se aleja de sus habituales (y ya cansinas) comedias indies y a través de Red State se reinventa de forma absoluta. Y lo hace acercándose al horror más cotidiano y de modo radical, pues su cinta no deja títere con cabeza. Se atreve con todo y con todos. No hay estamento que se le resista. Parte de una secta religiosa homófoba, dedicada a secuestrar y torturar a jóvenes adolescentes con las hormonas revolucionadas, y termina adentrándose en un fenomenal tiroteo entre un grupo de agentes especiales del FBI y los miembros del clan. Sorprende por su cambio de estilo, así como por el dominio que demuestra del suspense y de sus sólidas escenas de acción. Logra de John Goodman y Michael Parks un par de interpretaciones antológicas y, a pesar de la dureza del tema, saca las carcajadas de un público entregado ciegamente a su metamorfosis durante los útimos diez minutos de proyección. Vistos los resultados, no es de extrañar que Quentin Tarantino haya manifestado su admiración por esta cinta. Y lo más curioso es que aún no tiene distribución en España.

Mañana un poco más.

18.10.11

SITGES 2011: Jornada 7 (cajones de sastre terroríficos, invasiones alienígenas, astronautas a la deriva y sueños reconfortantes)

El miércoles 12 de octubre, festividad del Pilar, las calles de Sitges estaban abarrotadas, al igual que los cines del festival. Ya, a las 8,30 de la mañana, el Auditorio del Hotel Meliá estaba lleno de un público expectante por conocer Livide, la nueva película de los franceses Alexandre Bustillo y Julien Maury, los mismos que en el 2007 presentaron en el certamen A l’Interieur, un pastel de sangre incoherente e indigesto. Livide pretende homenajear al cine de terror en general, sobre todo al terror más gótico. Parte del intento de tres jóvenes por robar un posible tesoro escondido en una vieja mansión en la que su anciana propietaria yace enferma en su alcoba; una anciana que, en tiempos, había sido profesora de ballet en la escuela que regentaba en el mismo edificio. Hasta aquí, todo funciona bastante bien. Sin mucho sentido, el tándem Bustillo & Maury abre un peculiar cajón de sastre en el que se acumulan todos los típicos, tópicos e iconos del género (Alicia En El País de las Maravillas incluida) y, sin lógica alguna, sueltan su contenido al aire para, tal y como caen sus enseres al suelo, rematar el resto de metraje sin orden ni concierto. Y es que ese par de amigotes deben suponer que, tratándose de cine fantástico, todo vale en el género, olvidando que cualquier producto que se precie, por muy desmadrado que sea, ha de poseer una mínima lógica interna a la hora de construir su guión. Pues nada: magia, brujería, vampirismo y alucinaciones varias se acumulan en una historia sin sentido en la que lo único destacable es su cuidado diseño de producción, premiado de forma razonable por el jurado oficial de esta edición.

Extraterrestre, la nueva película de Nacho Vigalondo tras la (para mí) decepcionante Los Cronocrímenes, enmendó totalmente la mañana. Muy al contrario que su ópera prima, ésta se muestra una cinta fresca, divertida y dotada de gags y diálogos inteligentes. Rodada con un presupuesto mínimo y en muy pocos escenarios, narra las relaciones de cuatro personajes que, ante una invasión alienígena en España, deciden quedarse escondidos en el domicilio de uno de ellos, el de una joven que dará cobijo a su compañero habitual, a un novio accidental con el que pasó la noche anterior a la llegada de los marcianos y a un vecino plasta enamorado en secreto de ella. La química que se desprende entre sus actores es uno de los ingredientes esenciales para que la fórmula funcione. Añádanle el toque surrealista de que en todo el metraje, aparte de visionar una única nave alienígena posada sobre el cielo, no se vea ni a un puto alien por las calles de una ciudad vacía. Un film ingenioso, capaz de acercarse a la ciencia-ficción más clásica desde un punto de vista distinto e innovador y contando con un grupo de brillantes intérpretes de entre los que destacaría a un contenido Julián Villagrán, a un imparable Carlos Areces y a una sorprendente Michelle Jenner. Una marcianada cachonda a ritmo de conspiranoias e historias de amor (de las posibles y de las imposibles). Personalmente, la disfruté como un enano.

