31.10.10

Falsa moral

La polémica continúa. La inclusión de A Serbian Film en la programación de la última edición del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya Sitges 2010 sigue dando coletazos. La desmesura es norma habitual en este país; un país especializado en hacer de un grano de arena una montaña. Todo empezó con una tertulia televisiva desde el programa matinal de Concha García Campoy en la Cuatro, en donde incluso, vía telefónica y como aludido, intervino Ángel Sala, el director del Certamen. Unos tertulianos y una presentadora que, sin haber visto el film y amparándose en un artículo de prensa, daban por sentado que Sitges jamás debió haber proyectado la cinta de Srdjan Spasojevic, acusando de delincuentes y de incitar a la pederastia a los responsables del Festival y a los que acudimos como espectadores.

Bien es cierto que se trata de una película que, personalmente, no me interesó en absoluto, ni por su afán provocador ni por su escaso interés cinematográfico. Pero, lo que sí es cierto, es que el Festival tiene todo el derecho a programarla, al igual que hicieron con anterioridad otros certámenes sin que nadie se rasgara las vestiduras. Una de las funciones principales de todo festival es divulgar ciertos productos que difícilmente tendrán distribución comercial. Y aún más, en el caso de Sitges, por tratarse de una película que cuadra a la perfección con el género de terror y fantástico en el que está especializado. Pero Spain is diferent. Y si el problema viene desde Catalunya, aún es más diferent.

Lo peor de toda la historia es que ahora, dando palos de ciego y a buen seguro sin haber visto tampoco la cinta, la Federación de Asociaciones Para la Prevención del Maltrato Infantil, junto con una docena más de entidades, ha dirigido una carta abierta a los organizadores de la muestra exigiéndoles que no se proyecten jamás títulos en los que se torturen o asesinen a niños o a adolescentes. Una locura sacada de contexto. Adiós, por ejemplo, a posibles títulos fúturos en la línea de Mystic River, El Cebo o La Lista de Schindler. El espectador adulto no tiene criterio y ha de dejarse guiar por los padres de la moral y la patria. La ficción molesta. Hace incluso más daño ver la violación de un muñeco que simula un recién nacido que el escándalo que en realidad suponen los múltiples casos de pederastia que azotan al seno de la iglesia católica. Eso sí, el próximo domingo, los mismos que han atacado Sitges, le irán a lamer el culo al Santo Padre y al Papamóvil durante su visita a Barcelona. ¡País!, exclamaría Forges.

No olvidemos que A Serbian Film, por muy desagradable que sea, no es más que una película. Es indiscutible que en su afán provocador se salta ciertas líneas, pero no va más allá de la ficción. Y que conste que, al decir esto, no defiendo ni mucho menos las intenciones del film del tal Spasojevic, pero sí las del comité de selección del Festival de Sitges que consideró adecuado proyectarlo por incidir directamente en la temática del certamen. Desde esta página, mi más incondicional apoyo a Ángel Sala y a su gente, y mi total repudia a aquellos que, esgrimiendo las armas de la falsa moral, han arremetido contra ellos sin razón alguna.

Ahora, con tanto escándalo de tres al cuarto, lo único que han logrado es que A Serbian Film (un título al que no se le tendría que dar más importancia que el de la pura provocación) se esté convirtiendo en todo un récord de descargas en Internet. Chapeau por la instigación de Concha García Campoy y la Cuatro, una cadena televisiva cuyo programa estrella es Callejeros, un espacio que se nutre de las miserias humanas y el morbo con todo lujo de detalles. Y eso no es ficción. Lo que digo: la falsa moral no tiene límites.

27.10.10

Spaulding radiofonista


Desde el pasado domingo 17 de octubre, día en el que me estrené haciendo un amplio resumen del pasado Festival de Sitges, vuelvo a estar presente en las ondas radiofónicas como en los viejos tiempos. Concretamente como colaborador cinematográfico del programa de Onda Rambla de Punto Cero De La Terra A la Lluna, un magazín cultural que dirige y presenta el amigo Víctor Ríverola desde el año 2002.

El evento sucederá cada domingo y durante una horita, desde las 13 a las 14 horas. Especiales sobre géneros y temáticas de cine muy concretos, junto con la crítica de la cartelera actual, supondrán mi función específica dentro del espacio.

El problema, para todos aquellos de ustedes que no residen en Catalunya, es que se emite en la franja autonómica de la emisora y en catalán. Creo, de todos modos, que si le ponen un poco de fe y pillan un pelín nuestra lengua, podrán seguirlo Online a través de su página web.

¿Nos oímos este próximo fin de semana? Personalmente, no faltaré a la cita.

21.10.10

Del trailer al largo

Cuando hace un par de años se estrenaba Planet Terror -todo un guiño a la serie zetosa que inundaba los cines en los 70 y las estanterías de los vídeo-clubs en los 80-, su director, Robert Rodríguez, abría la sesión con un trailer falso que llevaba por título Machete. Si Planet Terror resultaba de por sí una broma divertida, el simulado avance publicitario de otro film lo era aún más, tanto por su brevedad como por el impacto cachondo de cuanto exponía. Tanto es así que, bajo petición popular, Rodríguez finalmente ha regalado a sus seguidores el anunciado producto.

