9.10.07

SITGES 07 - JORNADAS 5.1 Y 6.0: Bocadillo de pan con tomate y fuet, croissant, pastita de chocolate, ensaimada pequeña y montaditos a mogollón

Ayer noche, bocata de pan con tomate y fuet (tipiquísimo embutido catalán) acompañado de una Coca-Cola para mantenerme despierto y, a las 11.00 P.M., film francés en el Auditorio del Melià-Sitges. Frontière(s) es su título. De hecho, significó otra decepción más en la irregular programación de ayer ya que, en el fondo, esta ópera prima de Xavier Gens no es más que una nueva vuelta de tuerca sobre la ya clásica La Matanza de Texas. Aquí, las víctimas son un grupo de jóvenes inmigrantes que acaban de perpetrar un atraco en París, mientras los sádicos que les van a “atender” son los tarados miembros de una familia de clara ideología neo-nazi y, al mismo tiempo, propietarios de un sospechoso hotelito situado en las afueras de la capital. La brutalidad visual es la única arma esgrimida por el tal Gens quien, en segundo plano y a modo de coartada intelectual, utiliza las movidas callejeras acontecidas los días anteriores a las elecciones generales de su país natal. Una realización igual de abrupta que su (muy) explícita violencia y un final alargado hasta extremos increíbles, marcan el irregular y poco original debut del joven realizador.

Tras la proyección, regreso a la habitación. Vasito de agua mineral y al sobre.

Esta mañana, ante el soñado buffet libre del desayuno, he descubierto que mi estómago me odia. Él sabe positivamente que todo lo que trague allí es ahorro para mis bolsillos… pero nones, ¡qué a esas horas se niega a zampar! Total, que repito croissant, pastita minúscula con chocolate y, como novedad, le añado una ensaimadita de tamaño bolsillo. Café con leche y zumo de piña: la cuestión es hacer mezclas exóticas, peligrosas y explosivas para conseguir ir al lavabo de una puñetera vez, pues, de manera inexplicable y desde que estoy en esta villa, he perdido mi ritmo de evacuación diario. Mi madre diría que todo es cuestión del cambio de aguas…

Acudo a las 11.15 A.M. al Auditorio y, por tratarse de un día laborable, hay una notable afluencia de público. Blade Runner: The Final Cut es la película a proyectar. “¡No entiendo lo de tanta gente, si la tenemos todos en casa!”. Sabias las palabras de don Carlos Pumares al entrar en la sala. Y es que el hombre, sin haberla visto aún, no iba en nada desencaminado pues, a pesar de lo esperado, los cambios son mínimos y casi imperceptibles. Ha jugado a lo mismo que hizo Lucas con sus guerras galácticas, con lo cual sólo se ha dedicado a retocar seis o siete planos para añadirles nuevos detalles digitales a la imagen original. Un claro montaje publicitario para promocionar su próxima salida en DVD ya que, por lo que he oído, es posible que ni pase por salas de estreno. Sea como sea, siempre es un disfrute ver un título de estas características en una pantalla gigantesca como la del Festival de Sitges. Un servidor, al menos, ha babeado un poquito.

Para seguir con la eterna discusión sobre la posibilidad de que Harrison Ford sea también un replicante, bajo al pueblo con mi señora y nos vamos de montaditos y cerveza a un conocido restaurante vasco de la población. Dudo que, hasta bien entrada la tarde, pueda recuperarme del abuso gastronómico.

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