Tras haber presentado la angustiante El Rey de la Montaña en el 2007, el madrileño Gonzalo López-Gallego regresa a Sitges con Apollo 18, un film rodado íntegramente en los EE.UU. y que, a modo de falso documental (y ya van tres por ahora), plantea la hipótesis de un accidentado viaje a la luna en 1972 cuyos resultados finales nunca fueron dados a conocer a la opinión pública, hasta que por fin se pudo acceder a las imágenes que del mismo atesoraban celosamente en la NASA. Iniciada siguiendo las claves del documental, la propuesta resulta interesante hasta que a López-Gallego se le olvida del juego sugerido y, aunque conservando el look de documental, cambia de tercio y entra en un crescendo melodramático más cercano al del cine de ficción que al de una crónica informativa, utilizando efectos de sonido e incluso una banda sonora musical acorde con la tensión que va acumulando la historia. Influenciado claramente por el Alien de Scott, se trata de un trabajo bienintencionado que termina desmoronándose debido a su truculencia narrativa.

Hasta aquí la séptima jornada. Mañana un poco más.

Por cierto, para ser totalmente sincero me olvidaba de un nimio detalle. Dos horas después de Extraterrestre, entré a un visionado de Carré Blanc, una coproducción europea dirigida por un tal Jean-Baptiste Léonetti sobre la deshumanización de la sociedad. Al cuarto de hora de proyección, su lento ritmo narrativo y sus pocas líneas de diálogo me llevaron a un profundo y dulce sueño que me transportó hasta lugares más apacibles. Creo que no fui el único en roncar en la amplia sala que conforma el Auditorio. Que la juzgue otro (que estuviera despierto) por mí. A lo mejor es buena y yo sin saberlo.

17.10.11

SITGES 2011: Jornada 6 (poltergeists caseros, apocalipsis dogmáticos, terrores coppolianos, machistas violentos y psiquiátricos abandonados)

El martes empezó con Emergo, película catalana filmada en inglés que retoma una de las modas más reiterativas y cansinas desde que en 1999 se estrenara El proyecto de la Bruja de Blair. O sea, cámara en mano, en plan falso documental y a fingir que todo cuanto sucede es real. Dirigida por el barcelonés Carles Torrens, nos acerca a la investigación que un grupo de especialistas en temas paranormales lleva a cabo en un pequeño apartamento en el que se suceden todo tipo de poltergeists. A pesar de los intentos por darle algún que otro toque de originalidad, sobre todo en lo que hace referencia el aspecto psicológico de alguno de los afectados, la cinta cae desde su inicio en un pozo sin salida, dejando al espectador con la sensación de haber visto ya la misma película varias veces con anterioridad. Es una lástima que siendo su guionista Rodrigo Cortés (el artífice de la interesante Buried), la cosa se haya quedado en más de lo mismo. Cuatro sustos bien metidos (aunque previsibles) y para de contar.

A continuación llegó uno de los platos fuertes del festival, la Melancholia del polémico Lars Von Trier, una aproximación al cine apocalíptico totalmente distinta a lo que el fantástico actual nos tiene habituados. Narrada en dos partes bien diferenciadas, plantea la posibilidad de que un planeta (de nombre Melancolía) termine estrellándose sobre la Tierra. La primera parte, ambientada en el seno de una boda de la alta sociedad y filmada a través de una enérgica y temblorosa cámara en mano (muy en plan Dogma de los inicios), es en donde se localiza la vertiente más sarcástica y provocadora del realizador danés. Luego, pasados los efectos efervescentes y disfuncionales del bodorrio, la cámara y la historia se calman para adentrarse en una introspección psicológica de algunos de sus personajes aturdidos por la funesta perspectiva de encontrarse ante el fin del mundo. Film irregular, lleno de imáganes fascinantes y capaz de alternar momentos inolvidables (como su magnético prólogo o el inteligente uso de la música) con otros ciertamente aburridos. Posee, sin embargo, un cuarto de hora final ciertamente angustioso y devastador, así como uno de los the ends más radicales de la historia del cine; un desenlace que, por sí mismo, hace olvidar de golpe y porrazo los peores pasajes de un film de excesivo metraje. Nunca había visto a todo una platea enmudecer con tanta rapidez.

