Su argumento es típico y tópico, aunque -por su curioso tratamiento- efectivo al máximo: una mansión solitaria y vieja en medio de un bosque sombrío; una joven pareja de enamorados son sus habitantes; una noche de tormenta y algunos ruidos alarmantes en el exterior e interior de la casa. ¿Fantasmas? ¿Ladrones?... Con casi dos únicos actores como protagonistas, Moreau y Palud construyen una aterradora historia deudora de títulos como Perros de Paja o la más reciente Alta Tensión aunque, al contrario que este último, con una final perfecto, inesperado y sobrecogedor. Un magnífico guiño a la corta filmografía de Narciso Ibáñez Serrador acaba de redondear el producto. De lo mejorcito en el género esta temporada.
Y continuando con otra película que tiene a una mansión como eje principal de su argumento, Monster House se erige como uno de los mejores trabajos de animación informática de los últimos meses. Producida por Steven Spielberg y Robert Zemeckis y dirigida por el debutante Gil Kenan, la cinta supone un delicioso homenaje al cine fantástico y, en concreto, a una de las constantes más habituales en el cine de terror: el de las casas embrujadas.
No tan infantil como otras cintas animatrónicas, mucho más madura (por ejemplo) que ese desaguisado sobre Caperucita Roja y con una puesta en escena y una animación muy atractivas, Monster House -a pesar de estar protagonizada por tres niños con claros paralelismos con Los Goonies- posee algún que otro pasaje ciertamente aterrador. Un espléndido guiño al mundo deforme de Tod Browning y su Parada de los Monstruos y quince delirantes minutos finales al más puro estilo de las movie monsters más clásicas, son aval más que suficiente para demostrar el ingenio de sus productores y de su prometedor realizador.
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