Machete retoma el argumento que revelaba su trailer e incluso respeta algunos de los cortes y diálogos de éste, aunque filmados de nuevo con idéntica estética visual. El director de Sin City apunta conscientemente al mismo estilo de realización destartalada y de pésimo montaje que utilizó para la citada Planet Terror. La gamberrada y el homenaje a un tipo de cine que ya no se estila vuelven a estar presentes, sin sutilezas de ningún tipo y a lo brutote, como el género manda y sin que falten niñas aguerridas enfundadas en cortísimas faldas.

Las decapitaciones y desmembraciones están a lo orden del día. Todo con mucho sentido del humor. Un humor tosco y basto, perfectamente bien empleado, pues no se trata, ni mucho menos, de una comedia inglesa cargada de ocurrencias refinadas, sino de una historia violenta situada cerca la frontera de los EE.UU con México.

En primera plana, Machete, un ex agente federal mejicano convertido en un sin papeles en Texas: un ser solitario y resentido, todo un as en el manejo de cualquier tipo de armas, en especial las blancas. De fondo, y entre otros personajes, una joven y atractiva oficial de la migra; un senador racista dispuesto a acabar con los espaldas mojadas; un hombre de negocios con varios sicarios en nómina y un narcotraficante con más de un asunto pendiente con Machete.

Todo muy básico, yendo directo grano, al igual que sucede con la filosofía que aflora del personaje de Machete, un tipo duro al que interpreta un genial Danny Trejo, un secundario que, a buen seguro por su aspecto físico, se ha pasado la mayor parte de su carrera encasillado en papeles de malo. Por fin, gracias a este atípico héroe de acción, ha logrado colarse como cabeza de cartel. Y Rodríguez, aprovechando la fealdad un tanto freaki del actor, no se corta un pelo con él y tiene los santos bemoles de convertirle en un follador nato al que no se le resiste hembra alguna. Tanto es así que incluso se atreve a emparejarlo con la mismísima Jessica Alba. Y es que, en el caso de Machete, la belleza está en el interior. Tal y como he dicho antes, de sutilezas pocas, las mínimas.

No esperen un gran título. Sólo disfrútenlo como una gansada y punto. No hay más. De consumo rápido y cuatro risotadas. Y de pasada, déjense sorprender por la aparición de un Steven Seagal de desorbitado cuerpo y por la de un Don Johnson de lo más perverso, acreditado este último en el film como introducing; o sea, igual que si se tratara de su primer trabajo en el cine... Ya les digo: una gamberrada.

19.10.10

SITGES 2010: Coletazos finales

Tres últimos días de Festival. El cansancio empieza a notarse. La disposición a seguir consumiendo cine, aún latente... aunque sea por vía intravenosa.

DÍA 8 (de tortilleras con colmillos, aliens in love, depravaciones asquerosas, homenajes exquisitos y emulos amarillos de Vicente Aranda y Jesús Franco)

El jueves empezó de forma dicharachera con la proyección de We Are The Night, una producción alemana con un grupo de apetecibles vampiras lesbianas como protagonistas. De cuidada realización, se trata de una cinta con ritmo, francamente entretenida y con un claro guiño a La Cenicienta de Disney. Algún que otro pasaje en plan vídeo-clip o la inconsistencia de su guión merman el interés de una trepidante propuesta que, a pesar de su frescor sangriento, podría haber estado mejor elaborada argumentalmente hablando.

A continuación, con Monsters, llegó una de los considerados platos fuertes del certamen y que, particularmente, me decepcionó en muchos aspectos. De producción británica, aunque filmada en Sudamérica, México y EE.UU., supone el debut en la pantalla grande de Gareth Edwards, un hombre procedente del mundo de los efectos especiales. Ambientada en un futuro no muy lejano, justo tras una invasión alienígena, más que una cinta de ciencia-ficción al uso se trata de una historia de amor, en toda regla, entre la hija de un magnate de la prensa y un fotógrafo, a punto ambos de cruzar una zona de alto riesgo para, desde México, alcanzar la frontera norteamericana. Lo mejor estriba en su prometedor inicio y en el buen hacer de sus dos protagonistas principales, Scoot McNairy y Whitney Able. Lo peor, su reiterativo desarrollo, la cutrez de unos pulpos extraterrestres (a la gallega estarían de puta madre) y su rosado final.

A Serbian Film, aparte de tratarse de un film de un mal gusto inenarrable, no es más que la exaltación de la depravación humana llevada hasta extremos increíbles. Cada año ha de salir al ruedo un provocador de turno y, en esta ocasión, ha sido el tal Srdjan Spasojevic quien ha tenido que dar la nota a través de un producto infecto, sin ningún tipo de aliciente cinematográfico y realizado con la única y exclusiva intención de ofender. Ante un producto de estas características, es mejor la indiferencia total. Lo peor es darle más importancia de la que tiene, pues no se merece tanto protagonismo. Punto y aparte.