Francis Ford Coppola regresa al fantástico tras su estimulante Drácula y, a través de Twixt, se propone experimentar con formatos cinematográficos y con el espectador, a quien le toma el pelo con una historia imposible en la que un escritor de novelas de terror, caído en desgracia, se convierte en detective y, en sueños y con la ayuda del mismísimo Edgard Allan Poe, se dedica a resolver el asesinato de una joven en un pequeño pueblo al que ha acudido para presentar su última novela. Recupera a Val Kilmer (que el pobre está hecho unos zorros) y ofrece cinco escasos minutos rodados en 3D para -siguiendo con su bromita particular- justificar lo que se ha dado en llamar “3D interactivo”. Una especie de telefilme mal acabado y peor planificado del que sólo cabe destacar la presencia de Elle Fanning, una chica que está subiendo como la espuma. Dudo que ningún distribuidor se atreva a estrenar tal engendro. Que alguien le pague de una vez una cuarta entrega de El Padrino para que así nos deje de torturar con chorradas que no conducen a ningún lado.

The Woman nos acerca a un padre de familia, todo un machista en su proceder diario quien, tras cazar en un bosque cercano a una “mujer salvaje”, la encierra en un sótano de su propiedad y pretende “civilizarla” ante la desorbitada mirada de su esposa y sus dos hijos. Un film innecesario, de violencia extrema, reiterativo en su propuesta y que cuenta con un grupo de actores a cual peor. Una serie B, de tintes zetosos, difícil de digerir y con una sorpresa final en su haber que aún la hace más detestable y delirante. Dirige un habitual de Sitges, el californiano Lucky McKee bajo guión de Jack Ketchum; un aberrante y endeble guión que de forma alucinante ha sido premiado por el jurado oficial de esta edición.

La jornada terminó en sesión golfa con Grave Encounters, otra nueva vuelta de tuerca (y ya van dos el mismo día) sobre el falso documental y la cámara en mano. En este caso, se trata de la filmación de la interminable noche que un equipo de televisión vivirá en un hospital psiquiátrico abandonado al que acuden con la finalidad de grabar un nuevo episodio para un reality show sobre fenómenos paranormales. Un tanto más estremecedora y angustiante que el título de Carles Torrens, se pierde, sin embargo, cuando a media película da un paso adelante para otorgarle una perspectiva distinta a una historia que ya funcionaba por sí misma. Los amantes del gore disfrutarán de lo lindo con la matanza a palos y posterior ingesta de una rata. A los que no nos va tanto el género, se nos indigestó la cena por completo. Los debutantes The Vicious Brothers (¡vaya nombrecito se han buscado los tipejos!) son los responsables directos de la película y de su mala digestión.

En el próximo post, más sobre Sitges.

16.10.11

SITGES 2011: Jornadas 4 y 5 (vejestorios pervertidos, falta de agua, taxistas amarillos, amigos apocalípticos, tiendas brasileñas y vampiras feas)

Sitges 2011 terminó ayer. Diez días agitados, llenos de proyecciones, fuera de casa y con el portátil escacharrado. Los premios, bastante justos en general, los pueden consultar en este link. Ahora, si me permiten, durante este y próximos posts, les iré informando de cuanto he visto a lo largo de un certamen que ha tenido un poco de todo: una especie de montaña rusa cinematográfica, con títulos brillantes y otros que, por lo que a mí respecta, guardaré en el olvido más absoluto de mi memoria. Pues nada, que reemprendo la información que dejé colgada en la tercera jornada.

El pasado sábado día 8, en sesión golfa, pude asistir al pase de Sudor Frío, una inmensa tontería de producción argentina dirigida por un tal Adrián García Bogliano. La cinta narra los avatares de un grupo de amigos que son atrapados en una vieja casona habitada por un par de ex miembros de la extinta Triple A, dos vejestorios perversos (uno de ellos incluso anda ayudado de un taca-taca) que se dedican a torturar a cuantos jóvenes secuestran con la ayuda de explosivos y ácidos corrosivos. Una locura sin pies ni cabeza, filmada con poquísimos medios, que intenta mezclar sin gancho alguno la comedia negra (o, mejor dicho, macabra) con el terror. Una pérdida de tiempo que sólo me sirvió para perder unas apreciadas horas de sueño.

