Ayer tarde disfruté. Sufrí, reí y pasé mucha ansiedad con un telefilme. Se trataba del famoso y cacareado episodio de CSI dirigido por Quentin Tarantino. Peligro Sepulcral es el título del mismo. Un episodio que, al igual que hizo con Kill Bill, lo ha partido en dos entregas; en dos volúmenes, tal y como se especifica en los créditos: Peligro Sepulcral, Vol. 1 y Peligro Sepulcral, Vol. 2.
Las referencias a Kill Bill van mucho más allá del título. A buen seguro, Tarantino aprovechó un montón de ideas descartadas de la película protagonizado por Uma Thurman y las vertió en este angustioso capítulo. ¿Se acuerdan del entierro en vida de La Novia? ¿Angustioso, verdad? En Peligro Sepulcral, explota al máximo esa situación. Pilla a uno de los miembros del CSI Las Vegas, lo secuestra y lo mete vivo bajo tierra. Y claro, se acaba ensañando con él. Hora y media de metraje para someterlo a todo tipo de fobias y torturas en el interior de una hermética caja de plexiglás transparente y hundida bajo tierra. Mientras, el resto del equipo capitaneado por Grissom invertirá todas sus neuronas en localizar el paradero del hombre.
Para los seguidores de la serie, sepan que la víctima elegida para tal suplicio es Nick Stowes. Quizás sea éste el personaje con menos entidad de CSI Las Vegas, razón por la cual el perverso realizador de Reservoir Dogs decidiera elegirlo para potenciar un poco su anodina figura. Y George Eads, el actor que encarna a Stowes, cumple a la perfección y aprovecha la ocasión para lucirse a través de una sobria interpretación, capaz de comunicar la sensación de claustrofobia, agobio y terror con que ha de afrontar una muerte casi segura.
A pesar del personalísimo estilo de su director, el episodio mantiene el espíritu del CSI más clásico. De todos modos, rompe el tono habitual de la serie y, en lugar de dedicarse a analizar y buscar pistas para atrapar a un criminal, en esta ocasión hacen lo mismo pero con la intención de encontrar el sepulcro y salvar la vida de un compañero. Una vibrante y tensa carrera contrarreloj en la que Tarantino irá colocando sus esperadas y habituales pinceladas. Recupera a John Saxon y tiene el valor de mostrarlo solo a medias, en penumbras: una especie de juego en el que ganará el espectador que lo descubra antes, pues dar con él tiene su tela. A parte de ello, si a un Grissom orgulloso por atesorar un diploma firmado por Roy Rogers le añadimos la presencia de Tony Curtis y Frank Gorshin, interpretándose a sí mismos y guiñándole un ojo a Con Faldas y a lo Loco, habremos completado las tarantinianas coordenadas.
Un broche de oro para la quinta temporada de una serie que ha creado adeptos. Un telefilme vibrante como muy pocos que, al mismo tiempo, puede ser visionado con total tranquilidad -y sin perderse por su argumento y ramificaciones- por aquellos que jamás hayan visto un episodio de CSI. Aunque de todos modos, de manera acertada y pensando en los más fieles seguidores de la misma, tiene su coña marinera el modo en que resuelve el capítulo. Y es que Tarantino sabe perfectamente que Grissom, el jefe de la Unidad, tiene un cerebro capaz de procesar datos sorprendentes.
Los que tengan Digital + sepan que pueden pillarlo estos días a través de la AXN. Y el resto de mortales también tienen la posibilidad de hacerse con una copia en DVD. Una manera como otra de ver una película de Tarantino en una temporada en la que no se ha estrenado nada nuevo de él.
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