El coreano Im Sang-soo, en la presentación en el Auditorio de su película The Housemaid, sin vergüenza alguna tuvo el valor de compararse con el mismísimo Alfred Hitchcock. En realidad, su propuesta, una historia de adulterio, amor y pasión entre un hombre adinerado y su empleada de hogar, se acerca más al cine del Vicente Aranda de los últimos años que al del realizador de Rebeca. O sea, un poco de sexo enfermizo, otro poco de morbo y un mucho de mal rollete familiar marcado por un par de embarazos y una suegra cizañera. Aburrida, aunque rodada con cierta elegancia. En los años 60 ya la había filmado, con mejores resultados, Kim Ki-young (La Criada).

El desaparecido José Luis López Vázquez recibió su merecido homenaje con la proyección de un par de brillantes y emblemáticos trabajos de su carrera, La Cabina y El Bosque del Lobo, dos títulos que siguen totalmente vigentes casi cuarenta años después de su estreno. Una excelente demostración de que no sólo de basura se alimentaban la televisión y el cine español de los setenta.

Les Nuits Rouges Du Bourreau De Jade se trata de un subproducto de serie Z que, filmado en Hong Kong, pretende mezclar el cine de aventuras con el thriller policiaco a través de una historia pésimamente contada y protagonizada por tres mujeres (¿fatales?) en busca de un “algo” (si la peli fuera digna irían tras un McGuffin). Hacía tiempo que no me enfrentaba un guión tan confuso como éste. De propina, y sin venir a cuento, una tortura extrema en plan Martyrs. Tal y como la definió a la perfección mi cuñado absence, "es como si Jesús Franco hubiese hecho una película en la China". O sea, para huir lo más rápido posible del cine. Y no se lo pierdan: para tal pérdida de tiempo se han necesitado a dos directores. Bestial.

DÍA 9 (de niñas vampiras remakeadas, colgadas tailandesas y anfitriones histriones)

La jornada se inició con Let Me In, el remake norteamericano de la compacta Déjame Entrar, un producto digno aunque totalmente innecesario. No posee, ni mucho menos, la poética y sensibilidad del título original, aunque respeta su reposado tempo narrativo (a pesar de inventarse un flash back inicial para llamar la atención del espectador) y se muestra moderado en el uso de efectos especiales. Los dos niños protagonistas están perfectos en sus respectivos papeles, pero un servidor se queda con los ojos y la mirada de la joven de la primera... una mirada difícil de olvidar. Dirigiendo el cotarro Matt Reeves, el mismo de Monstruoso.

Un tremendo palo para el intelecto y el cansancio acumulado significó la tailandesa Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Live (en español, algo así como las vidas anteriores del tío Boonmee), la Palma de Oro del último Cannes, una cinta cargada de alegorías sobre la vida y la muerte y con la presencia de un moribundo al que visitan algunos familiares, entre ellos un hombre mono y una mujer fantasma. Le di media hora de vida y aguanté estoicamente en la sala hasta los 50 minutos de proyección. Más de dos horas que duraba la bromita. El premio de la prensa (¡cómo no!) recayó en este título. La petulancia no tiene fronteras.

The Perfect Host fue la inevitable propuesta anual procedente de Sundance. De muy bajo presupuesto y dotada de una original e ingeniosa apertura, la indi del certamen nos acercó al infierno vivido por un quincorro que, tras un atraco fallido y huyendo de la poli, busca refugio en el domicilio de un anfitrión que promete afabilidad y simpatía. La fuerza inicial se pierde al cargar en exceso el peso de la función en David Hyde Price, un actor pasado de rosca que, con su cargante histrionismo, acaba con cualquier buena intención.

DÍA 10 (de clásicos mudos y familias iracundas)

Primero una proyección clásica, la de la versión restaurada de Metrópolis con la Maria incluida (robot femenino en el film de Fritz Lang y premio emblemático en Sitges). Para chuparse los dedos con ese peazo pantalla del Auditorio. Luego, y ya como punto final de un Festival este año no muy flamante, Mother’s Day, remake violentísima del título homónimo de 1980. Una serie B, esmerada y resultona, que narra el secuestro de los invitados a una fiesta casera por parte de un peculiar grupo familiar cargado de mucha mala baba. Al frente de los secuestradores, una cincuentona Rebecca de Mornay; tras la cámara, Darren Lynn Bousman, el mismo de los Saw 2, 3 y 4. O sea, tal y como pueden suponer, la sangre a borbotones está más que garantizada. No aburre, pero sabe a más de lo mismo.

Hasta aquí hemos llegado. El año que viene, siempre que el tiempo, las autoridades y los trolls lo permitan, más sobre Sitges.

17.10.10

SITGES 2010: Los coletazos de en medio

El Festival de Sitges finalizó ayer. Hoy, de nuevo en casa y dispuesto a escribir las impresiones sobre aquellos films que pude visionar en una edición que, en mi modesta opinión, ha resultado menos fantástica de lo esperado y cuyos premios ya pueden consultar en este link.

