7.5.07

EN RESUMIDAS CUENTAS: Las dos joyas de la cartelera

Zhang Yimou se ha superado a sí mismo y con La Maldición de la Flor Dorada ha conseguido el trabajo más compacto de su filmografía. Siguiendo con el estilo estético y temático iniciado en Hero y La Casa de las Dagas Voladoras, aunque conservando, en parte, ese tono intimista que le caracterizó en sus primeros títulos, el realizador chino se ha embarcado en una magnética historia en la que mezcla, de manera magistral, el folletín con el cine de acción y las intrigas palaciegas.

La Maldición de la Flor Dorada recrea el mal ambiente que se vivía en el Palacio Imperial de la Dinastía Tang Posterior, en el siglo X. Las confrontaciones entre el Emperador y su segunda esposa, sumadas a la tensión establecida entre sus propios hijos, tan sólo serán el inicio de una confabulación política para derrocar al primero. Odios, rencores, adulterios, incestos y pócimas envenenadas, colocarán al espectador en medio de una tragedia de tintes shakesperianos, en la que destaca su exuberante y espectacular planificación visual y estética y el brillante trabajo de una insuperable Gong Li. Ella, en el film, da vida a la torturada Emperatriz Phoenix, mientras que el también popular Chow Yun-Fat (en el rol del Emperador Ping), a pesar de su excelente composición, queda un tanto deslucido al lado de la fuerza interpretativa de su compañera.

Ríanse de los numerosos y violentos combates de la interminable 300 pues, en este caso, Zhang Yimou -aparte de ese aspecto más doméstico y trágico, ambientado en el interior de los salones del Palacio Imperial- ha orquestado una media hora final digna del mejor cine de acción. Una única batalla -en la cual intervienen centenares de guerreros- y varias escaramuzas aisladas (en las que tampoco faltan los efectos especiales digitalizados), logran superar (muy por encima) la media con la que Zack Sneider afrontó sus múltiples escenas de acción espartana.

Un excelente análisis de la maldad humana y de la salvaje corrosión de una familia. Una obra inteligente que afianza definitivamente a Yimou como uno de los mejores realizadores orientales de la actualidad. Una maravilla con regusto a cine clásico del de toda la vida.


De temática y nacionalidad totalmente distintas, también está en cartelera otra joya en bruto a valorar: La Segunda Noche de Bodas; una comedia con toques emotivos, muy cercana al espíritu de trabajos como Cinema Paradiso o El Cartero (Y Pablo Neruda). De hecho, mediante su cuidada y bella banda sonora (debida al gran Riz Ortolani) y algún que otro pasaje en concreto, el italiano Pupi Avati hace varias referencias a los dos títulos citados.

La posguerra en Italia de nuevo reflejada en el cine de ese país, aunque alejándose un tanto del neorrealismo con el que los grandes maestros afrontaron el tema y a los que, un Avati extremadamente sutil y respetuoso, lanza un guiño satirizando el posible y oscuro modo en que algunas de esas grandes obras fueron financiadas.

Un pequeño pueblo de Puglia será el enclave ideal para que el realizador desarrolle su tierna y divertida historia; un minúsculo enclave en el que, días después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, la miseria se hace más llevadera que en las grandes ciudades, y en donde el estraperlo aún es una palabra por descubrir. Allí vive Giordano, un hombre bueno, aunque algo tocado del ala, que invierte todos sus días en la busqueda y desactivación de las bombas que han quedado sin explotar por la zona, al tiempo que comparte una vieja casona con sus dos refunfuñonas hermanas. Entre estos tres personajes y la aparición de una cuñada a la que daban por desaparecida, transcurrirá una bella, emotiva y a veces tensa relación cuadrangular.

Un film honesto y delicado. Una película entrañable que no hay que dejar escapar, en la que el humor –perfectamente dosificado- se baraja con los sentimientos más íntimos. Una gozada: cine en estado puro. Y, atención, ante todo, a Antonio Albanese, el fabuloso actor que da vida al bonachón Giordano, un hombre de la misma escuela y con los mismos recursos interpretativos que el desaparecido Jacques Villeret, el protagonista -entre otras- de La Cena de los Idiotas.

No hay comentarios: