26.6.09

El último baile

Fue negro. Mano izquierda al pecho. Y mutó en blanco. Brazo derecho en alto. Aunque, en realidad, acabó tocado de un sospechoso color grisáceo. Piernas abiertas en forma de V. De pequeño, llegó a ser achocolatado. Piernas rectas y juntas. Se inició al lado de cuatro de sus hermanos. Mano izquierda directa a la entrepierna. Luego, se independizó. Bajando brazo derecho. En Quincy Jones encontró a su mejor mentor. Giro completo sobre sí mismo. Consiguió que todos nos enamoráramos de Billie Jean. Los brazos al frente. Sus extravagancias lo condujeron al desequilibrio mental. El cuerpo en posición de firme. Muchos lo tildan de loco, olvidando que su Thiller fue (y sigue siendo) un álbum exquisito. Suaves y deslizantes pasos le alejan hacia atrás, fundiéndose para siempre con el telón de fondo.

20.6.09

Haga usted su propia película de Paco Martínez Soria

Don Paco Martínez Soria. O, mejor dicho, Pacomartínezsoria; todo junto, sin espacios. Un actor único, símbolo inequívoco de ese cine de charanga y pandereta que ha dejado de existir... Todo era cuestión de calarse la boina hasta el entrecejo y empezar a escupir una sarta de chistes rancios y con cierto regusto a franquismo exacerbado.

Si usted, querido lector, eran fan de don Paco, con los siguientes consejos logrará renacer la filosofía de un estilo cinematográfico que ha quedado en desuso. De hecho, las constantes de la extensa filmografía del actor se resumían en una sola película. Pocos detalles variaban de un título a otro. Ahora es el momento de hacer la gran película que englobe todos sus trabajos.

Ahí van las sugerencias para conseguir tal obra magna. Monte ya su propia película de Don Paco:

1.- Ante todo, hágase con una boina; elemento imprescindible para darle un sano toque de paisanaje al asunto.

2.- Localice a un actor bajito, maño y de cierta edad, al que pueda encasquetarle la susodicha boina y que, entre otras características, posea una agilidad innata para “resbalizarse” cada vez que suba o baje una escalera. La boina ha de lucirla sobre su cocorota con total dignidad y naturalidad, como si fuera un apéndice más de su anatomía.

3.- El nuevo Pacomartínezsoria, también ha de esgrimir un claro e indiscutible acento mañico y, de vez en cuando, como toque humorístico sin par, ha de soltar alguna que otra frase con un deje claramente catalán (de todos es sabido que el hombre pasó su infancia en Barcelona y estableció su propia compañía teatral en la ciudad condal, por lo que, en parte, se le contagió la dicción típica de los llamados "polacos")

4.- El personaje al que interprete puede tener diversas variantes: desde alcalde de un pueblecito aragonés a yayo palurdo –igualmente maño- que llega a la gran urbe por vez primera, pasando por una ristra de estereotipos que van desde taxista a nuevo rico. Siempre ha de ser muy corto de entendederas, poseer un inmenso corazón y sentir una debilidad especial por Madrid. Ineludiblemente, deberá reir sarnosamente en cada uno de los planos del film y esgrimir, al mismo tiempo, los efectos sonoros del ser deudor de una faringitis crónica.

5.- Su afán por mantener unida a la familia ha de significar uno de los puntos clave del hilo argumental. Su esposa, hijos y sobrinos, deberán provocarle más de un dolor de cabeza, pero él, con la frente bien alta y la boina perfectamente calada, soltará sus adecuadas dosis de moralina para enderezar el enmarañado camino tomado por su parentela más cercana. Un sobrino ha de hacerse hippie, porrero y tocar la batería en un grupo rockero; su hija se enamorará de un hombre de color (preferentemente negro) y su hermana, una solterona empedernida, renegará de las sabias indicaciones del párroco de su Iglesia.

6.- Gracias a los observaciones del renacido Don Paco, el sobrino hippie se alejará de la maría y olvidará la batería para convertirse en postor de Cáritas; su hija plantará al negro para casarse con el boticario (un tipo alto, guapo y bien plantado, aunque extremadamente miope, que durante muchos años le había estado tirando los tejos), mientras que su hermana, que podría muy bien atender por el nombre de Consuelo, dejará a un lado sus tiras y aflojas con el párroco para ingresar en un convento de monjas descalzas. Alguna actriz con ciertas similitudes físicas y de dicción con Gracita Morales resultaría de lo más adecuado para este papel.