DÍAS 5 Y 6 (de mansiones encantadas, vampiros rockeros y brujas apestadas)

El lunes y el martes pude prestar muy poca atención a las proyecciones del certamen. De todos modos rasqué alguna que otra cosilla, tal y como sucedió con La Otra Hija (The New Daughter), estrenada este mismo fin de semana en España y que supone el debut, en el campo del largometraje, del donostiarra Luis Berdejo. Un debut por todo lo alto en los EE.UU., con Kevin Costner e Ivana Baquero (la niña de El Laberinto Del Fauno) como protagonistas principales. La historia propuesta supone una nueva vuelta de tuerca a un tema en exceso manido, el de las mansiones poseídas, con alguna que otra mínima variación en relación con la inmensa cantidad de productos similares. Aquí, por ejemplo, el mal no habita en el interior de la casa, pues se localiza en un montículo situado en el bosque que la rodea. Un padre divorciado y sus dos hijos se trasladan a vivir a una nueva residencia, lugar en el que a la hija mayor se le irá agriando el carácter. Más de lo de siempre, filmado sin garra alguna y con la única intención de cubrir el expediente.

Un pase del director’s cut de la sobrevalorada Donnie Darko y la revisitación de Hipnosis, un esforzado título español de cine negro de los años 60, dirigido por Eugenio Martín y con inquietante muñeco de ventrílocuo incluido, fueron algunos de los pases destacados antes de una sesión golfa dedicada al vampirismo. De los tres títulos programados, tuve la posibilidad de asistir a Suck, una tontería de producción canadiense orquestada por un tal Rob Stefaniuk, a medio camino entre la ópera rock, el cine sobre vampiros y la comedia idiota. De protagonistas, los integrantes de una banda rockera que ven aumentar el taquillaje de sus conciertos tras haber sido vampirizada la vocalista del grupo. Su principal objetivo, homenajear a los viejos rockeros, aquellos que nunca mueren, a través de un cansino sinfín de guiños visuales y musicales. A pesar de las colaboraciones de Alice Cooper, Iggy Pop, Moby y de un patético Malcom McDowell (a modo y manera de un moderno Van Helsing), la cosa se queda en agua de borrajas.
El martes sólo pude asistir a Black Death, una coproducción anglo-alemana realizada por Chistopher Smith. Ambientada en la Europa del siglo XIV y en medio de una furibunda plaga de peste, la cinta se centra en un grupo de personajes que, movidos por la sospecha de posibles actos de brujería, inician el viaje a un pueblo cuyos habitantes se muestran inmunes a la pandemia. Algunos giros inesperados de guión y su perfecta ambientación, son lo más destacable de un trabajo aburrido y con una fuerte carga religiosa en su haber. Atención a la presencia, siempre de agradecer, de Sean Bean (cada día más parecido físicamente a Laudrup, el ex jugador del Barça) y a los cantarines pelucones encasquetados a algunos de sus actores.
DÍA 7 (de pijos neoyorquinos, trapicheos urbanos, camioneros rusos, padres vengadores, víctimas de atracos y exorcistas chapuceros)

La jornada se abrió con la cargante y aburridísima Twelve, el último trabajo del norteamericano Joel Schumacher. Una falsa visión sobre la juventud neoyorquina actual, llena de hijos de papá y fiestecitas nocturnas privadas, en donde las drogas, el alcohol y la violencia cobran un protagonismo especial. De ser el director que convirtió a Batman y a Robin en dos locuelas escapadas de una revista de Colsada, el hombre se ha convertido en un prepotente juez de lo más moralista. De juzgado de guardia. Y digo yo, ¿qué narices tiene de fantástico este título para estar en un festival de género?

A continuación, huyendo de nuevo del fantástico y adentrándose directamente en el cine negro, la sueca Dinero Fácil. Dirigida por Daniél Espinosa, se trata de un digno thriller, quizás demasiado alargado en su metraje (124 minutos), en donde se mezclan mafias locales, narcotráfico y un montón de personajes salidos de los bajos fondos de Estocolmo con ganas de ganar dinero rápido y por la vía fácil. Algunas escenas de acción, perfectamente filmadas, ayudan a romper un tanto su calmado ritmo narrativo.

Programada de forma alucinante dentro de la sección oficial fantástica, llegó
al festival My Joy, una producción ucraniana, de tinte claramente realista y que supone un devastador retrato de la antigua Unión Soviética, un país en donde la miseria campaba a sus anchas. 130 minutos de lo más plomizo protagonizados por un camionero que, en su ruta, se enfrentará a un sinfín de situaciones en las que la indigencia tiene un papel destacado. Muy buenas intenciones al servicio de un peñazo imposible de soportar. Un servidor, en busca de aire fresco, no llegó a la hora de proyección.
Lo mejor del día, sin ser tampoco de género fantástico, se localizó en la canadiense Les 7 Jours du Talion, un melodrama cercano al noir en el que un padre de familia, cirujano de profesión, decide tomarse la justicia por su mano ante la violación y asesinato de su hija de ocho años. La tortura vuelve a estar presente en Sitges tras la polémica que supuso Martyrs en una edición anterior, aunque en este caso, su realizador, Daniel Grou, se acerca a la misma de un modo más sutil, sin saltarse los límites y sin recrearse en ella, todo lo contrario que la citada ganadora del Méliès de Oro del año pasado. Un thriller tenso, duro, de ritmo reposado y con un mucho de juego psicológico en su haber.

