15.10.04

Buscando a Lenny

La competencia tiene eso. Cuando Dreamworks estrenó Antz (Hormigaz), Pixar, a través de Disney (de la que se ha desmarcado inteligentemente), lanzó Bichos. No se sabe de cual de ellas fue la idea original, incluso se habla de espionaje industrial o de un desertor de una de las dos compañías que, resentido, robó la idea de una película de animación digital protagonizado por insectos. La cuestión es que todos salimos ganando, aunque yo me quedo con Antz, por resultar mucho más adulta e incluso original, sin desmerecer por ello el título de Pixar.

Después del éxito obtenido por Pixar con la entrañable Buscando a Nemo, la compañía de Spielberg no ha querido ser menos y ha estrenado El Espantatiburones, otra de pececitos informáticos, digitales... o animatrónicos, como quieran llamarlos (son términos que, con la edad, ya no acabo de acuñar del todo). En este caso, sus acuáticos protagonistas, en sustitución del pequeño Nemo, son Oscar, un pez de colores empleado en un lavado automático de ballenas, y Lenny, un tiburón bonachón que, acosado por su propia familia, decide huir y convertirse en delfín.

La historia es en extremo sencilla y la gracia del film se encuentra, ante todo, en sus primeros veinte minutos de proyección, cuando sus responsables nos presentan la ciudad sumergida protagonista (una especie de New York bajo el agua) y a sus peculiares moradores submarinos, una fauna increíble y delirante de peces y anfibios de lo más alucinante y divertido. Y poco cosa más, a no ser por su perfecta animación (superada película a película) y algún que otro gag aislado, ya que El Espantatiburones, tras su prometedor inicio, entra en un declive tan amorfo como poco sorprendente.

El resto es lo de siempre. Suena a más de lo mismo. Es alarmante, pero últimamente demasiadas películas suenan a eso, a más de lo mismo. En este caso son inevitables los continuos guiños cinéfilos a títulos populares y millonarios, como sus abusivas referencias a Tiburón (por algo Spielberg es el mecenas) o a Titanic, aunque quien se lleva el gato al agua (refrán apropiado) son todas sus celebradas alusiones al cine de mafiosos (desde El Padrino a Uno de los Nuestros). No han de olvidar que tanto Robert De Niro como el propio Martin Scorsese han puesto su voz en la versión original, siendo casi ineludible (aunque sólo sea por mimetismo) que el mundo de la mafia se busque un huequecillo en el producto.

Como ven, nada nuevo en El Espantatiburones, aunque querría resaltar un aspecto que me pareció simpático en medio de tan poca originalidad y es que, en esta ocasión, los dibujos han sido tratados como verdaderas caricaturas de sus dobladores originales, consiguiendo semblanzas inimaginables, como la de Oscar con Will Smith o, la más acertada y graciosísima, la del pez globo Sykes con Martin Scorsese. Todo un festival para aquellos chalados que, como un servidor, se dedican a buscar semblanzas a diestro y siniestro.

Will "Oscar" Smith & Martin "Sykes" Scorsese

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