7.- La esposa de Don Paco ha de ser, inevitablemente, Florinda Chico. Si en Estados Unidos estaba de moda la pareja formada por Rock Hudson y Doris Day, aquí teníamos como dúo emblemático a Pacomartínezsoria y a la Chico. A ser posible, a pesar de la avanzada edad de ambos, ella ha de quedar embarazada. De todos es conocida la calidad procreadora del macho ibérico y, en concreto, del protagonista de La Ciudad No Es Para Mí (cinta en la que se basó claramente Don Siegel para La Jungla Humana)

8.- Éste, a pesar de la devoción que siente por su mujer, ha de mostrar cierta tendencia frívola cada vez que se le cruza en su camino alguna macizorra de buen ver. Un buen escote, enseñando un par de tetorras impresionantes, y una cortísima minifalda, son los elementos de vestuario imprescindibles que ha de lucir la actriz en cuestión. Ésta, en su rol, ha de representar a una vecinita soltera y casquivana o, en su defecto, a una prostituta lanzada aunque de buen corazón. Por cierto, ¿qué sería del cine español de antaño sin la emblemática figura del puterío?

9.- Ha de dejar perfectamente delimitadas ciertas constantes en el personaje que interprete el nuevo Don Paco: fumador empedernido (a ser posible ha de liarse los cigarrillos él mismo) y con una enfermiza tendencia por travestirse; denotar una gran pasión por los melocotones (malacatones en su vesión original); lector impenitente del diario Ya (o,en su defecto, el ABC); claramente racista (los negros le dan un yuyu de mucho cuidado); reacio a todo lo que llegue del extranjero; extremadamente baboso y sobón ante un par de tentadoras piernas femeninas; creyente hasta la médula y, a pesar de su clara ascendencia aragonesa, madridista de pro.

10.- Y ya, para terminar, no deje de bautizar a su protagonista con un nombre que denote, a todas, todas, el fervoroso españolismo del personaje: Benito, Marcelino, Severiano, Rodrigo, Leandro, Lucas o Fermín; cualquiera sería una buena elección ya que, a todos ellos, les cuadra a la perfección estar acentuados por una boina.

Me olvidaba. Para el título de la película puede elegir alguno de entre los que propongo a continuación: A los 80 y Áún Con la Directa Puesta; El Abuelo Se Descoca; La Familia No Da Para Más o El Padre Se Nos Va de Rositas. Y, en su introducción, y sobre unos tìtulos de crédito construidos a golpe de una amalgama de imágenes turísticas de diversos paisajes nacionales -siempre arropados por el ritmo de una machacona melodía sesentera-, no deje de colocar una voz en off sugiriendo las excelencias culturales, gastronómicas y turísticas de nuestro país. Que tenga usted mucha suerte y, con su película, logre desbancar a la millonaria taquilla obtenida en su día por El Turismo Es Un Gran Invento.

Como diría Forges, ¡país! Si en Francía tenían a Louis de Funés, nosotros a Don Paco Martínez Soria. Recuperémoslo de nuevo.

13.6.09

Son dos

Son dos. Toda una pareja estable. Visten de negro. Usan tirantes para sujetarse los pantalones. Uno, el más alto, los tiene de color rojo; el otro, el más bajo, de color azul. El poli bueno y el poli malo. El payaso sabio y el payaso tonto. El tonto peca de irascible y violento: lo suyo es liarse a cabezazos con el primero que se cruza en su camino. El sabio, en cambio, está para calmarle los ánimos a su compañero. Han viajado por todo el mundo y lo que más les ha llamado la atención es que, en Australia, el agua gira en diferente sentido que en nuestro país.

Ahora están aquí para avisarnos de un terrible suceso que se nos avecina. Dicen que una manada de pelícanos salvajes (“pelíncanos” en su versión original), dotados de poderes destructivos, se van a hacer con el planeta Tierra. Empezarán con la invasión de Barcelona y, a marchas forzadas, seguirán devastando el resto del mundo. Según cuentan los de los tirantes, tras las demoledoras criaturas se localiza un ser humano (conocido de todos) con tremebundas ganas de venganza.