La italiana La Doppia Hora también huye del fantástico para centrarse, al igual que el título anterior, en el cine negro. Dirigida por un tal Giuseppe Capotondi, la cinta narra las vivencias de una inmigrante del Este, empleada de servicio en un hotel de Turín, que se convierte en una de las víctimas de un atraco a mano armada al lado de su nuevo compañero sentimental, un ex policía reconvertido en guardia de seguridad. Un giro en su guión, de lo más falso, truculento y manido, acaba con la buena impresión inicial.

La Posesión de Emma Evans, cinta española del barcelonés Manuel Carballo rodada totalmente en inglés y producida por Julio Fernández (Filmax en sus últimos coletazos), no aporta nada nuevo al tema de los exorcismo y posesiones diabólicas varias. El Mal, al igual que en el cine patrio del franquismo, no tiene cabida en tierras españolas. La adolescente rebelde de siempre, con problemas familiares y con el demonio metido en el cuerpo. De propina, el exorcista de turno marcado por una conjura anterior que le salió un tanto chunga. La única diferencia con otros títulos similares estriba en que el sacerdote en cuestión es familiar directo de la jovencita. Mal filmada, peor interpretada y pésimamente escrita. Una loa al primer plano y al montaje sincopado como máxima expresión cinematográfica. Para ver vídeo-clips me enchufo la MTV.

En un próximo post, los últimos días de este Sitges 2010.

12.10.10

Así en el cielo como en la tierra

Hizo la ruta París-Tombuctú, pernoctando en Calabuch. Allí, montado en el motocarro de Plácido, cruzó El Puente, paseó por la Calle Mayor y fue testigo de la Muerte De Un Ciclista. Tras adentrarse en El Bosque Animado en compañía del Malvado Carabel, cometió un Asalto Al Casino, un Atraco A Las Tres y rehusó hacer amistad con El Verdugo, aunque fueron a parar Todos A La Cárcel.

Fue un hombre de Tamaño Natural, uno de Los Nuevos Españoles, de los de consistencia Total. Bailó al son de la música de Sinatra con Juanita La Larga, intimó con La Vendedora De Ropa Interior, salió de copas con La Duquesa Roja y tuvo el honor, durante El Año De Las Luces y al lado del Señor Alcalde, de dar la Bienvenida a Mister Marshall.

La Vida Es Maravillosa por habernos dado a un personaje como él. Atendía por Manuel Alexandre, uno de los secundarios de lujo del cine español que nunca estuvo Fuera de Juego. Más de 230 largometrajes avalan su gran profesionalidad. Único e irrepetible. Hoy, a los 92 años de edad, nos ha abandonado. Descanse en paz.

A pesar del dolor por su pérdida, aun Amanece, Que No Es Poco.

SITGES 2010: Segundos coletazos

DIA 3 (de exorcismos, prostíbulos, polis amarillos, muertos bien muertos, vengadores justicieros y esquiadores congelados)

La jornada del sábado empezó con buen pie. A primera hora de la mañana, aún con las legañas puestas, una especie de falso documental muy en la línea de El Proyecto de la Bruja de Blair y similares. Su título, El Último Exorcismo (The Last Exorcism). Dirigida por el norteamericano Daniel Stamm, la cinta finge el seguimiento de un exorcista que, ante la cámara de un equipo de reporteros, asegura que su trabajo no es más que una farsa para liberar de malos rollos y supersticiones a aquellos que creen estar poseídos por el demonio. Al contrario que muchas de sus predecesoras, atrapa, tiene sentido del humor y domina a la perfección el suspense en sus escenas más tensas, No tiene complejo alguno en utilizar una banda sonora para realzar sus pasajes dramáticos y se muestra inteligente en ir cambiando de rumbo su guión a medida que avanza su metraje. Atención al momento en que la niña poseída se hace con la cámara de vídeo: sencillamente delirante.

