13.11.06

Ustedes lo han querido: CANNES, CIUDAD DEL MIEDO

Cannes, Ciudad del Miedo es la traslación al humor francés del estilo de productos ideados por el triunvirato norteamericano ZAZ, los inventores de Aterriza Como Puedas y toda la larga saga de títulos que siguieron a éste. Aparte de Alain Berbérian –su realizador- , Les Nuls (Alain Chabat, Dominique Farrugia y Chantal Lauby) figuran como los máximos responsables de esta presumible sátira cinéfila ambientada en el prestigioso Festival de Cannes, pues todos ellos están acreditados como guionistas y actores de la misma. Un intento fallido (por no decir nefasto) de revestir el humor judio de los ZAZ en un humor más europeizado; en este caso concreto, más afrancesado. Una misión casi imposible. Tan sólo imagínense la posibilidad de recurrir al tipo de comedias protagonizadas por Louis de Funès y -al tiempo que se les da un baño de surrealismo- poder llenarlas de guiños cinematográficos.


Tres son los principales personajes conductores de su (mínima) trama: una promotora cinematográfica, un actor idiota y un guardaespaldas clouseauniano. La primera pretende colar Red is Dead -un film gore de bajo presupuesto- en el mercado internacional de películas del certamen. Para ello contará con la única ayuda del protagonista principal de la misma -un tontaina de mucho cuidado-, no sin antes haber solicitado la presencia de un engreído escolta a una agencia de seguridad parisina, pues entre los tres, aparte de intentar vender el film, harán frente común a una ola de crímenes realizados por un enmascarado, portador de una hoz y un martillo, que está eliminando a cuantos profesionales vayan a proyectarlo. Un serial-killer (nacido de una mezcla entre Jason, Michael Myers y Caracuero) que, según todos los indicios, parece haber escapado de la propia Red is Dead.


La película es floja; muy floja. Es más, diría directamente que es mala. Y, vista ahora, 12 años después de su estreno, me atrevería a afirmar que ha perdido del todo la mínima coña que poseían sus imágenes y diálogos en aquel entonces. Los forzados guiños a títulos populares de la época se me antojan demasiados forzados. Todos ellos están metidos con calzador. Los Intocables, Pretty Woman o Instinto Básico, entre otros, tienen su rinconcito reservado en Cannes, Ciudad del Miedo. Un rinconcito que se podrían haber ahorrado en todos los aspectos y con total tranquilidad, ya que su poco ingenio llega a extremos tan burdos como el de cambiarle el cigarrillo, por una salchicha de frankfurt, a una presunta Sharon Stone en el transcurso de un interrogatorio policial.

“¿Cuál es la diferencia entre una multa y un conejo?... La multa me la meten; al conejo se la meto”. Éste es el chiste que cuenta un comisario de policía a una mujer con la que acaba de pasar la noche. Y no se trata de una excepción, ya que la mayor parte de sus diálogos van por estos derroteros, mezclando con mala pata el absurdo y la horterada. Todo un prodigio de sabiduría humorística que nos demuestra que, fuera de nuestro país, hay cómicos igual de patéticos que Los Morancos. El resto está compuesto por un cóctel de pedos y vómitos digno de tener en cuenta: los primeros los suelta el guardaespaldas, de manera sonora, durante un inacabable ataque de aerofagia; los segundos los arroja el actor idiota cada vez que asegura estar muy contento.


No busquen en Cannes, Ciudad del Miedo más de un par de gags graciosos, jamás brillantes, lo suficientemente funcionales para poder robarle al espectador un mínimo esbozo de sonrisa, como las pocas (pero ingeniosas) referencias al tipo de aburridas películas (de cinematografías extrañísimas) que van a concurso al famoso certamen. No hay más: a parte de eso, la nulidad total. Al menos, el nombre de sus autores no engaña a nadie: Les Nuls. 90 minutos perdidos ante una pantalla; en mi caso, tres horas, ya que ésta ha sido la segunda ocasión en la que me he enfrentado al film. Todo sea por ustedes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya sentido de humor que tienes . . . o que no tienes. Esta pelicula es lo mejor de lo mejor. vaya fracaso tu cronica.

Simonsito

Spaulding dijo...

Simonsito: No sabe usted lo que celebro su gran y exquisito sentido del humor.