El domingo 9 de octubre fue una jornada para mí casi en blanco. Cuestiones personales me obligaron a subir a Barcelona, con lo cual no pude ver ninguno de los títulos que se proyectaron en el certamen. De todos modos, por la noche, ya instalado en el lugar, asistí a un pase de Hell, una decepcionante cinta alemana que significa el debut como director de Tim Fehlbaum. Una más sobre el fin del mundo que, en este caso, se ve marcada por la escasez de agua en el planeta y que se inicia, al igual que otras de tema apocalíptico, como una road movie en la que tres amigos deciden escapar a las montañas en busca del preciado fluido. El problema es que, a media película, al tal Fehlbaum se le va la bola y cambia totalmente de tercio. Se olvida por completo de la falta de agua y entra de lleno en una especie de Matanza de Texas cuando sus protagonistas caen en manos de una familia de granjeros que practican el canibalismo. Un fiasco disperso, filmado a ritmo de video-clip, cuya única virtud reside en la de saber copiar a la perfección el trabajo de los demás. Eso sí: la fotografía, quemada por el sol y merecidamente premiada en el Palmarés de este año, está muy maja.

The Yellow Sea, un contundente thriller de factura coreana, despertó a todo el personal el lunes por la mañana. Dirigida por Na Hong-jin, el mismo de la estimulante The Chaser, narra la historia de un taxista chino que, en busca de dinero para pagar sus deudas de juego, acepta cruzar la frontera con Corea del Sur para cometer allí un asesinato. Una estupenda primera hora, con sorpresa incluida durante la escena del crimen, da paso a un film de acción visceral, filmado de modo vibrante (a veces, excesivamente vibrante), muy a lo coreano: o sea, hachazos a diestro y siniestro, tiroteos múltiples y persecuciones automovilísticas de alto nivel. Todo un entretenimiento que, sin embargo, no queda a la altura de la citada The Chaser.

Bellflower significó la pedantilla e insoportable nota a lo Sundance del festival. Ópera prima del norteamericano Evan Glodell, tiene como protagonistas a una pareja de amigos unidos por el afán de construir un automóvil a imagen y semejanza del usado por Mel Gibson en Mad Max; una amistad que, en parte, se verá truncada cuando uno de los dos encuentre al amor de su vida. Una historia anodina, en donde el “fantástico” brilla por su ausencia (a no ser por las breves referencias al cine apocalíptico) y cuya resolución final (¿o tendría que hablar de resoluciones?) resulta casi imposible de entender. Curiosa la cara de pasmarote con la que quedamos la mayoría de asistentes al pase.

Si no quieres caldo, dos tazas. Primero fue Bellflower la que nos descolocó y luego le tocó el turno a la brasileña Trabalhar Cansa, un producto que llegaba al festival precedido de la buena prensa que obtuvo en Cannes (en definitiva, un mal augurio) y que, a modo de sátira social, entraba de lleno en la vida de una familia cuya mujer, para paliar el estado de desempleo de su marido, decide abrir un supermercado que tan sólo le acarreará más quebraderos de cabeza. Dotada de un leve (¡levísimo!) toque fantástico, la cinta navega entre la comedia surrealista y el melodrama con apuntes críticos, sin centrarse en ninguno de los dos campos. Una tomadura de pelo que consiguió que siguiéramos conservando la misma cara de pasmarote. Trabajar cansa, es cierto... pero aún cansa más asistir a una proyección de Trabalhar Cansa.

The Moth Diaries, el nuevo film de la directora de American Psycho, Mary Harron, está ambientado en el seno de un internado femenino en donde una de sus alumnas, marcada por el suicidio de su padre, empezará a sospechar la posibilidad de que una de las nuevas compañeras de la escuela sea un vampiro. ¿Realidad o simplemente los delirios de una mente enferma? Llena de referencias al Drácula de Bram Stoker, aunque incapaz de respetar las normas imperantes en el género vampírico, se trata de un producto de correctísima factura visual, lleno de truculencias e irregularidades en su guión. Una película fallida, tramposa y previsible que, sin embargo y debido al morbo de algunas de las situaciones planteadas, rompió un tanto con el amuermamiento general provocado por los dos títulos anteriores. Lástima que la teórica vampira resulte de lo más feucha.

