La perfecta recreación del Texas de los años 50, la magnífica interpretación de un Casey Affleck metido en un papel que rompe moldes con respecto a su carrera anterior, un montón de secundarios espléndidos (y de lujo) y la sorprendente presencia de una insinuante Jessica Alba, metida en la piel de una joven prostituta, son sólo algunos de los detalles que convierten a este film en un producto ciertamente notable.
Un par de pasajes totalmente descarnados (aunque necesarios para comprender la personalidad psicótica de su protagonista masculino), hacen que la cinta de Winterbotton no sea un producto apto para todos los públicos, al igual que sucedía con el universo literario de Jim Thompson. Adaptar a este autor evitando (o minimizando) la fuerte carga de violencia implícita en sus novelas, sería todo un error. Y, en este aspecto, aunque arriesgado, el director de Un Corazón Invencible ha dado en el clavo.
Si de algo se puede acusar a El Demonio Bajo la Piel es de poseer un guión no muy afinado que deja demasiados cabos sueltos -y situaciones no muy bien resueltas- a lo largo de su narración. Algunos pueden achacar tal defecto a la necesidad de plasmar la locura implícita en la mente del tal Lou Ford, pero la verdad es que existe el peligro de que acabe convertiéndose en un arma de doble filo para aquellos espectadores acostumbrados a que les den todo bien masticadito.
Un poli salido de sus casillas, su prometida, una furcia, un sheriff asustado, un potentado empresario, un empecinado ayudante del fiscal y un par de testigos en la cuerda floja. Tras (y con) estos personajes, un número considerable de brutales asesinatos. Todo el mundo sabe quien es el culpable, pero no hay forma de demostrarlo. Un poco de delirio narrativo y un mucho de cine negro en estado puro. La bestialidad está servida. Ahora tan sólo es cuestión de racionalizarla.
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