La extraña pareja atiende por Faemino y Cansado. Evidentemente, son dos. Estos días están actuando en un céntrico teatro barcelonés. El jueves por la noche acudí a una de sus representaciones. Son lo mejor del universo humorístico español. Diferentes, punzantes, absurdos, delirantes… Canela en rama. Ahora, tras pegarme un chute de su arte, me siento mucho más relajado. Si van por su casa, no los dejen escapar.

8.6.09

Los Otros

Desde que Henry Selick urdiera Pesadilla Antes de Navidad bajo la egocéntrica batuta de Tim Burton, han pasado muchos años para que se le reconociera la verdadera autoría de tal obra. Y ello no ha sido hasta ahora, habiendo pasado antes por la muy irregular e igualmente burtoniana James y el Melocotón Gigante y la olvidable (aunque más personal) Monkeybone. Por fin, gracias a Los Mundos de Coraline, se le puede reivindicar de todas, todas.

Basándose en el libro gráfico de Neil Gaiman, el director de Nueva Jersey, con su inimitable stop motion, se sumerge por completo en el intrincado y laberíntico mundo de los terrores infantiles. Y, siéndole aún fiel a su ópera prima, lo hace desde el prisma de una pesadilla de lo más rocambolesca y espeluznante. Deja a un lado ese tono festivo y musical que, en parte, le ayudaba a suavizar el tonillo macabro de su pesadilla navieña, y se introduce de pleno en un mal sueño capaz de retratar las fobias cotidianas de los más pequeños de la casa quienes, en este caso, se ven representados por la figura de la jovencita Coraline; una niña que, en sus particulares quimeras y con la intención de huir de la indiferencia que demuestran sus padres hacia ella, se inventa un mundo paralelo que, en un inicio, da la impresión de ser mucho más afable y fantasioso que el de su vida diaria.

Pero nada es lo que parece. Todo tiene su doble lectura. Lo que a simple vista podría similar algo terrorífico, dándole la vuelta, puede convertirse en un detalle de lo más reconfortante. Y a la inversa. Así, y escapando de una realidad que se le antoja asfixiante, Coraline se evadirá de su agobiante entorno familiar para adentrarse en un universo más fantasioso y distendido, desconociendo que, a menudo, lo bello puede transmutarse en la más horrible de las alucinaciones.

Otros padres. Otros vecinos. Otros amigos. Son como los de verdad, aunque en extremo caricaturizados. Y, como tal caricatura, totalmente aterradores. La indiferencia de la madre convierte a ésta, en su nuevo mundo, en una bruja perversa y temible, de sibilinas curvas; a su padre, un calzonazos de armas tomar, en un títere dominado por los turbios ardides de su esposa y, mediante un cínico guiño a la granguiñolesca ¿Qué Fue de Baby Jane? , a sus dos ancianas vecinas, en un par de videntes con poderes extrasensoriales. El circo está servido. Y, además, en bandeja de plata. Ratas saltarinas, escarabajos gigantescos, perros en forma de murciélago… El terror en estado puro. Los Otros, son de verdadero escalofrío. Y, por si fuera poco, la sufridora Coraline deberá lidiar con tres cándidas ánimas en pena a quienes se les cambiaron sus ojos por botones.

Alea Jacta Est. La nueva Alicia, en sus viajes al otro lado, incluso añorará las alucinadas aventuras detalladas en su día por Lewis Carroll. El mal rollo es el plato fuerte del día. Aunque en tres dimensiones y con un dolby stéreo que pone los pelos de punta. Selick, al fin, se ha sacado de encima la marca de Burton. Ahora es un AUTOR… y en mayúsculas. Como los grandes.

Eso sí: a sus pequeños, si no quieren que luego se les meen en la cama, manténganlos alejados de Coraline Mi esposa, que ya tiene sus añitos, después de verla, esa noche, soñó con una caterva de vecinos gallegos que, uniformados de jugadores del Atlético de Madrid, nos daban la tabarra ante la puerta de casa con cánticos españolistas.

4.6.09

"La Novia" viste de negro

El Pequeño Saltamones ha dado su último brinco. Según informa la agencia Reuters, el actor norteamericano David Carradine, a los 72 años de edad, ha sido encontrado muerto, y colgado de una soga, en la lujosa habitación que ocupaba en un hotel de Bangkok.


De Kung Fu a Kill Bill, pasando (en forma de huevo de serpiente) por una colaboración en un film del Ingmar Bergman. La suya ha sido una carrera frustrada y plagada de altibajos. Al menos, en una de sus postreras interpretaciones, la de El Gran Stan, supo reírse a sus anchas de sí mismo y, ante todo, de Kwai Chang Caine, el personaje televisivo que le marcó para siempre.

