9.5.07

Spider-man 1 + Spider-man 2 = Spider-man 3

Spider-man y Sam Raimi se han encallado, pues la tercera entrega sobre el héroe arácnido de la Marvel no ofrece nada nuevo al espectador con respecto a las anteriores. Parece que, para afrontar Spider-man 3, el realizador haya construido una especie de bricolaje con varios de los conceptos ya expuestos en las dos primeras, con lo cual, a mi entero parecer, se me antoja excesivamente reiterativa.

Es más: diría que, aparte de repetitiva, resulta aburrida, ya que, en todo momento, antepone el efecto melodramático por encima de la espectacularidad de sus escenas de acción. Haberlas, haylas, pero con demasiados tiempos muertos (e innecesarios) entre ellas. Una curiosa contradicción, pues esto ocurre precisamente en el capítulo que más atención se ha dedicado a sus (perfectos) efectos especiales. De hecho, en este momento, Spider-man 3 es el film más caro de la historia del cine.

Las únicas novedades argumentales destacables se encuentran en ese anunciado lado oscuro del héroe (muy forzado y mal explicado) y, ante todo, en el enfoque de la relación entre Peter Parker (el alter ego de Spider-man) y su novia, Mary Jane Jackson, tras que ésta descubriera su doble personalidad. El resto es más de lo mismo, empezando por la rivalidad creada entre el protagonista y el vengativo hijo del Duende Verde, Harry Osborn, quien, siguiendo los pasos de su progenitor, evocará las peripecias de éste para deshacerse del hombre araña.

Y como parece que un único villano por film no es suficiente para las ambiciones del Hollywood actual, Raimi carga las tintas de su producto con dos tipos perversos más. Uno es el hombre que acabó con la vida de su tío y, el otro, un fotógrafo resentido que, tras sentirse humillado por Parker, planeará la muerte de éste. Demasiados conceptos dispares -y no muy bien agrupados- para que el relato quede bien hilvanado.


Siempre me he considerado un defensor (a capa y espada) de los dos primeros títulos de la serie, ante todo del segundo, el cual hacía gala de un guión excelente que, en este caso, se echa de menos. Quizá sea por ello que esta entrega me haya defraudado tanto. Esperaba mucho más de un Sam Raimi que, por desgracia, parece haberse acomodado demasiado -y de manera fácil- con el personaje, olvidándose de trazar una historia bien definida y conformándose, tan sólo, con mostrar, una y otra vez, las mismas escenas de siempre. Al final, uno acaba cansándose de aquellas (bien) filmadas secuencias en las que Spider-man, a modo de Tarzán urbanita, va saltando de rascacielos en rascacielos. Y más si Tobey Maguire -por vez primera desde que dio vida al personaje-, da la impresión de no encontrarse muy cómodo en su papel.

De todos modos, es innegable que, a pesar de sus defectos, la cinta posee momentos únicos y dignos de un cineasta que (cuando quiere) sabe poner la cámara adecuadamente. Un buen ejemplo de ello se encuentra en el momento en el que el superhéroe debe salvar a una mujer que, por culpa de una grúa desbocada y colocada en lo alto de un gran edificio, está a punto de caer al vacío.

A veces, la informática, un excelente montaje y un director con garra, hacen maravillas. La pena es que se olviden del guión. Para muestra, un botón.

No hay comentarios: