
Mientras en La Tormenta de Hielo reflejaba un crudo retrato de la progresía liberal de los 70 (una época rompedora y convulsa, tras la celebrada caída de Nixon) y en Cabalga con el Diablo se adentraba en las entrañas de la Guerra de Secesión, ahora, con Brokeback Mountain, regresa a la década de los 70 y fotografía la otra cara de la moneda. Deja a un lado la intelectualidad y la progresía de esos años para colocarse en el epicentro de la América rural y asestarle un fuerte bofetón a sus moradores.
La historia se centra en dos vaqueros, Ennis del Mar y Jack Twist. Dos hombres que en su juventud, durante una trabajo en común, aislados en lo alto de una montaña y ejerciendo como pastores de un numeroso rebaño de ovejas, iniciaron una relación amorosa que jamás llegarían a culminar. El temor a no ser aceptados por una sociedad intransigente, marcará de manera inevitable el vínculo sentimental establecido entre ambos.

Ang Lee se toma un tiempo excesivo e interminable para relatar los inicios de esa relación. Innecesarios tiempos muertos, demasiada insistencia en plasmar los bellos paisajes naturales que enmarcan la historia y cierta reiteración narrativa, definen, con agobiante precisión, la primera parte del film. La falta de diálogos y la cargante melodía de Gustavo Santaolalla ayudan aún más a que su desarrollo se quede paralizado durante ese fragmento inicial.

Un punto y aparte merecen los trabajos de sus principales protagonistas, Heath Ledger y Jake Gyllenhaal. Mientras el segundo salva con cierta solvencia su personaje (a pesar del bigote postizo que le encasquetan para aparentar más edad), el primero, Ledger (una especie de mezcla entre un joven Ryan O’Neal y Val Kilmer) se me antoja forzado en su dubitativa y poco expresiva interpretación (especialmente patética y ridícula en la escena del lloro). De ellas, las mujeres que comparten cartel con los dos actores, es mejor ni hablar. Aparte de estar fatal en sus respectivos roles (de la primera a la última), son personajes muy poco (o nada) desarrollados y vacíos, totalmente en la sombra: simples floreros de adorno para dar soporte a las dobles vidas de Ennis y Jack.
Un film loable desde la perspectiva de narrar una historia de siempre desde un punto de vista diferente que, sin embargo, se ve maltrecho por culpa de la frialdad que muestra con sus protagonistas y por una crispante autocomplacencia narrativa.

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