En próximos e inminentes posts les seguiré informando sobre lo que ha sido este Sitges 2011. Permanezcan atentos a sus pantallas y no me cambien de canal.

9.10.11

SITGES 2011: Jornada 3 (divorciadas acosadas, conserjes perversos y damiselas enamoradas)

Da la impresión que la crisis no afecte directamente al público de Sitges 2011. Hacía tiempo que no veía las sesiones tan abarrotadas de público como en esta edición. Todo un éxito para el equipo capitaneado por Ángel Sala.

Anteayer cerré la jornada cinematográfica asistiendo a uno de los pases de The Caller, una coproducción entre Gran Bretaña y Puerto Rico dirigida por el debutante Matthew Parkhill. Un thriller fantástico en el que se mezclan bucles temporales, muertes extrañas y el acoso telefónico a una mujer que está pasando por un proceso de divorcio un tanto traumático. Las ansias del tal Parkhill por resultar más original que nadie, hacen que la trama que quiere colar al espectador resulte totalmente inconsistente, por no decir imposible. De nada sirve que logre un par de escenas inquietantes a lo largo de su proyección, pues el guión que las ampara no se puede pillar por ninguna parte. Suerte tiene el hombre del buen hacer de Rachelle Lefevre, su protagonista femenina sobre la que recae el mayor peso de la historia, y de contar con la presencia de gente como Stephen Moyer (el vampiro guapito de la serie True Blood) o el gran Luis Guzmán. A pesar de tener preparado ya el guión de una secuela, es un título a olvidar.

Otra historia es la que nos despertó ayer por la mañana, la esperada Mientras Duermes de Jaume Balagueró, un espléndido thriller que retrata la maldad en estado puro a través del personaje interpretado por un Luis Tosar fuera de serie: César, el conserje de un inmueble del eixample barcelonés que encuentra placer amargando la vida, de forma sibilina, a aquellos que le rodean y que está empeñado en borrarle la sonrisa del rostro a una de las inquilinas del edificio. Cínica y milimétricamente construida, Balagueró coloca un marcado acento al suspense con que se acerca a las escaramuzas del perverso César. Repite, como en [Rec], metiendo la cámara en una comunidad de vecinos, aunque en esta ocasión su sentido del humor sea un pelín más enfermizo. Cercana en ciertos aspectos a La Víctima Perfecta (aunque mejorando lo presente), se trata de una cinta ciertamente aterradora por lo que tiene de cercano y cotidiano el portero al que da vida Tosar, intérprete sin el cual la película no habría sido lo mismo, ya que le otorga a su personaje una entidad especial, casi cautivadora. ¡Cómo me gustan los malos malosos! Todo un festival del actor al que hay que añadir el morbo de ver a Marta Etura, su pareja en la vida real, metida en el pellejo de su principal víctima propiciatoria. Un Balagueró maduro que, por temática y ubicación física, haría las delicias del mismísimo Roman Polanski.


En la sección Panorama tuvimos que sufrir la nula trascendencia de Jane Eyre, un nuevo e innecesario remake de la inmortal novela de Charlotte Brönte llevada a cabo por Cary Joji Fyukunaga, un californiano (con nombre de japo) que desde Gran Bretaña ha apostado por resaltar las partes más sensibleras de la historia, olvidando erróneamente ese tono fantasmagórico y gótico que lucía el texto original o, sin ir más lejos, la brillante versión que en 1943 firmara Robert Stevenson y que se estrenó en España bajo el título de Alma Rebelde. Y es que esta nueva revisión, aparte de plana, se me antoja de lo más tedioso; una especie de telefilme sin ningún tipo de sustancia.

Les dejo. Hay más cosas que ver. Si el tiempo y la autoridad lo permiten, les seguiré informando. Manténganse a salvo y no confraternicen demasiado con su portero. Nunca se sabe por dónde van a salir los tiros.

