Nos hemos quedado sin Superman. De hecho, hace ya varios años que Superman nos había abandonado. Una caída desgraciada de un caballo pudo con el superhéroe, quedando postrado de por vida, tetrapléjico, en una silla de ruedas. Hace escasas horas, a los 52 años de edad, un infarto se lo ha llevado a mejor vida.
Atrás quedan todos los chistes negros que la mayoría postulamos cuando tuvo el accidente. En nuestra memoria y en nuestras videotecas siempre quedará Superman, la película con la que Richard Donner le marcó para siempre al colgarle el sambenito del superhéroe. Hoy, cuando alguien te anunciaba su muerte, lo hacía utilizando el nombre de Superman. "¿Sabes que Superman la ha palmao?", "debe de haber visto la peli sobre el Ramon Sampedro y se habrá tomado una sobredosis de kriptonita", "no, hombre no, que ha sido un infarto".
De todas maneras, nunca fue un actor excelente. Seamos sinceros. Christopher Reeve siempre fue un actor soso, inexpresivo. "Un mitja tita", que decimos los catalanes, más cercano a la personalidad de Clark Kent que al alter ego de éste. Y sin mucha suerte (aparte de lo del tropiezo equino), ya que de los cuatro films que protagonizó sobre el superhéroe de Kripton, sólo se salva su maravillosa primera entrega y algún que otro momento aislado de la segunda.
Después se intentó sacar ese estigma de encima, e incluso soporto bien el duelo interpretativo al lado Michael Caine en La Trampa de la Muerte, una clara revisitación (fallida) de La Huella. Le siguieron varios títulos olvidables (por ejemplo Interferencias, una patética puesta al día de Luna Nueva, al lado de Kathleen Turner y Burt Reynolds), antes de su digna despedida cinematográfica de la mano de John Carpenter, en la nueva versión de El Pueblo de los Malditos, esa curiosa cinta fantástica plagada de perversos niños albinos. En su afán por superar su tetraplejia, llegó incluso a protagonizar algún que otro telefilm, como La Ventana de Enfrente, ese morboso e inutil remake de La Ventana Indiscreta.
Hoy, su inagotable enemigo, el malvado Lex Luthor, podrá dormir tranquilo. El mundo ha quedado en sus manos.
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