Carne de Neón significa el segundo largometraje del sevillano Paco Cabezas tras su decepcionante debut, hace unos tres años, con Aparecidos. Es indiscutible que su nuevo film, basado en su corto de idéntido título del 2005 ha sido una de las sorpresas del festival. Fresca, acelerada, violenta y con un endiablado sentido del humor, sigue los pasos del estilo sincopado de Guy Ritchie pero a la española. Plagada de personajes salidos del universo almodovariano (el travesti La Infantita o Pura, la madre del protagonista, son buenos ejemplos de ello), nos narra una historia ambientada en los bajos fondos de una gran ciudad portuaria, lugar en el que un joven sin futuro pretende montar, con la ayuda de un par de quincorros, un prostíbulo como regalo a una madre que está a punto de salir de la trena tras cumplir una larga condena. El joven Mario Casas y la legendaria Ángela Molina (más dama del cine que nunca) están que se salen. Y de propina, la aparición siempre perturbadora de Darío Grandinetti y el desparpajo interpretativo de Vicente Romero. De los productores de Celda 211. No se estrenará, en principio, hasta el próximo mes de enero.
Mientras en el Prado se proyectaba una copia de la ya mítica El Tiempo En Sus Manos de George Pal dentro de la retrospectiva El Temps al Cinema (El Tiempo en el Cine), en el Retiro pudimos asistir a Fire Of Conscience, un decepcionante thriller de Hong Kong dirigido por Dante Lam en el que un policía ha de enfrentarse a varios casos a la vez, incluidos el asesinato de una prostituta y la desaparición de un teléfono móvil conteniendo una valiosa información. Una secuencia inicial visualmente impactante es lo único a destacar de un producto farragoso y mal explicado. A otra cosa mariposa.
Mientras esto ocurría, las calles de Sitges, tal y como es habitual en los últimos años, se iban llenando de zombis para celebrar lo que se ha dado en llamar la Zombie Walk. Una nota fiestera y carnavalera (aunque tontorrona) al servicio de un festival en donde siempre se ha tenido en gran estima a los muertos vivientes.

Y por la noche, en el Auditorio, en sesión golfa y de una sola tacada, tres títulos de producción norteamericana para llegar hasta la madrugada. El primero de ellos, una solemne burrada: After Life, una cinta de la varsoviana Agnieszka Wojtowicz-Vosloo que pretende indagar en lo que hay después de la vida mediante la experiencia de una joven que, tras un accidente automovilístico, despierta sobre la mesa de autopsias de una funeraria regentada por un tipo que posee la facultad de hablar con los muertos. De guión tremendamente ridículo e imposible y exento de una mínima lógica interna en su desarrollo, la cosa, sin embargo, a buen seguro alegró la velada a los fans de su protagonista femenina, una adelgazadísima Christina Ricci paseándose por la pantalla o bien en pelota picada o enfundada en una ceñida y cortísima combinación de color rojo. Nunca un cadáver había resultado tan sensual. Que pena da ver a un gran actor como Liam Neeson metido en un engendro como éste.

Con Jonah Hex la gala se animó un poco más. Un western de tono fantástico basado en un personaje de la DC Comics, que se pasa todo el metraje intentando vengar la muerte de su familia en manos de un tipo siniestro dispuesto, con sus malas artes, a apoderarse del mundo. Numerosos guiños al spaguetti western y, de nuevo, como en el título anterior, con la presencia de un protagonista capaz de charlar con los que se han ido al otro barrio. Josh Brolin, con el careto desfigurado, es el tal Jonah, mientras que un desmelenado (y envejecido) John Malkovich da vida al villano de la función. Y, de propina, para despertar al público adormecido, la presencia de una tentadora Megan Fox. Un simpático trabajo sin más pretensión que la de entretener.

Para rematar la larga noche, Frozen, el mejor de los tres films de la sesión golfa. Dirigida por un tal Adam Green, se trata de una cinta en donde la angustia cobra una relevancia especial al dejar a tres jóvenes esquiadores colgados en un telesilla, a una considerable altura, en medio de la oscura y fría noche. La lucha por la supervivencia sólo acaba de empezar. Tensa y por momentos brutal, esta fue la otra clara sorpresa de la jornada. Y eso que, en sus primeros quince minutos, todo hacía pensar que iba a tratarse de una comedieja más protagonizada por teenagers pijillos. Pero nada es lo que parece. Una situación única con un escenario único. Y a sufrir.
DÍA 4 (de psiquiátricos, violencia extrema, basura en 3D y pandemias)

