30.11.12

Si de verdad funciona... es por sus actores


Una pareja en crisis. Más de 30 años de matrimonio. La monotonía ha acabado definitivamente con la pasión. Duermen en habitaciones distintas. El sexo ha pasado a mejor vida. Ella quiere remontar y sentirse amada de nuevo; él no está para la labor, y prefiere disfrutar de los partidos de golf que ve en televisión antes que volver a tener contactos con su esposa. Según ella, la solución está en un viaje a Hope Springs, una pequeña población costera en la otra punta del país en donde se encuentra la consulta de un prestigioso consejero matrimonial. Él es Tommy Lee Jones; ella, Meryl Streep. Su título, Si De Verdad Quieres…


No busquen mucho más en el film de lo que promete su sinopsis. Punto pelota. Una historia contada una y mil veces cuyo único aliciente reside en el brillante trabajo de sus actores, tanto en el de su pareja protagonista (a pesar de que ella, por no perder la costumbre, llora y llora) como en el del tercero en discordia, ese consejero matrimonial al que interpreta, con una sobriedad sorprendente, Steve Carrell quien, a mi gusto, se alza como lo mejor de la aburridísima propuesta.


Dirige la cosa David Frankel, el mismo de esa nimiedad que atendía por El Diablo Viste De Prada. Y lo hace de forma totalmente plana y previsible, pues su guión, debido a una tal Vanessa Taylor, no da para mucho. O sea, los chistecitos de siempre y ese toque emotivo y ramplón habitual en este tipo de productos. Más de lo mismo.

Más allá de sus interpretaciones, me cuesta entender la buena acogida popular que ha tenido. Será que vengo de otro planeta.

28.11.12

La CIA en Hollywood


Tras realizar dos cintas de excelente factura como Adiós, Pequeña, Adiós y The Town, Ben Affleck vuelve a colocarse tras la cámara para afrontar, bajo el título de Argo, un nuevo reto: trasladar a la gran pantalla unos hechos reales sucedidos a partir del mes de noviembre de 1979, cuando, tras el secuestro de 52 norteamericanos en el interior de la embajada de Estados Unidos en Teherán, 6 de ellos lograron huir para refugiarse en la embajada canadiense. La cinta de Affleck se centra en la escaramuza que ideó Tony Méndez, el agente de la CIA que se encargó de la liberación de los 6 refugiados antes de que fueran descubiertos por los seguidores del Ayatolá Jomeini.


El que fuera protagonista de Daredevil, aparte de dirigir el cotarro de forma enérgica y dotarlo de un aspecto muy cercano al del reportaje, también se pilla uno de los personajes principales de la historia, el del citado Tony Méndez, faceta, la de actor, en la que no brilla tanto como en la de realizador. De hecho, su interpretación, en contraste con la brillantez de su dirección, no va más allá de los estándares básicos: el chico no molesta, pero tampoco deslumbra.

El guión de Argo se muestra habilidoso al jugar con un montón de guiños al mundo de cine y, muy en particular, al de Hollywood y toda su mitología. Y es que, en la trama del arriesgado plan urdido por el especialista de la CIA para liberar a los 6 rehenes, existe un falso film de ciencia-ficción a rodar en Teherán; una alucinante excusa que embarcó en la salvación a un productor y a un maquillador de la industria cinematográfica (magníficos Alan Arkin y John Goodman, sobre los que cae la parte más distendida de la función).


Argo -título que al mismo tiempo hace referencia explícita al film ficticio ideado para acercarse a la embajada de Canadá-, hace gala de un dominio excelente del suspense. Su recta final, cuya mayor parte transcurre en un aeropuerto, es tensa, intrigante y sorprendente. Veinte minutos antológicos capaces de mantener a la platea totalmente atenta a cuanto sucede en pantalla.


Un thriller político modélico que, sin tratarse estrictamente de un film de acción, está narrado sin fisuras, nervio y un mucho de ingenio; sin hablar de su perfecta ambientación. De lo mejorcito del año.

25.11.12

Torrente se ha quedado huérfano

Primero Miliki, luego le siguieron José Luis Borau y Larry Hagman. Una semana negra para el mundo del cine y del espectáculo. Parece que La Dinamita Está Servida pues ayer, a los 90 años de edad, también nos abandonaba un hombre que, de galán del cine español pasó a ser uno de los cómicos más populares del país: Tony Leblanc, ese Tigre de Chamberí que tras un Servicio en la Mar fue uno de Los Últimos de Filipinas.

