5.10.04

La psicosis de una ducha

El SMS de nuevo. El jueguecito. Una nueva víctima. “Janet Leigh is dead”. ¿No había muerto apuñalada brutalmente en una ducha allá por los años 60?

Curiosamente, Hitchcock, con Psicosis, marcó para el resto de sus vidas a un par de actores. Por un lado Anthony Perkins, quien, tras haber intervenido en la película, nunca jamás se pudo sacar el estigma de Norman Bates y no hubo film posterior en el que no repitiera los mismos tics que los del psicópata del motel. Janet Leigh (aka Marion Crane), en la misma cinta, moría brutalmente asesinada en una de las escenas más míticas de la historia del cine. En ese caso, tampoco podemos culpar del todo a don Alfredo, ya que, según cuentan malas lenguas, el principal artífice de la misma fue Saul Bass, aquel que nos maravillara, título tras título, con sus fantásticos créditos iniciales.

Durante muchos años, Janet aseguró haber quedado tocada por esa filmación, dejando latente, en más de una ocasión, un pánico soberbio cada vez que pisaba una ducha. Y no sólo dejó una huella latente en ella, sino que casi condenó a una de sus hijas, Jamie Lee Curtis, a pasar los mismos periplos que ella, acosada en decenas de ocasiones por asesinos despiadados y crueles.

Atrás queda su matrimonio con Tony Curtis y un número imborrable de cintas que siempre perdurarán en nuestra memoria. Nació para sufrir. De eso, más que Hitchcock, se encargó, años antes, el inmenso Orson Welles quien, desde Sed de Mal y emparejándola con Charlton Heston, ya le hizo pasar un mal trago inolvidable encerrándola en un pequeño motel y siendo forzada por un grupo de personajes impresentables.

Una de sus últimas apariciones en pantalla fue para dar apoyo a su hija en Halloween H20 (una nueva vuelta de tuerca sobre el sádico Michael Myers), aunque nadie parece recordar que, casi veinte años antes de éste título, ya había aparecido al lado de Jamie en una de las grandes película de John Carpenter, La niebla.

¿Cuál será el próximo mensaje en el móvil?

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