Gran decepción el regreso de John Carpenter a la gran pantalla tras diez años de ausencia. Su Encerrada es una de las cintas más truculentas y falsas que se han proyectado en lo que va de certamen. Y eso que poseía todos los ingredientes necesarios para lograr un buen film de terror al uso: un sanatorio mental en los años 60 y un montón de crímenes sin resolver en su interior. De propina, un grupito de internas femeninas de muy buen ver. A partir de su prometedor planteamiento, la gratuidad de todo cuanto ocurre no tiene nombre. Una pena la vuelta del abuelo.
Secuestrados es otro de los títulos ciertamente interesantes que se han podido ver hasta el momento. De nuevo, otro sevillano tras la cámara: Miguel Angel Vivas, quien se ha planteado un trabajo muy en la línea del Funny Games de Haneke, aunque, al contrario que el realizador alemán, sin apartar sutilmente la cámara de los pasajes más violentos. Éste afronta la violencia de cara, sin tapujos, quizás incluso recreándose demasiado en ella a la hora de contarnos lo que sucede en el interior de una casa, justo cuando sus habitantes han sido secuestrados por un grupo de encapuchados con ganas de sacar una buena tajada de sus pertenencias. La elegancia de su filmación (no más de 12 planos secuencia perfectamente coordinados), el excelente trabajo de sus actores y el modo de partir la pantalla en dos para narrar ciertos sucesos paralelos, hacen de Secuestrados un producto encomiable y, a mi parecer, la posible película ganadora del certamen.
Amphibius es la nueva propuesta de Brian Yuzna tras sus muchos años al servicio de la empresa Filmax. Monstruos marinos prehistóricos en plena Indonesia filmados en 3D. El sistema de las gafitas de marras nunca ha sido de mi agrado... pero que ahora hasta el cine basura se atreva a jugar con él, ya me parece excesivo. Quince minutos y me salí de la sala. A mi edad ya no estoy para perder el tiempo con chorradas insustanciales.
Fase 7 es un curioso film argentino que, en tono de comedia ácida, afronta el pánico colectivo ante una situación de pandemia como la de la denominada gripe A. Ambientada en una escalera de vecinos que las autoridades han puesto en cuarentena, su debutante realizador, el otrora montador Nicolás Goldbart, sabe sacarse de encima la sensación inicial de encontrarnos ante un nuevo Rec y apuesta directamente por un film coral en el que carga buena parte del sentido del humor que desgrana sobre el personaje interpretado por un genial Daniel Hendler. Jocosa por momentos y extremadamente alargada en otros, a la cinta, por desgracia, le sobra una larga media hora de proyección. Y eso que el hombre era montador...
Hasta aquí la información del festival referente al pasado fin de semana. Por mi parte sigo yendo al cine, aunque no volveré a estar con ustedes hasta el próximo domingo, día en el que iniciaré una serie de posts para seguir informándoles de todo lo visto en Sitges. Les dejo, que me empieza una película y está lloviendo a cántaros. ¿Qué sería de este certamen sin la lluvia?

11.10.10

SITGES 2010: Primeros coletazos

Sitges 2010 ya está en marcha desde el pasado jueves. Inmerso en el huracán cinematográfico y de sensaciones variadas que supone el festival, aprovechando un momento de pausa, me dispongo a informarles de algunos de los títulos que he podido visionar hasta el momento.

DÍA 1 (de cieguecitas y luchadores)

El certamen inauguró con Los Ojos de Julia, un thriller español que, dirigido por Guillem Morales, sitúa a Belén Rueda en medio de una intriga en la que se mezclan suicidios injustificados, posibles crímenes y enfermedades oculares degenerativas. Lo mejor del film es el buen trabajo de la actriz (convertida ya en musa del fantástico nacional) y su cuidadísima realización. Lástima de un guión que patina por todas partes, mostrándose incapaz de darle un mínimo de credibilidad a una historia que va difuminándose por momentos. Por mucho que se esfuerce en acercarse a la maestría de Sola en la Oscuridad, la ceguera de Julia queda a años luz de la de Audrey Hepburn. Guillermo del Toro produce el cotarro.

Antes, muy tempranito, por la mañana, pudimos ver Ip Man 2, un título que sigue los pasos de su predecesora aunque sin tener la mitad de garra que ésta. Si la primera apostaba por las vivencias de un maestro de artes marciales en la China invadida por los japoneses, la nueva entrega resulta una especie de Rocky IV en amarillo. En ella se nos plantea el combate que el protagonista tendrá que realizar contra un boxeador yanqui muy brutote. Las artes marciales contra el boxeo. China vs. EE.UU. Todo muy manido, facilón y previsible. Lo más destacable, al igual que en el original, es el trono costumbrista con el que se acerca a sus personajes. Una manera como otra de seguir machacándonos con la biografía del que fuera principal maestro del legendario Bruce Lee.

De madrugada, en el Auditorio del Meliá, pudo verse El Exorcista, uno de los clásicos del género revisados en esta edición. Las vomitonas y meadas de Linda Blair volvieron a causar furor entre los defensores del film de William Friedkin (entre los cuales jamás me he contado).

DÍA 2 (de pelirrojos, más cieguecitas, payasadas chinas y homenajes varios)

La jornada empezó con Notre Jour Viendra, una producción francesa de lo más pedante e inaguantable. Dirigida por Romain Gavras (hijo del prestigioso Costa Gavras), la película se acerca a la extraña relación que mantienen un psicoanalista perverso (un Vincent Cassel empecinado en emular al doctor House) y un joven con problemas de integración. Su condición de pelirrojos les ha marcado frente a la sociedad y juntos deciden volcar su rabia con cuantos se crucen en su camino. Aburrida y pésimamente explicada. A media hora de su finalización huí raudo de la sala. Las herencias genéticas no siempre funcionan al cien por cien.

Eugenio Mira presentó Agnosia, una historia, narrada entre finales del siglo XIX y principios del XX, en donde ya se hacía presente el espionaje industrial. Suplantaciones personales, complots desmelenados y un retrato de la burguesía catalana de la época forman parte de la trama. Una cinta rocambolesca, muy en la línea del Brian De Palma más pasado de rosca, que navega entre los aciertos (el final a lo Padrino III en las escalinatas de la catedral de Girona) y los errores que emanan de un guión pésimo y un casting no muy acertado (las malas interpretaciones de Eduardo Noriega y Sergi Mateu son buena muestra de ello). Al igual que en Los Ojos de Julia, su protagonista femenina vuelve a ser una chica aquejada de una enfermedad que la deja casi ciega y con ciertas facultades sensitivas deformadas. El fantástico nacional de este año ha optado por las mujeres españolas con minusvalías preocupantes.

