Emparejó a Kirk Douglas con una foca...
Ayudó a fomentar la leyenda de Lee Marvin...
Colocó al duro de Mitchum en plena revolución mejicana...
A través de Orson Welles, hizo un contundente alegato en contra de la pena de muerte...
Exploró el interior del cuerpo humano de la mano de otro cuerpo: el de Raquel Welch...
Eliminó el amaneramiento habitual de Tony Curtis, le convirtió en un asesino múltiple y consiguió su mejor interpretación...
Desde el número 10 de Rillington Place, asestó otro duro golpe a la pena de muerte...
Diseñó un nuevo alimento vegetal para el futuro de la Humanidad...
Sólo un genio podría ser capaz de todo esto y mucho más. Su nombre era Richard Fleischer. Neoyorquino, de Brooklyn. El pasado sábado inició su última aventura.
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