Fuma como un carretero. Habla por los codos. Se muestra como un descreído total. Aparece y desaparece como por arte de magia. Su cultura es extensa. Su mente es prodigiosa. Él atiende por el nombre de Paul. No es un ser normal. No pertenece a nuestro planeta. Es un alienígena que, tras 60 años confinado en una base militar de alta seguridad, acaba de encontrar el momento propicio para escapar y regresar a su planeta. Y ese momento lo hará en compañía de dos turistas británicos, pirrados por los cómics y la ufología, que se cruzan accidentalmete en su camino.
Paul, título igualmente de la cinta, recupera la presencia y el particular sentido del humor de Simon Pegg y Nick Frost, el dúo protagonista de Zombies Party y Alma Fatal, para colocarlos al lado de un entrañable marciano de espíritu travieso. Una cinta diferente, divertida e ingeniosa, tras la que se esconde un gigantesco guiño al cine sobre extraterrestres habido y por haber. Ni Steven Spielberg ha podido sucumbir a realizar un pequeño cameo poniendo su voz en una escena en la que se hace referencia a los preparativos del rodaje de E.T.El divertimento está asegurado. Sólo hay que dejarse llevar y seguir, en compañía de sus atolondrados protagonistas, la ruta de los OVNIS en EE.UU. Añádanle al terceto a una chica tuerta con fuertes creencias religiosas, un par de agentes del FBI un tanto cazurros, una especie de MIB obstinado y una mujer intolerante con cierto aire a la sargento Ripley.
De lo mejorcito de la cartelera actual. Alocada pero sin caer en la astracanada. Ideal para el público más gamberro. Lástima que no haya llegado a nuestro país ni una sola copia en versión original subtitulada. Y es que, en este caso, la voz de Seth Rogen al servicio del marciano Paul bien valía la pena. Aquí se han de conformar con la de Santi Millán. Menos da una piedra.
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