Su amistad con Manolo Guardia Urbano hizo que se convirtiera en uno de Los Ángeles del Volante pero, a pesar de ello, un accidente automovilístico le apartó de la escena durante una larga temporada. Atrás quedaron sus años de seductor, su Ligue Story, tal y como demuestran sus 39 Cartas de Amor: tuvo devaneos con La Revoltosa, tonteó con varias Muchachas de Azul y, durante El Día de los Enamorados, cortejó a Las Chicas de la Cruz Roja.

Instalado durante una larga temporada en Casa de los Martínez, en pleno Torrejón City e influenciado al oír fantásticas Historias de la Radio, se planteó la remota posibilidad de hacerse Astronauta, aunque finalmente optó por situarse al lado de Los Económicamente Débiles convencido de que Una Vez Al Año Ser Hippy No Hace Daño. Con una llamada al 091 Policía Al Habla salvó de la muerte al Hombre Que Se Quiso Matar.
 

Algunas Historias de Madrid cuentan que, cultivando la amistad del peculiar Torrente, personaje al que acabó adoptando, se acercó a una pandilla de Tramposos, apuntándose a un grupo de timadores que atendía por el nombre de Los Que Tocan el Piano, banda en la que adoptó distintas personalidades, desde la de Cristobalito Gazmoño a la de un boxeador que se pasaba el día yendo "de la Casa Campo al gimnasio".

Gran Tony Leblanc. Nadie como él se comió una manzana con tanta devoción ante un numeroso grupo de espectadores; una gesta que formó parte de sus inolvidables Historias de la Televisión.
 
 
Descanse en paz.

24.11.12

El hombre bondadoso que nos acercó a la España más oscura

Uno de los grandes se nos ha ido. José Luis Borau ya no está con nosotros. Director, productor, guionista, profesor, miembro de la RAE e incluso actor ocasional. A pesar de haber presidido la SGAE y la Academia de Cine Español, se trataba de un hombre solitario y, ante todo, afable. Muy afable. O, al menos, esa es la impresión que me llevé de él cuando, a raíz del estreno de la fallida Río Abajo (su única incursión en América, país en el que vivió durante una década) pude contactar con él.

Su cine apuntaba casi siempre hacia la crítica social y política. Un cine lleno de personajes toscos, salvajes, casi primitivos. Un cine que quedó perfectamente reflejado en su incuestionable Furtivos, obra maestra del realizador que, estrenada durante los últimos coletazos del franquismo, presentaba una visión muy distinta de España y en la que el propio Borau interpretaba a uno de sus personajes. Una cinta que, por cierto, no sentó nada bien al régimen y a la que se boicoteó desde todos los frentes.
 

Crimen de Doble FiloHay Que Matar a B., Tata Mía o Leo, su último film, son sólo algunas de las películas que nos deja como director, sin olvidar sus excelentes guiones para títulos como Mi Querida Señorita o Camada Negra, una visión desgarradora de un violento grupo de ultraderecha durante el postfranquismo.

Descanse en paz.

23.11.12

Con sabor a whisky escocés


Con La Parte De Los Ángeles, Ken Loach se reinventa. Y lo hace sin renunciar a su tónica social habitual, pero añadiéndole un toque de comedia (al igual que hiciera en Buscando A Eric) y un punto de optimismo difícil de encontrar en el grueso de su obra.

La cinta parte de cuatro jóvenes escoceses que, evitando ir a prisión por haber cometido pequeños delitos, se ven obligados a realizar trabajos sociales. Allí, influidos por Harry, el asistente social encargado de su control, descubrirán el universo del whisky y el arte de la cata; un universo que despertará en ellos una idea delictiva que les podría alejar para siempre de un futuro incierto.
 

La Parte De Los Ángeles se centra principalmente en el personaje de Robbie, un muchacho marcado por una infancia difícil, de carácter violento y que, a pesar de su juventud, acaba de ser padre por primera vez. Sus terribles y contradictorias ganas de enmendarse, junto al descubrimiento de poseer un excelente olfato para las catas de whisky y siempre bajo la estela de Harry y de Leonie, su compañera, buscará una salida a una vida que parecía marcada desde su nacimiento. Una vía de escape en la que tendrá un protagonismo muy especial la subasta de una barrica de whisky añejo valorada en un millón de libras.
 

