Hay películas que, por su belleza plástica y su fuerza descriptiva, se convierten en títulos imprescindibles. Una de ellas es Deseo, Peligro, del taiwanés Ang Lee, uno de esos productos que, estrenado hace ya 4 meses, pueden recuperar durante estos días gracias a su reciente edición en DVD. De todos modos, al menos en Barcelona, aún sigue proyectándose en las sesiones de madrugada (las llamadas golfas de fin de semana) de alguna que otra sala.
Personalmente, tenía pendiente su visionado desde que vio la luz en nuestro país. Posiblemente no lo haya hecho hasta ahora debido a la poca (o nula) pasión que suscita en mí el cine oriental. Pero Deseo, Peligro es otra cosa pues, de forma curiosa y a pesar de estar rodada en su mayor parte en Taiwán, su envoltorio y el modo de plasmar la historia (narrativa y técnicamente hablando) resulta completamente occidental; mucho más asequible y abierta, a mi gusto, que Tigre Y Dragón, el anterior paréntesis oriental del realizador desde que, en 1995, empezará a trabajar en los EE.UU.
Ambientada en el Shanghai de 1942, en plena ocupación japonesa de la ciudad, la cinta muestra la relación íntima que mantiene un colaboracionista chino con una amiga de su propia esposa. Él es Mr. Yee, jefe del servicio secreto y uno de los elementos claves dentro del gobierno impuesto por Japón; un tipo frío y de pocas palabras que goza de muy mala fama entre los de su propia raza. Ella es la señora Mak, la joven y atractiva mujer de un empresario, dedicado éste a la importación y exportación y cuyo oficio le obliga a permanecer largas temporadas fuera de su hogar... o, al menos, eso es lo que la muchacha finge ser ante la familia Yee y todo su selecto círculo de amistades.
Éste es el inicio de un film con numerosos puntos de contacto con la filmografía de Alfred Hitchcock. De hecho, posee cantidad de paralelismos con la magistral Encadenados, empezando por las imágenes que, de sus dos protagonistas principales (Cary Grant e Ingrid Bergman), asoman en la pantalla de un cine, aunque por separado y extraídas de otros títulos. Y no sólo se conforma con aproximarse a Encadenados pues, en uno de sus momentos más álgidos, en el que se demuestra lo difícil que es matar a un ser humano, orquesta un sangriento y compacto homenaje al pasaje más suculento de la discutida Cortina Rasgada.
Espionaje, dobles identidades, complots y suspense. Suspense y sexo; mucho sexo, ya que, para entender a la perfección la simbiosis establecida entre el déspota Yee y la sensual Mak, Ang Lee se decanta por mostrarse totalmente explícito a la hora de rodar los juegos que se montan en la cama tan atípica pareja de amantes. Pasión y repulsión. Amor y odio. Perdón y rencor. Sexo y sexo. Una amalgama de sentimientos y vivencias para construir el retrato de una mujer angustiada por sus propias contradicciones. Una mujer que se siente traicionada por los suyos y, a la vez, ultrajada por sus ideales.
La debutante y espléndida Wai Tang, una actriz china procedente del mundo de las top models, ha sido la encargada de dar vida, con todo lujo de detalles interpretativos, a esa joven que, escondiendo su verdadera personalidad por una causa que considera noble, sufre en silencio sus desarreglos emocionales; unos desarreglos que nacen de su vínculo con un hombre al que debería odiar en lugar de amar... Dicen que el amor es ciego aunque, en este caso, se engendra a causa del Kamasutra y de contar como partenaire con Tony Leung, una de las estrellas más populares del cine de acción hongkonés que, en Deseo, Peligro, da vida al amenazador Mr. Yee.
Descubran, por ustedes mismos, la maestría de un Ang Lee en plena forma. A pesar de su dureza, déjense llevar por uno de los mejores productos (junto con La Tormenta de Hielo) de un tipo que, por desgracia, llegó a aburrirme soberanamente con el ya citado Tigre y Dragón y el sobrevaloradísimo Brokeback Mountain.
Si todo el cine amarillo fuera igual de sólido, otro gallo nos cantara. Al menos, para un servidor.
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