7.10.11

SITGES 2011: Jornadas 1 y 2 (de robots, virus, alienígenas, talibanes, hombres lobo y hombres del saco)

Sitges 2011 abrió ayer noche sus puertas con la película catalana Eva, una cinta ambientada en un futuro inmediato en donde los humanos conviven codo con codo con robots. El trabajo del debutante Kike Maíllo indaga en los sentimientos más íntimos de un ingeniero cibernético que, tras regresar a su ciudad natal para colaborar en la creación de un autómata que posea el alma de un niño, deberá iniciar la búsqueda del pequeño que resulte más adecuado para transferirle sus emociones a la nueva criatura. Técnicamente impecable, se pierde sin embargo en un sinfín de reiteraciones y tiempos muertos que no conducen a ninguna parte. A pesar de sus buenas intenciones, resulta una historia de lo más previsible. Atención a la excelente labor interpretativa de Daniel Brühl, a la siempre impecable Marta Etura y al descubrimiento cinematográfico de la joven Claudia Vega. Por el contrario, a Lluís Homar le ha tocado cargar con el peso de un papel de lo más pésimo y ridículo: un androide con funciones de “chica para todo”.

Aparte de Eva, la jornada de ayer transcurrió dentro de los cánones previstos: sin grandes sorpresas pero dentro de una corrección más que notoria. Contagio, el nuevo film de Steven Soderbergh, ha resultado ser algo inferior a los buenos augurios que presentaba. A modo de docudrama y centrándose en diversos focos y personajes, la cinta indaga en los efectos que causa en la población mundial un virus letal. Unos quince minutos iniciales de antología y dotados de un magnetismo inusual, dan paso a un producto mucho más estándar y en ciertos aspectos en exceso acomodaticio. El estupendo trabajo de sus numerosos actores (de entre los que destacaría a Gwyneth Paltrow y Kate Winslet), la minuciosidad de su montaje y el nervio con que se enfrenta a su vibrante prólogo, contrastan con el desprecio con el cual trata a las redes sociales (y a un alarmista blogger en concreto) y con la preocupante forma de perder gas en su segunda mitad.

El descubrimiento de Attack The Block, planteando una invasión alienígena en uno de los barrios suburbiales de Londres (los mismos que hace poco protagonizaron serios incidentes callejeros en la vida real), ha sido una de las “sorpresas” cantadas de la primera jornada. Delirantemente divertida, acelerada y dotada de un sentido del humor ciertamente socarrón, provocó las delicias de una platea entusiasmada por el planteamiento urbanita y cachondo de su realizador, el británico Joe Cornish, un actor, guionista y director de televisión que debuta en el mundo del cine con este título. Si Ken Loach juntara su cine social con la ciencia-ficción más pasada de rosca, saldría una rareza al estilo de este film. Atención a uno de los jóvenes de color protagonistas, John Boyega, calcadito a Denzel Washington en sus años mozos.

Aburrida hasta la médula resultó Essential Killing, una producción polonesa de 2010, dirigida por Jerzy Skolimowski (el mismo broncas de El Año de las Lluvias Torenciales) y protagonizada por Vincent Gallo. Parca en palabras y capaz de alargar una situación única hasta límites insospechados, narra la caza y posterior huida de un talibán que, en su escapada, vivirá un muy particular viaje interior. Como El Fugitivo pero en versión “colgada”. Personalmente, fui incapaz de soportar su metraje íntegro y practiqué mi propia deserción.

Esta mañana Sitges ha amanecido con Lobos de Arga, una comedia minúscula ambientada en un pueblecito recóndito y ancestral de la Galicia profunda sobre el que pesa una oscura maldición gitana. Su director, Juan Martínez Moreno, no ha sabido estar a la altura de sus dos trabajos anteriores, Dos Tipos Duros y Un Buen Hombre, apostando por una comedia tontorrona y vacía más cercana en intenciones (no en resultados) a su primer título. Hombres lobos, escritores fracasados y pueblerinos cazurros se mezclan en una historia ya vista anteriormente en centenares de ocasiones. A destacar el divertido trabajo de Carlos Areces (este tipo está que se sale) y la fuerza de un gag que, protagonizado por un dedo cercenado, es capaz de levantar en la sala sonoras carcajadas.