Ken Loach y su guionista habitual, Paul Laverty, le han dado la vuelta a su cine de siempre. Lo que se inicia como un drama social más dentro de su filmografía, poco a poco cambia de tercio para dirigirse hacia la comedia; una comedia humanista que desemboca en un film de intriga con gran golpe incluido.

A destacar la frescura con la que el joven Paul Brannigan afronta el rol del conflictivo Robbie y la madurez y ternura que aporta John Henshaw a su peculiar asistente social (un actor con un parecido físico extraordinario con el desaparecido Ángel de Andrés padre), así como el perfecto dibujo que Loach y Laverty hacen de cada uno de los miembros del grupo que les acompaña; una caricatura que, de forma graciosa y al mismo tiempo respetuosa, plasma la incultura y el desorden social y familiar en el que se han criado.
 

Una película sobre segundas oportunidades; un canto de amor a Escocia, a su whisky y a sus faldas y, ante todo, un tratado de humanismo en tiempos difíciles que queda perfectamente reflejado en el emotivo detalle que Robbie le brinda a su educador durante el episodio final. Y recuerden que, esa parte de los ángeles a la que hace referencia su título, se localiza en el 2% de alcohol que se evapora al abrirse una barrica de whisky. Este es el Loach que a mí me gusta: igualmente comprometido aunque dispuesto a renovar su cine.
 

19.11.12

Sin mis payasos

Primero se fue Fofó, luego le siguió Gabi y ayer nos abandonó Miliki. Fueron los mejores payasos de mi infancia y siempre les recordaré con una ternura especial. Ello supieron endulzar como nadie la infancia de una generación que creció durante unos años demiasado difíciles. ¿Alguien tomará el revelo para alegrar la vida de los pequeños de la era Merkel?
 

16.11.12

Dos hombres, un destino y dos finales


Con Salvajes, Oliver Stone se reinventa a sí mismo alejándose un tanto de su cine habitual aunque sin renunciar a su peculiar forma de filmar. O sea, sigue con su acelerado montaje y esa pasión por experimentar con formatos cinematográficos distintos y virajes de color. Para entendernos, su nuevo film está mucho más cerca de la brutalidad excesiva de Asesinos Natos y de la delicatessen noir que supuso su brillante Giro Al Infierno que de la revisión de la historia de la Norteamérica actual que han supuesto títulos como Nacido el 4 de Julio o JFK.


En Salvajes mezcla una historia de amor triangular con el sórdido mundo de los carteles de la droga mejicanos. Basándose en la novela homónima de Don Winslow y permitiéndose ciertas licencias en su adaptación (como sucede en su episodio final), enfrenta a dos jóvenes y a la chica que comparten con un grupo de traficantes que pretende absorber su negocio de cultivo y contrabando de marihuana de primera calidad.

Los tres amantes tienen su sede en la costa californiana, en Laguna Beach; una California playera a la que Stone retrata destacándola de forma lujosa y atractiva, tal y como si sus protagonistas vivieran dentro de un video-clip musical. Una suntuosidad visual que, sin embargo, no esconde las miserias humanas de una sociedad dispuesta a autodestruirse.


Un trabajo violento, plagado de escenas de una fiereza radical y que, sin embargo, sabe contrarrestar y suavizar gracias al toque romántico que le otorga al dibujo de sus tres jóvenes y guapos (demasiado guapos) protagonistas; un retrato, por otra parte, con regusto a Jules Et Jim y a Dos Hombres Y Un Destino, título este último al que le dedica un explícito guiño. En contrapartida y en la parte más oscura y gamberra, un orondo y magnífico John Travolta en la piel de un policía con mucha facilidad para dejarse sobornar y un magistral Benicio del Toro dando vida a un sicario con muy pocos escrúpulos, sin olvidar a una descomunal Salma Hayek (con pelucón incluido) como la jefa del cartel de Baja.


Sexo, decapitaciones, secuestros, torturas, violaciones, tiroteos… Un poco de todo servido con cierto autocontrol por Oliver Stone. A buen seguro, si el cineasta hubiera rodado esta película justo en la época de la citada Asesinos Natos, habría resultado bastante más rotunda. Incluso, posiblemente, no hubiera insertado ese doble final (de un romanticismo exacerbado) que, a pesar de su cinismo para con las instituciones, suaviza la dureza de la novela original.

14.11.12

Hoy toca salir a la calle...

POR UN TRABAJO DIGNO...


