3.1.05

Del Clan Sinatra al Clan Clooney (Ocean Vuelve)

Ocean’ Eleven ya no era nada del otro mundo. Se trataba de una película digna y entretenida que, con la sabiduría maniquea de Soderbergh, le daba la vuelta a la perfección a esa gamberrada perpetrada por el clan Sinatra en los años 60, mejorando así todos los despropósitos del original.


Como era de prever, tras los dividendos obtenidos por ese divertimento, se ha vuelto a reunir a todo el equipo al completo añadiendo, además, la presencia de una nueva figura femenina, la de Catherine Zeta-Jones, y la de alguna otra estrella (que no pienso desvelar) de aparición inesperada y un tanto fugaz. Y Soderbergh, en Ocean’s Twelve, supongo que por no repetir la misma jugada del film anterior, se monta una particular historia (un tanto alucinada), cambia de registro narrativo y huye por otros derroteros (en teoría) menos clásicos. Vaya, que en esta ocasión, a pesar de tratarse de una película con ladrones y robos perfectos de por medio, ha roto con la tónica habitual de este tipo de productos y, seguramente por ello, en ninguno de los diversos robos perpetrados y realizados -a lo largo y ancho de su extenuante metraje-, se muestra, en momento alguno, la acción en si misma, todo lo contrario de lo que ocurría en la parte final de su exitosa primera entrega.

Y en realidad lo que más pierde a este Ocean’s Twelve son esas ganas irrefrenables de su realizador por mostrarse original. De tanta innovación quiere hacer gala en esta secuela, que ésta se convierte en una bufonada bastante intragable e indigesta. Los giros de guión son continuos, pero no sorprenden. Y no sorprenden por dos razones obvias: una es que todos estamos esperando que lo que ocurre en pantalla amague una sorpresa que desvirtúe esa misma acción y, dos, que sus giros, del primero al último acaban siendo totalmente falsos y nada creíbles. Y es que uno, cuando lleva más de cinco sorpresas inútiles en menos de media hora, no se deja pillar desprevenido muchas veces más.

En esta ocasión cambia la localización geográfica de Las Vegas por las calles de Amsterdam y Roma, así como de otros enclaves europeos, lugares en los que tanto Brad Pitt como Zeta-Jones aprovechan, a cada cambio de escena, para hacer su propia pasarela, luciendo mil y un ropajes sofisticados, de esos que nunca lleva nadie (con tres dedos de frente), a diario, por la calle. Pura imagen. Look vistoso. Y eso, en el fondo, es lo único que persigue Soderbergh a través de esta secuela. Que todo quede como muy artificial, tanto en atrezzo, vestuario o en sus planificadísimos, recargados y agobiantes movimientos de cámara. Y al guión, que le den por el culo, debió de pensar.


Nada cuadra. Todo va pasando. La lógica no importa. El espectador se traga lo que le echen con tal de que salgan muchas estrellitas. Y éstas, saltando de alegría por poder lucir su palmito, por tener pocos diálogos que memorizar y por estar pagadas de manera desbordante por sus pocos riesgos interpretativos ya que, en Ocean’s Twelve, cada uno hace de cada cual. ¿Me explico? O sea: Clooney hace de Clooney, Pitt de Pitt, Damon de Damon, Julia Roberts de Roberts (y nunca mejor dicho) y, así, hasta completar la lista de todos sus intérpretes. En el fondo, toda una proeza a tener en cuenta.

La película, analizada de manera fría e intentando cuadrar mínimamente su disperso guión, no tiene ni pies ni cabeza. Una gran payasada plagada de cabos sueltos. Una millonaria tomadura de pelo, tras la que se esconde una reunión de amigos acomodados con ganas de pegarse unas vacaciones de lujo en acogedores parajes europeos. Y nosotros, los de a pie, a seguir cotizando para que toda esa troupe salga bien maquilladita en pantalla.


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Comentarios recuperados de HaloScan (a 4/05/2005)

A mí la primera me gustó mucho por ser una peli de robos elegantes en la que todo el mundo sabe que iban a salirse con la suya... La mejor trampa de toda esa peli es que lo que creías impedimentos y giros de guión estaban ya planeados.

Tampoco es que diera para mucho. Una gracieta, pero bien hecha.

Ocean's Twelve me parece una gamberrada al espectador, pero por alguna razón no acabo de decidir si me gusta o no. Es decir, ellos se van, se montan unas vacaciones por Europa con la excusa de hacer una peli, y sacan una especie de película donde cada cinco minutos hay alguien dándole la vuelta a la tortilla.

En el fondo tiene usted razón, el principal error es que ya sabemos que va a existir una sorpresa final que nos diga lo listos y los buenos ladrones que son, y el segundo que no tienen originalidad para terminar la película. La tontería con la Roberts es un delirio propio de alguien que no sabe qué hacer con el resto del metraje.

Y sin embargo... a mi no me disgustó.
Adrián Homepage 01.04.05 - 1:18 am #

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Estoy con usted en cuanto a la primera, ya que resultaba muy entretenida y jugaba dentro de los cánones del genero. Pero ésta (de la cual no negaré que hay algún momento curioso, aislado) es extremadamente abusiva en todos los aspectos.
Spaulding Homepage 01.04.05 - 7:17 am #

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A mí me pareció un tordo de los muchos que se estrenan cada més, sin más.
David Homepage 01.04.05 - 12:57 pm #

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Ya sabía yo que no lo iba a gustar...

Yo no puedo defenderla como película de ninguno de los modos. Eso sí, como gamberrada de amiguetes que quedan para emborracharse A LO GRANDE, me parece de lo mejor.

Eso sí, también reconozco un alto grado de egoísmo en ello.
REFO Homepage 01.04.05 - 7:18 pm #

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Pues que se emborrachen ellos solitos, en casa y en grupo, si es necesario, pero sin tengamos que sufrir sus delirios de grandeza en pantalla durante más de dos horas.
Spaulding Homepage 01.04.05 - 9:12 pm #

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Si Sr. Un tordo como una casa. Diría más: una fantochada, una tomadura de pelo, un desperdicio de presupuesto...
Filigrana 01.10.05 - 8:41 am #

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