7.10.07

SITGES 07 - JORNADA 4.0: Buñuelos de bacalao, mejillones al vapor y paella

Llegada al Melià-Sitges. Descarga de maletas, repaso a la habitación asignada y directo al Auditorio. Después de haber disfrutado como un cosaco con Zombies Party, le tenía ganas a Hot Fuzz, el nuevo film de Edgar Wright, el mismo director de aquella. A punto de estreno en España bajo el título de Arma Fatal, en esta ocasión deja a un lado el fantástico (aunque no del todo) para urdir una trama satírica y burlona sobre las buddy movies y los (tan de moda) asesinatos en serie. Algún que otro toque muy a lo Monty Python y el agamberrado dominio del humor más políticamente incorrecto, siguen siendo las principales señas de identidad de sus responsables.. Las víctimas propiciatorias de Hot Fuzz son los héroes de acción de las películas de John Woo y similares, recibiendo una especial (y divertida) atención el personaje interpretado por Keanu Reeves en Le Llaman Bodhi. El film, en general, resulta divertido pero, a mi parecer, queda bastante por debajo de las expectativas que prometía gracias a su antecedente zombi. Un par o tres de gags geniales (sobre todo en su primera parte), dan paso a una media hora final un tanto reiterativa y falta de inspiración, en la que su tono inicial, más sorpresivo e inteligente, se decante hacia el de una comedia burda y facilona.

A continuación, y dentro del homenaje dedicado a William Friedkin, se ha proyectado Bug, su último trabajo hasta el momento. Basado en la obra teatral homónima de Tracy Letts y guionizado por el mismo escritor, disecciona el proceso de degradación de un enfermo obsesivo y paranoico (brillante en su papel Michael Shannon) y de la picante relación que inicia con una mujer solitaria y marcada por un pasado doloroso. Un título que, por sus constantes, le habría encantado dirigir a un tipo como David Cronenberg. Drogas, alcohol, conspiranoias y bichos (¡muchos bichos!), son los principales focos de atención de un producto valiente que explora en los rincones más deformes de la mente humana y que, al mismo tiempo, le ofrece, a una magnífica Ashley Judd, uno de los personajes más compactos de su carrera. A pesar de su lento ritmo narrativo y de limitar los movimientos de sus pocos actores a un escenario casi único (el pequeño apartamento de un motel de mala muerte en Oklahoma), la cinta sólo se le escapa un tanto de las manos en sus delirantes (aunque perdonables) quince minutos finales. Un producto intimista que, pese a sus errores, puede convertirse en una experiencia deliciosa para aquellos que busquen en el cine interpretaciones contundentes.

Vuelta a la habitación del hotel (no precisamente de mala muerte ni situado en medio del desierto californiano). Si he de serles sincero, no está nada mal, aunque me sobra la abusiva cantidad de espejos que hay por todas partes. Eso de verme reflejado continuamente, me hace pensar que mi mujer tenía un poco de razón (sólo un poco, ¿vale?) al decir que me notaba como más gordo. Será cuestión de moderarme en esos de las comilonas. De todos modos (y por si las moscas), escondo barriga y la convenzo para ir a comer algo no muy pesado. Ella acepta y compartimos, como dos tortolitos, una botella de vino blanco, un plato de buñuelos de bacalao, unos mejillones al vapor y una paella de marisco y pescado. Café, orujo y cigarrillo. Hotel, siesta y actualización del blog.

Mañana será otro día. Ahora nos vamos a cenar algo digestivo.

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