POR UNA SANIDAD PÚBLICA Y GRATUITA...
 

POR UNA EDUCACIÓN PÚBLICA Y DE CALIDAD...
 

PARA QUE TODOS DISFRUTEMOS DE UNA VIVIENDA DIGNA...
 

PARA ACABAR CON LA CORRUPCIÓN POLÍTICA...
 

...Y NEGARNOS A CUMPLIR CON LOS DESIGNIOS ASFIXIANTES DE ALEMANIA
 

POR TODO ELLO Y MÁS... HOY TOCA SALIR A LA CALLE.
 

12.11.12

Sólo se vive dos veces


Para celebrar los 50 años de James Bond en el cine, llega Skyfall, la tercera película de la serie interpretada por Daniel Craig quien, al igual que en Casino Royale, lleva al personaje a sus inicios, casi partiendo de cero con respecto a todo lo visto hasta ahora. De hecho, su nueva aventura, está plagada de homenajes y de unos cuantos giros que retoman al 007 del Sean Connery de los primeros años.


En esta ocasión, el director encargado de la puesta en escena es el reputado Sam Mendes quien, con este film, se aleja un tanto de su cine habitual. Y digo “un tanto” pues, en la recta final de Skyfall, el realizador decide no renunciar a su etiqueta de autor y plantea un Bond desde un prisma más psicológico y humano, capaz incluso de soltar una lagrimilla si es necesario. Una buena idea que, sin embargo y debido a su tratamiento (a veces demasiado cercano al de la serie B), embarra el buen ritmo que hasta el momento tenía el que daba visos de ser uno de los mejores títulos de la serie.

La cinta arranca de narices. Su trepidante (y habitual) aventura inicial -una acelerada persecución por las calles de Turquía, finalizada en la parte superior de un tren en marcha-, demuestra un dominio inesperado del cine de acción por parte de Mendes. Un dominio que mantiene hasta bien entrada la película ya que, por ejemplo, todo el episodio que transcurre en Shanghai, aparte de estar dotado de una espléndida fotografía (magnífico el juego nocturno de luces y reflejos en el interior de un edificio de cristal), se muestra excelente a la hora de crear atmósferas tensas.


En Skyfall, 007 vuelve a la actividad, tras haber sido dado por muerto (extraño guiño a Sólo Se Vive Dos Veces), para atrapar a un ex agente rencoroso dispuesto a acabar con la vida de M, su superiora dentro del MI6. Un argumento que permite ambientar buena parte del film en Londres, lugar en el que se encuentra la sede del Servicio Secreto británico y así darle la oportunidad al personaje de lucir sus habilidades en plena capital inglesa; un escenario, en general circunstancial, que aquí cobra un protagonismo especial.


Daniel Craig sigue aferrado a su modo más brutote y visceral de afrontar el personaje, mientras que el malo de turno, un brillante Javier Bardem que, tras su peculiar e inolvidable malvado de No Es País Para Viejos, con Silva consigue de nuevo un villano de antología; un canalla sibilino y amariconado al que se ha de disfrutar en su versión original, pues por lo que he podido intuir con el trailer español es que el doblaje le hace un flaco favor.

En cuanto al duelo Craig-Bardem resaltar, ante todo, el inolvidable (y diría que antológico) primer encuentro de sus dos personajes. Un encuentro marcado por diálogos cínicos e inteligentes y en donde Bardem toma la voz cantante para dejarle a un sometido Daniel Craig el rol de comparsa; un comparsa, por cierto, capaz de replicar ciertas insinuaciones de su perverso adversario con mucho sentido del humor.


Hasta aquí todo perfecto. Tal y como citaba con anterioridad, Skyfall patina en su última parte, justo cuando la acción se desarrolla en un recóndito paraje de Escocia. Justo en ese punto empieza una película totalmente distinta, cercana a la serie B. Acumula homenajes, sorpresas y giros de guión de forma abusiva y en un tiempo mínimo. Mendes se planta el sombrero de autor y se inmiscuye en el pasado de Bond, desvelando traumas y rencores de un espía al límite de sus fuerzas. La cosa, en sí, tendría su gracia si no fuera por el aburrido desmelene con el que se plantea.

Dos películas en una. Personalmente, me quedo con la entretenida y bien filmada primera parte: todo un lujo. Después, la historia cambia de tercio: desmitificar siempre tiene su coña, pero hacerlo de manera tediosa y rompiendo el espíritu de la serie, no tanto.

