En su regreso, la mítica casa Hammer va dando tumbos sin centrarse definitivamente. Primero lo intentó con el (correcto) remake de la espléndida Déjame Entrar y ahora con La Víctima Perfecta (The Resident en su lengua natal), un thriller rutinario protagonizado por una solitaria doctora acosada por su casero, un tipo que parece llevar en sus genes un regalito del mismísimo Norman Bates.
Su premisa no podía ser más usual: joven atractiva que acaba de romper con su pareja y decide buscar un nuevo piso. Al final, encuentra un tentador apartamento en New York con espléndidas vistas y mejor precio aún. Y, de paso, hasta el propietario le hace tilín. El juego sólo acaba de empezar. Pero no todo es lo que parece... La historia es la de siempre: un (más que previsible) giro de guión a los veinte minutos y después toca alargar el metraje hasta el estándar de hora y media sin ofrecer nada nuevo sobre el tema.
La Hilary Swank (cada día más guapa, la "condená") es lo único potable dentro del desaguisado. Y ya que ejerce de productora ejecutiva, aprovecha la ocasión y se monta un festival para lucir palmito a la mínima de cambio: ahora salva a un paciente, ahora se desnuda, ahora se baña, ahora se masturba, ahora duerme, ahora sufre... Vaya, que la chica no para con su particular ajetreo. Mientras, de partenaire y desempeñando el rol del perverso de turno, está Jeffrey Dean Morgan, un desaborido actor que resulta una mezcla psicotrónica entre Harry Downey Jr. y Javier Bardem.
Tras la cámara, un tal Antti Jokinen, un director finlandés que, procedente del mundo de la televisión, no acaba de tener claro como mostrar al espectador la distribución del apartamento de la Swank y de los laberínticos pasadizos que se esconden tras sus paredes. Entre ello, su plana realización y lo mal resueltas que están ciertas situaciones, la verdad es que el hombre podría ir pensando en dejar el oficio y montar una pastelería. Y es que hacer una película de suspense sin gota de tensión ya es lo último.
Como autohomenaje, y ya que se trata de la Hammer, le han endosado un pequeño (pero prescindible) papel al gran Christopher Lee para que con sus canas y sus arrugas haga de inquietante abuelo Cebolleta. Tal y como demuestra esta Víctima Perfecta, muy lejanos quedan los días de esplendor de la productora y del actor británico.
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