A pesar de estrenarse hoy en toda España, también se ha presentado en el certamen Intruders, la nueva película de Juan Carlos Fresnadillo, todo un especialista en el género tras Intacto y la celebrada y trepidante 28 Semanas Después. Protagonizada por un sobrio Clive Owen y Pilar López de Ayala, entre otros, el realizador tinerfeño habla de herencias emocionales y entra a saco en el universo de los terrores infantiles. De factura impecable, la película se apoya en un inquietante y sólido guión y en una puesta en escena excelente y llena de pasajes ciertamente estremecedores. Nunca con anterioridad el “hombre del saco” había llegado tan lejos. Lo mejor y con diferencia, hasta el momento, del festival.

Les dejo. Mucho me temo que esta será una noche pasada por agua. Cosas de Sitges. Seguiré informando.

4.10.11

SITGES 2011: A la vuelta de la esquina

Dos son las imágenes que este año presidirán la 44ª edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya – Sitges 2011: un androide masculino y uno femenino ya que, entre otros temas, la inteligencia artificial será uno de los motivos principales de un certamen que despega el próximo jueves, pasado mañana, para cerrar sus puertas diez días después, el 16 de octubre.

Eva será la cinta de apertura, un prometedor título que, dirigido por el debutante Kike Maillo, va ligado claramente a la A.I. Inteligencia Artificial de Steven Spielberg, película que también tendrá su oportuna revisión. The Thing, la esperada precuela del film de John Carpenter, será la encargada de cerrar un festival lleno de productos a priori ciertamente interesantes.

Contagion, de Steven Soderbergh; el Intruders de Fresnadillo; la nueva de Balagueró, Mientras Duermes; la Melancholia del polémico Lars Von Triers o Burke and Hare, una comedia firmada por John Landis sobre el par de míticos ladrones de cadáveres del Edimburgo del siglo XIX, son sólo algunas de las muestras más tentadoras de una edición que además contará con productos de gente tan estimulante y adicta al festival como Abel Ferrara, Kim Ki-duk, Nacho Vigalondo, Takashi Miike, Kevin Smith o de todo un clásico como Monte Hellman, entre otros.

A medida que pueda, como cada año y una vez iniciada la función, les iré informando de cuanto vaya sucediendo por la atractiva localidad de Sitges. Mientras, si desean información más detallada sobre la programación, pulsen sobre este enlace.

Por cierto, ¿no les dan cierta grima los dos cartelitos de marras?

3.10.11

Aterroriza como puedas

Chris Morris debuta en la dirección cinematográfica con Four Lions, una comedia altamente arriesgada en la que se retratan las aventuras y desventuras de una célula terrorista islámica en tierras británicas. Y digo arriesgada porque, con los tiempos que corren, hay que ser muy valiente para tomarse a cachondeo el tema del terrorismo yihadista.

Cuatro terroristas, a los que posteriormente se les une un quinto, se disponen a perpetrar una masacre en la ciudad de Londres. No tienen muy claro ni su objetivo ni el modo de llevarlo a cabo. La verdad es que las mentes de los integrantes del grupo no dan para mucho pero, a pesar de ello, se muestran dispuestos a llegar muy lejos en sus propósitos.

Campos de entrenamiento, manipulación de explosivos, discusiones sobre su doctrina, técnicas de inmolación, cuervos adiestrados... un poco de todo al servicio de unos personajes que parecen escapados del Dos Tontos Muy Tontos de los hermanos Farrelli. Y todo ello ideado por el tal Chris Morris, un hombre formado durante veinte años en el mundo de la radio y la televisión y que ahora, con este su primer largo, se atreve a lidiar de forma satírica y vitriólica con un tema que nadie se había atrevido a tratar con anterioridad de manera tan disfuncional.

Four Lions se muestra perspicaz en la descripción de sus personajes principales. Cuatro rasgos son más que suficientes para definir a los integrantes de la troupe. El más inteligente de ellos, el líder de la causa, no sabe ni liar la o con un canuto. Imagínense al resto de la célula. Ciertamente delirante.

Una cinta jocosa, distinta y osada que incluso, durante sus últimos quince minutos y después de deleitarnos con un montón de gags a cuál más divertido, se muestra capaz de dar un inteligente giro hacia la tragicomedia sin olvidar su temerario tono satírico. Pocas comedias con tanto espíritu crítico y políticamente tan incorrectas aterrizan habitualmente en nuestra cartelera. Y cuando lo hacen, como en este caso, se estrenan mal y en poquísimas salas. Apúntensela y no la dejan pasar de largo.