9.11.12

SITGES 2012: Desde mi balcón


Aquí me ven, todo ufano, gozando del balcón de la habitación que me tocó en suerte (eso sí, pagando) este año en el Hotel Meliá, sede habitual del Festival de Sitges. Una habitación que descubrí era contigua a la que alojó durante un par de noches a Dario Argento, quien se pasó la mayor parte de su estancia en su terraza, pegado a un móvil y charlando sin parar en su lengua materna (o sea, el italiano).

Un certamen, en esta ocasión, con una de las mejores programaciones de los últimos años. Mi ritmo anual de fugas en las proyecciones, bastante elevado en los festivales, así lo demuestra, pues tan solo quedó reducido a un par: The Weight, la de la morgue del coreano mal rollista Jeon Kyu-Hwan y la del Drácula 3D de mi vecino de habitación.

Sitges 2012 también sirvió para descubrir que a los seres humanos les ha crecido en el cuerpo un nuevo miembro a la altura de las manos; una nueva extensión, de forma rectangular, luminosa y con pantallita incluida. Llámenle iPod, tableta o como les venga en gana. La cuestión es que no hubo proyección en la que, al finalizar y aún sin encenderse las luces de sala, el Auditorio si iluminase por completo al ser conectada al unísono, por todos los espectadores allí presentes, tal derivación del cuerpo humano. Después la dificultad estribaba en poder salir de la sala indemne y esquivando a un ejército de zombis tecleando como posesos en su nuevo artefacto. Conclusión: yo no debo ser humano, ya que aún disfruto de un celular digno de Pedro Picapiedra.

A destacar la rareza de disfrutar de un Barça-Madrid en el bar del hotel, con una estrambótica pantalla compuesta de varias subpantallas separadas por gruesas barras metálicas, la imagen cortada por arriba y por abajo, con los jugadores totalmente achaparrados y la pelota, en lugar de redonda, con forma amelonada. Y con momento sublime incluido: la aparición del director del certamen, Ángel Sala, animando a los colores del Barcelona. Súmenle a ello a un colchonero Carlos Pumares volcado igualmente con la culerada… hasta que descubrió que el empate favorecía las aspiraciones de su equipo, el Atlético de Madrid.


Gran hombre y personaje ese Carlos Pumares al que cada año que pasa le voy cogiendo más aprecio. No en vano, fuimos varias noches de cena en compañía de mi esposa y él. Abajo, con don Carlos y mi cuñado Absence, pueden apreciar una instantánea sacada tras una de esas veladas.


Al igual que sucedió en anteriores festivales, resaltar la satisfacción que me produjo que uno de ustedes se me acercara, me tendiera la mano y se diera a conocer como uno de los lectores del blog.

Y ya, sin más dilación, les dejo con mi top-five particular del Sitges 2012:

1. Robot and Frank
2. Seven Psychopaths
3. Sightseers
4. Maniac
5. The Tall Man

6.11.12

SITGES 2012: Jornada 10 y última (asesinos del futuro)

Por cuestiones que no vienen al caso, durante la última jornada del festival sólo pude asistir a la que sería la película de clausura, Looper, un vibrante film de ciencia ficción con mafias y viajes en el tiempo. Muy en la línea de títulos como Terminator y similares -con un poco de 12 Monos incluido-, su director, Rian Johnson (el mismo que hace años visitara el certamen con Brick), se adentra en una intriga en la que un grupo de asesinos a sueldo, los llamados loopers, se encargan de acabar con la vida de ciertos personajes que les son enviados desde un futuro no muy lejano. Un entretenimiento en toda regla, dotado de una parte inicial tan trepidante como atractiva y de un guión perfectamente modelado que, sin embargo, pierde un poco de gas en su recta final. Una cinta de la que es mejor no hablar mucho para dejar al espectador que vaya descubriendo por sí mismo su interesante (aunque no original) intríngulis argumental. A destacar, ante todo, el duelo interpretativo entre Joseph Gordon-Levitt y un Bruce Willis un tanto carroza y la presencia, siempre de agradecer, de la cada vez más atractiva Emily Blunt.


Luego vino la rueda de prensa con el jurado oficial para dar a conocer el Palmarés de este año. Y, a continuación, la despedida de los amigos de cada año antes de regresar a Barcelona.

En un próximo y definitivo post sobre Sitges 2012, el off festival de Spaulding.