Ricardo Darín sigue acertando a la hora de elegir productos. Ahora lo hace con Un Cuento Chino, una efectiva comedia que, dirigida por el argentino Sebastián Borensztein, nos expone todo cuanto puede desencadenar una vaca caída del cielo.
Aguantando estoica y merecidamente en la cartelera barcelonesa, la cámara de Borensztein se convierte en el principal testigo de la singular y forzada relación que se establece entre un argentino y un chino. El primero es un ferretero solitario y refunfuñón cuyo principal entretenimiento estriba en coleccionar recortes de periódicos con noticias insólitas, mientras que el segundo, el oriental, es un tipo que anda totalmente perdido por la ciudad de Buenos Aires, sin saber ni una sola palabra de español y yendo en busca de un pariente al que no consigue localizar.
Cada uno de ellos tiene su particular y gris historia tras de sí, aunque, en comparación con la del ferretero interpretado por un cascarrabias Darín, la del chino se lleva las de ganar. Una película ingeniosa, divertida y tierna. Las relaciones humanas vistas desde un punto de vista distinto. Si aún no la han catado, intenten recuperarla antes de que salte de las pocas salas en las que se mantiene.
Si algo bueno tiene Bad Teacher es el la incorrección del personaje al que da vida Cameron Diaz, una profesora (accidental) a la que le importan tres rábanos los alumnos que le han sido asignados. Su principal meta es la de ahorrar para ponerse una delantera nueva y atrapar a un novio con posibilidades económicas.
La película, en conjunto, es una más del montón, sin apenas guión y de una endeblez argumental que tumba de espaldas. La gracia radica, tal y como he dicho, en la Diaz, una actriz que se ha especializado en roles de marcado carácter gamberro y que aquí se hace totalmente con la Elizabeth Halsey que le ha tocado representar. Ni un esforzado (y sosísimo) Justin Timberlake, ni una cargante Lucy Punch (la cursi maestra rival), nada tienen que pelar al lado de la acaparadora presencia de su genuina protagonista femenina.
Atención al eroticus homenaje a la limpiadora de coches de La Leyenda del Indomable. Y es que la actriz, alma mater de la comedieja, con sus casi cuarenta tacos a cuestas, aún sigue estando de muy buen ver... aunque me temo que ha tirado en algún que otro momento de dobles cuerpos.
Es innegable que Resacón 2, ¡ahora en Tailandia!, a pesar de ser una especie de fotocopia de la primera entrega, también tiene su puntito de coña. Se buscan nuevas localizaciones geográficas, se cambia al personaje del novio (en este caso le toca casarse al amigo dentista) y se parte igualmente de una loca noche de despedida de solteros. El nuevo amanecer, tal y como sucedía en Resacón en Las Vegas, será un caos total.
La discutible “originalidad” de la primera se ha perdido en su totalidad por el camino, pero queda su mismo espíritu transgresor y gamberro. Lo políticamente incorrecto le mola a la disfuncional tribu creada por Todd Phillips. Deja un poco de lado al personaje de Justin Bartha (el novio de la cinta primitiva) pero, en compensación, nos obsequia con un mono de lo más delirante: un tití dedicado al tráfico de estupefacientes, fumador y ataviado con una chupa tejana con la lengua de los Stones bordada en su parte trasera. Sencillamente fantástico. El resto es más de lo de siempre, pero narrado con gracia y desparpajo.
Por cierto, para auténticas despedidas de solteros me quedo con la de Very Bad Things.
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