Los habituales de esta página saben de mi nula devoción por Sandra Bullock. Quizá sea esta la razón primordial por la que, hasta ahora, aún no había visto Premonition (7 días) , un film de coordenadas fantásticas tras el que, de manera inesperada, se esconde uno de los trabajos más compactos de la protagonista de Miss Agente Especial.
Realizada por el alemán Mennan Yapo, la cinta abriga -entre otras cosas- la intención de relanzar la eclipsada figura de una de las novias de América que más rápido han sido destronadas; una Bullock que, dispuesta a dejar a un lado su irrisoria colección de mohines, apuesta por dotar de una interpretación más natural al atormentado personaje al que da vida y sobre el que, sin lugar a dudas, recae la mayor parte del peso de su trama: el eje central sobre el que gira su bien estructurado guión. Para ello, la denostada actriz se mete en la piel de Linda, una mujer casada y con dos hijas pequeñas que, de la noche a la mañana, verá cambiar radicalmente su existencia cuando le comuniquen la muerte de su marido a causa de un accidente automovilístico. De manera inexplicable y al día siguiente de recibir la fatal noticia, su esposo amanecerá a su vera durmiendo en la misma cama.
Premonition supone una nueva y eficaz vuelta de tuerca sobre un tema bastante recurrente en el cine fantástico actual: el de los bucles, agujeros y saltos en el tiempo. La reciente (y fallida) Déjà Vu o la ingeniosa Atrapado en el Tiempo, son sus dos referentes más claros, a pesar de que Bill Kelly, su guionista, apueste por acercarse más directamente al melodrama de tintes trágicos que al cine de acción o a la comedia, colocando a la atormentada Linda en una pesadilla sin salida aparente. Y es que esa pobre mujer, que no sabe a ciencia cierta si su marido está vivo o muerto, deberá luchar, día a día y con su entorno más cercano, para alejar de su mente un macabro y desolador suplicio que parece no tener fin.
La posibilidad de cambiar el futuro anticipándose a ciertos sucesos ya conocidos, es otra de las (típicas) bazas con las que juega una película que, a pesar de no ofrecer grandes sorpresas a lo largo de su proyección, hace gala de una corrección narrativa, visual e interpretativa muy académica. La facilidad para crear atmósferas inquietantes y la valentía de atreverse con un The End dotado de cierta mala leche y no tan estándar como sería presumible, alejan un tanto a este producto de otros trabajos de características similares. A veces, tal y como se demuestra en este caso, los tópicos bien utilizados pueden funcionar a la perfección. Incluso teniendo a la Bullock como protagonista.
La esperanza es lo último que se pierde. A lo mejor, dentro de unos años, hasta Sandra Bullock se convierte en una buena actriz. Al menos, en esta película, ha puesto un fuerte empeño por cambiar su negativa imagen.
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