Descanse en paz. “La Novia” ya no tendrá que salir de caza.

2.6.09

Precuelas

Lo que ha hecho J. J. Abrams con Star Trek es encomiable. No sólo le ha lavado la cara a la serie: también la ha rejuvenecido en muchos aspectos. Aparte de aplicarle la cirugía estética, le ha inyectado una fuerte dosis de un ritmo y de un humor de los que siempre habían escaseado en la obra de Gene Roddenberry, aparcando a un lado esa filosofía acartonada (y un tanto pedantilla) de la que hacía gala habitualmente. Y, a pesar de su evidente new look, el Star Trek del 2009 no renuncia a las constantes que caracterizaron el deambular de la Enterprise desde su nacimiento a mediados de los 60.

Una precuela divertida, en nada sobria y con una cadencia frenética digna de los Fórmula 1 más acelerados. El frescor se ha apoderado de los tripulantes novatos de una nave emblemática que, por primera vez en su historia, surcará el espacio exterior. Kirk aún no es capitán y, a pesar de su espíritu aventurero, no es más que un teenager inquieto y tremebundo disfrazado de gremlin. Spock va de sobrado y altivo; eso de estar despojado de sentimientos humanos no lo lleva demasiado bien. El enfrentamiento entre los dos no es más que el preámbulo de una gran amistad. Rick Blaine y el capitán Renault empezaron de forma parecida. A éstos aún les queda París; en cambio, a los del Enterprise, siempre les quedará el recurso de la Confederación Espacial.

Nunca fui fiel a la serie original, ni siquiera a los largometrajes posteriores. Sencillamente, y a excepción de episodios y títulos muy concretos (como aquel divertimiento sobre la salvación de las ballenas), los trekkies me aburrían soberanamente. Sólo me atraían las orejitas puntiagudas del personaje interpretado por Nimoy. Ahora Abrams, respetando esos apéndices auditivos y regalándole un cameo de oro a su propietario (con ataque de celos incluido por parte de William Shatner), por suerte le ha dado la vuelta y, de pasada, le ha endiñado el mismo nervio del que hacía gala la trilogía galáctica inicial de Lucas.

Cualquier día de estos, y a tenor de los resultados obtenidos por esta nueva generación (que en realidad sigue siendo la vieja pero en pantaloncito corto), me saco el carné oficial de trekkie.


Si los orígenes de Spock y compañía tienen su puntito (o, mejor dicho, puntazo), lo que ha hecho Gavin Hood con los de Lobezno no tiene nombre. Lo de los X-Men, muy a mi pesar (pues nunca los he soportado), ya se ha convertido en una de esas sagas que, por persistencia, dan dólares a mansalva a la industria de Hollywood. Los altos gerifaltes, contentísimos y agradecidos con las aventuras corales de los mutantes del calvorotas del Profesor Xavier, han decidido ir desgranando las raíces de sus integrantes de forma individual. Hay que explotar al máximo la teta que les da de mamar. Y es por ello que a Lobezno, a sabiendas del gancho comercial esgrimido por el actor que lo encarna -el (para mí) inexpresivo Hugh Jackman-, le ha tocado el turno de inaugurar el marcador.

La eterna lucha entre el Bien y el Mal (representada, en este caso, por los hermanos Logan y Victor Creed); el dibujo (ya en nada original y cansino) de un superhéroe atormentado y un sinfín de escenas de acción (la mayoría sin pies ni cabeza, aunque con muchas uñas), dominadas todas ellas por la sofisticación de los efectos digitales, se convierten en el plato fuerte de una función que ya se me antoja repetitiva y falta de interés.

La violencia está a la orden del día. Explosiones, hostias a diestro y siniestro, disparos, desgarros varios... para todos los gustos, vaya. Eso sí: entre tanta ferocidad resulta difícil localizar una sola línea de diálogo destacable. Cuatro trazos argumentales mal metidos y tira que te matas. Ante todo, que no falte un malo muy remalo vestido de negro y un militar tocado del ala con ínfulas de mad doctor. Agítenlo con fruición y dejen que el público extasiado consuma palomitas hasta reventar. La fórmula, por desgracia, funciona demasiado a menudo... aunque engendra patologías estomacales y cerebrales de complicada resolución.