Uno de los grandes se nos ha ido. José Luis Borau ya
no está con nosotros. Director, productor, guionista, profesor, miembro de la
RAE e incluso actor ocasional. A pesar de haber presidido la SGAE y la
Academia de Cine Español, se trataba de un hombre solitario y, ante todo, afable. Muy
afable. O, al menos, esa es la impresión que me llevé de él cuando, a raíz del
estreno de la fallida Río Abajo (su única incursión en América, país en el que
vivió durante una década) pude contactar con él.
Su cine apuntaba casi siempre hacia la crítica
social y política. Un cine lleno de personajes toscos, salvajes, casi
primitivos. Un cine que quedó perfectamente reflejado en su incuestionable
Furtivos, obra maestra del realizador que, estrenada durante los últimos coletazos
del franquismo, presentaba una visión muy distinta de España y en la que el
propio Borau interpretaba a uno de sus personajes. Una cinta que, por cierto,
no sentó nada bien al régimen y a la que se boicoteó desde todos los frentes.
Crimen de Doble Filo, Hay Que Matar a B., Tata Mía o Leo, su último film, son sólo algunas de
las películas que nos deja como director, sin olvidar sus excelentes guiones
para títulos como Mi Querida Señorita o Camada Negra, una visión desgarradora
de un violento grupo de ultraderecha durante el postfranquismo.
Descanse en paz.
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