30.8.16

Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Gene Wilder pero nunca se atrevió a preguntar.

Ayer, tras montarse en el expreso de Chicago, Gene Wilder traspasaba una frontera que le alejaba de un mundo de fantasía en el que llegó a flirtear con gente como Bonnie y Clyde y el hermano más listo de Sherlock Holmes.

Los productores de Hollywood, al descubrirlo, se volvieron locos de remate y la mujer de rojo en persona y tras vivir una terrorífica luna de miel, le definió como el mejor amante del mundo.

Empiecen la revolución sin mí”, nos aconsejó ayer antes de partir mediante una fuga muy chiflada. Antes de seguir su recomendación y en compañía de el jovencito Frankenstein, nos aposentaremos en unas sillas de montar calientes y le daremos un largo y cálido adiós.


Descanse en paz, buen hombre. Y muchísimas gracias por las horas de alegría que nos regaló.

23.8.16

El atasco de la Enterprise


La tercera entrega de las precuelas de Star Trek iniciadas por J. J. Abrams, Star Trek: Más Allá, no va en ningún momento más allá, tal y como parece indicar su título, sino que se queda estancada en una historia mínima que no ofrece absolutamente nada nuevo al espectador.

Dirigida en esta ocasión por Justin Lin (el mismo de algunos de los trepidantes capítulos de Fast & Furious) y producida por el propio Abrams, la cinta se queda estancada en una aventura tan nimia que, al salir de la proyección, lo más fácil es que el espectador olvide en un abrir y cerrar de ojos toda la explosión de cromas y efectos especiales que acaba de ver. Y es que, de guión, hay bien poco, por no decir que casi, casi, resulta inexistente.


Los tripulantes de la nave espacial Enterprise, en su deambular por confines de la galaxia en busca de pactos con otras especies, se enfrentarán a un nuevo enemigo que, como siempre, estará a punto de desmantelar toda su estructura. O sea, nada nuevo que degustar. Lo mismo de siempre aunque con el agravante de que, a pesar del imparable ritmo que intenta imprimirle Lin mediante de un montaje tan acelerado que resulta imposible saber qué narices está sucediendo en pantalla, la película terminó por aburrirme soberanamente.

Los personajes se han quedado atascados y no avanzan. Todo cuanto ocurre y dicen, no es más que un déjà vu extraviado de las dos entregas anteriores, en general muchísimo más loables y entretenidas que ésta. Y ello sin citar ese desgraciado empeño por intentar darle un toque de comedia mucho más subido de tono y hortera que de costumbre; un error que achaco, posiblemente, a la mano directa del graciosillo de turno, un Simon Pegg que, aparte de su presencia como actor, forma parte de la cuadrilla de guionistas del invento (¡cinco tíos se han necesitado para escribirlo!).


La Enterprise se ha quedado sin gasolina. Ni Spock ni el capitán Kirk se muestran capaces de llenar el depósito. Demasiado tiempo intentando sacar provecho de la serie televisiva creada por Gene Roddenberry en los años 60, aparte de quemar el combustible, acaba agotando las ideas al más pintado. La gallina de los huevos de oro empieza a oler a chamusquina.

9.8.16

La extraña pareja


La verdad es que me acerque a Dos Buenos Tipos, la nueva película de Shane Black, con cierto recelo. Me temía lo peor. Estaba convencido que se trataría de una fantochada sin sentido alguno. Y, a pesar de ser una locura, la cosa tiene cierto estilo, entretiene, es graciosa y, para más coña, está surtida de un sinfín de guiños cinéfilos ciertamente curiosos. Todo un homenaje a las buddy movies de una época muy concreta que, ambientada con mucho cariño en la década de los 70, nos acerca a la investigación que un par de detectives inusuales de Los Ángeles llevan a cabo para descubrir el paradero de una joven desaparecida.


De hecho, Dos Buenos Tipos, sigue el estilo y conserva el mismo tipo de humor que su interesante (y también sorprendente) Kiss Kiss Bang Bang. Cambia a la pareja protagonista de ésta (Robert Downey Jr. Val Kilmer) por Ryan Gosling y Russell Crowe; el primero dando vida a Holland March, un detective patoso con muchas reminiscencias a lo Jacques Clouseau y el segundo, Crowe, interpretando a Jackson Healy, un matón reconvertido a investigador privado. Dos buenas actuaciones que, al mismo tiempo, potencian las inesperadas dotes cómicas del extraño dueto.


Diálogos ingeniosos, asesinatos, tiroteos, peleas y un toque de cine negro, envuelven un producto que, ante todo, cuida al cien por cien la ambientación de los años 70, empezando por esos guateques en donde las grandes figuras del Hollywood de aquel entonces se mezclaban con las estrellas del porno y en los que era muy fácil que los anfitriones musicales fueran los mismísimos Earth, Wind & Fire.

Un producto gamberro, lleno de momentos delirantes que, en todo momento y sin distorsionar en absoluto, se muestra capaz de mezclar el humor más comercial y tontainas con el humor más negro y destructivo, en donde el gag visual al más puro estilo Blake Edwards cobra un protagonismo especial. Un entretenimiento en estado puro, filmado y escrito sin complejos, que acabó atrapándome por completo desde sus primeros minutos de proyección.

3.8.16

Buddy movie jazzística


Miles Ahead significa el debut como director, en el campo del largometraje, del actor Don Cheadle. Y lo hace con un atípico biopic sobre la figura del mítico trompetista Miles Davis. Y digo atípico ya que, de hecho, más que una biografía al uso es un retrato, un tanto anárquico, del virtuoso músico, en el que se mezclan muchas de las virtudes y de los defectos del personaje, a ritmo de jazz y plasmado de forma sincopada, huyendo siempre de la narración lineal que arropa normalmente a este tipo de productos.

Las intenciones de Don Cheadle son buenas: romper esquemas y acercarse al controvertido músico de forma diferente. Aunque, en el intento por sorprender, hay demasiadas cosas que se le escapan de las manos ya que, el episodio central de la historia, es una alucinada del propia Cheadle como guionista que jamás sucedió en la vida real del compositor; una historia que, a modo de inesperada buddy movie setentera, acerca al espectador a las aventuras (más que improbables) que vivieron Miles Davis y un reportero del Rolling Stones para recuperar una cinta robada al primero y que supondría su primer álbum tras cinco años alejado de los estudios de grabación.

Un poco de comedia (bastante insustancial y estúpida) y un mucho de melodrama (insertado a través de sus constantes flashbacks), conforman el cuerpo argumental de Miles Ahead y en donde, dejando a un lado sus numerosos y delirantes errores, lo mejor de la función radica en la caracterización e interpretación que el propio Cheadle hace del virtuoso Miles Davis; un Davis al que, a pesar de la irregularidad con la que se le aproxima, es tratado con un cariño muy especia y sin dejar de plasmar su difícil y complejo carácter, sus múltiples excentricidades y sus devaneos con las drogas y el alcohol, así como la fallida y torturada historia de amor que vivió con la bailarina Frances Taylor. En contrapartida a su cuidada actuación, está su pareja de baile, un Ewan McGregor totalmente perdido y excesivamente apayasado en el rol de Dave Braden.


Un quiero y no puedo que se queda a medias tintas en casi todos sus aspectos. Aburre, su ritmo resulta totalmente erróneo y se pierde en un sinfín de cuelgues sin sentido alguno. ¿Comedia, melodrama, biopic, musical? Sencillamente, un cajón de sastre pésimamente ordenado.

Una lástima no haber explotado mejor el siempre tentador personaje del gran Miles Davis.