15.9.09

Una terapia peligrosa

Cuatro obesos y un terapeuta. Para adelgazar, lo mejor es conocer las causas psicológicas del sobrepeso. Cinco historias entrelazadas, en donde las incoherencias y dudas del ser humano cobran un peso específico, conforman la base central de Gordos, el nuevo trabajo de Daniel Sánchez Arévalo, el realizador de la excelente Azuloscurocasinegro.

Gordos es una comedia tremendamente ácida, narrada con pulso firme y perfectamente entrelazada. No hay detalle que se le escape al realizador madrileño a la hora de contarnos que todos somos unos gordos de mucho cuidado, al menos en lo que se refiere al sobrepeso de contradicciones que se acumulan en nuestra cocorota. Los toques de humor están colocados justo en el instante necesario, nunca fuera de juego, rompiendo el tono melodramático que envuelve la vida de sus personajes principales. La ecuación es perfecta. Y, como propina, en su recta final, se atreve, con éxito, a darle incluso un toque fantástico a una de sus historias.

La cinta tiene ritmo. Su montaje es excelente. Nada sobra, excepto los quilos de más. Y todo cuadra a la perfección. Un gay hijoputa; una joven absorbida por la religión; un poli adscrito a la división científica y una mujer que trabaja desde su casa sentada ante el ordenador. Cuatro personajes marcados por sus grasas y por un sinfín de laberínticos procesos mentales. Y, al frente de todos ellos, portando la emblemática batuta terapéutica, un especialista incapaz de aceptarse a sí mismo.

Cinco sujetos al límite a los que hay que multiplicar por dos, e incluso por tres, debido a que la carrera de la vida la comparten con otros seres. Las relaciones humanas de nuevo en la picota, aunque en este caso vistas desde una óptica distinta y sorprendente.

Una mezcla exquisita. De gusto amargo y coletazos picantes. Nadie (ni nada) es lo que parece. Las apariencias engañan. Hay que desnudar la mente para descubrir el verdadero poso y enfrentarse a él, mirándole directamente a los ojos. Y allí, despojándose de sus ropas, tanto físicas como psíquicas, un montón de actores de envergadura. Ninguno está por encima del otro. Siempre al límite de la caricatura, pero sin caer jamás en el histrionismo. Todos, del primero al último, cumplen con sobresaliente la dificultosa misión de dar credibilidad a sus respectivos roles. Y digo dificultosa ya que algunos de ellos, dejando a un lado la vertiente claramente interpretativa, han tenido que pasar por ciertos procesos dietéticos con el fin de engordar o adelgazar en un tiempo muy concreto.

Denle una oportunidad y no la dejen escapar. En pocas ocasiones, durante los últimos años, el cine español había hilado tan fino. Divertida, cáustica y por momentos conmovedora.

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