A Woman, A Gun Ana A Noodle Shop significa el peculiar (y fallido) remake de Zhang Yimou de Sangre Fácil de los hermanos Coen. Ambientándolo en el pasado (el feudalismo chino queda bien latente), a Yimou se le va la mano y convierte la negra historia original en una payasada sin límites, de colores chillones y sin el cuidado escénico que, en general, ha marcado la filmografía del cineasta. Mucha tontería y poca chicha.

Dentro de la sección Els Altres Fantàstics (Los Otros Fantásticos), el festival se acerco a los ojazos de la pequeña Ana Torrent de Cría Cuervos, una de los títulos punteros (y más plomizos) de la obra de Carlos Saura.


Ya entrada la madrugada, en sesión golfa en el cine Prado, se proyectaron un par de películas en homenaje al recientemente fallecido Paul Naschy: La Sombra Prohibida (o sea, la continuación de la insustancial Herencia Valdemar) y El Gran Amor del Conde Drácula, así como El Hombre Que Vio Llorar a Frankenstein, un emotivo documental sobre el actor.

Por otra parte, en sesión golfa en el Audiotorio, se proyectó El Resplandor. Jack Nicholson, 30 años después, volvió a pasearse, a grito pelado y desmelenado por una pantalla de Sitges. Hay cosas que siempre regresan.


Próximamente, un poco más sobre el certamen. Me voy al cine.

6.10.10

SITGES 2010: La cuenta atrás

Mañana, jueves 7 de octubre, se inaugura la 43ª edición del Festival de Cinema Fantástic de Catalunya, el Sitges 2010. Como en ediciones anteriores, volveré a rondar por el lugar, aunque de una forma más esporádica que en otras pues, el tiempo y otros menesteres, me impiden la presencia al completo durante los 10 días de proyecciones. A buen seguro, durante el certamen y al terminar el mismo, les mantendré al corriente de todo cuanto haya podido ver.

El Resplandor, tal y como indica su póster, es el leitmotiv del Festival de este año. Un Festival que abrirá con Los Ojos de Julia y clausurará con Mother's Day. El primero es un thriller español protagonizado por Belén Rueda bajo la tutela, en la producción, de Guillermo del Toro, mientras que el segundo se trata del remake de El Día de la Madre, film de serie B que dirigiera en 1980 Charles Kaufman. Por en medio, un mucho de cine fantástico, alguna que otra grata sorpresa y un montón de personajes homenajeados, de entre los que cabe destacar a Roger Corman, Joe Dante y Rebecca de Mornay.

Si quieren más datos sobre la extensa programación y los diferentes actos a celebrar, no tienen más que pulsar sobre este link.

Apriétense los cinturones y déjense llevar. El terror, el gore, y el suspense están más que garantizados. Espero, durante los próximos diez días, cruzarme con alguno de ustedes por las calles de Sitges.

9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1...

4.10.10

A dos metros bajo tierra

El español Rodrigo Cortés debutó en el mundo del cortometraje a finales de los 90 y, en el 2007, se estrenó en el campo del largo con el espléndido Concursante. Tres años más tarde, regresa a la pantalla grande con Buried, una de las cintas más interesantes de entre todas las estrenadas hasta el momento en esta temporada.

Poco pienso escribir sobre Buried. Su historia es tan precisa, mínima y tensa, que no querría desvelar ninguno de los aspectos que envuelven a una de las pesadillas más angustiantes vistas en una sala cinematográfica. Sólo avanzarles que Cortés ha ido mucho más allá de los enterrados vivos anteriormente por Tarantino (Kill Bill 2 y C.S.I. Las Vegas). Su minuciosidad descriptiva, su ritmo trepidante y la originalidad de la puesta en escena (exenta de trampas narrativas tipo flash-back), hacen de ella una propuesta singular e irrepetible. Noventa minutos de alto voltaje total.

Un desierto en Irak y un tipo en un sobrio ataúd sepultado unos cuantos metros bajo tierra. Oscuridad, miedo y claustrofobia son sus principales parámetros. El escenario es único y la habilidad de su montaje es mayúscula. Con cuatro detalles de guión y un par de movimientos de cámara, se transmite fácilmente la ansiedad de su protagonista al espectador. Sólo hay que añadirle la solvencia interpretativa de Ryan Reynolds para ayudar a traspasar la impotencia que siente su atemorizado personaje, Paul Conroy, un transportista norteamericano atrapado en vida bajo la arena iraquí.

Aquí me planto. Descubran la exquisiteces de Buried por ustedes mismos. Y acudan a la cita antes que les destripen demasiado la historia. Por si las moscas, llévense un par de ansiolíticos en sus bolsillos.

Por cierto: pongan mucha atención en sus títulos de crédito iniciales y en la maravillosa banda sonora compuesta por Víctor Reyes. Punto.