24.9.07

Una ventana sin dobles cuerpos

Disturbia, simple y llanamente, se trata de una nueva vuelta de tuerca sobre la historia expuesta por Hitchcock en La Ventana Indiscreta. Un producto al uso, sencillo y previsible, aunque efectivo. Destinado claramente al público adolescente, no deja de ser un simpático modo de acercarse al clásico del orondo realizador británico y, a mi gusto, de manera mucho más correcta que la pretenciosa, sobrecargada y rocambolesco Doble Cuerpo, revisión que del mismo título (y de Vértigo) hiciera un Brian De Palma en estado alucinatorio.


Su director, D. J. Caruso (un tipo con no muy buenos antecedentes cinematográficos), apuesta por aproximarse al tema desde las coordenadas de la serie B, tal y como hizo John Badham, en 1987 y contando con una premisa similar, desde su entretenido Procedimiento Ilegal. Y es que, en el fondo, Disturbia, al tiempo que homenajea a la obra maestra de Hitchcock, recurre a una visualización y narrativa muy propias de los thrillers juveniles que se realizaron en la década de los 80; algo similar a lo que hace poco ha conseguido el denostado Michael Bay con su (inesperadamente) visible Transformers, protagonizada igualmente por Shia LaBeouf y que, aparte de la película que ahora nos ocupa, hace poco se le pudo ver en la espléndida Memorias de Queens y ya forma parte del reparto de la esperadísima nueva entrega de Indiana Jones.

Buena parte de la eficacia de Disturbia se debe a la brillante interpretación de este actor; una joven promesa en alza que, por el momento, resulta un placer verlo en pantalla. En esta ocasión da vida a Kale Brecht, hijo de un reputado escritor fallecido en un terrible accidente automovilístico, Un insoportable sentimiento de culpabilidad, convertirá a Kale en un adolescente problemático. Él era el conductor del coche en el momento del fatal e inevitable percance.

Una frase dicha a destiempo por su maestro de español (italiano en su versión doblada al castellano) y una reacción imprevista y violenta por parte del muchacho, conducirán a éste a un arresto domiciliario de tres meses de duración; tiempo que invertirá, en medio de un estado de total inquietud, en vaguear y espiar, tras las ventanas de su domicilio y ante el estupor de su madre, las idas y venidas de los integrantes de su vecindario, una tranquila zona residencial de Pasadena, California. Mientras una pierna escayolada era el impedimento que limitaba los movimientos de un mirón James Stewart, un artefacto policial en forma de anilla, dotado de un sensor y colocado en el pie derecho, será el delimitador de los posibles desplazamientos de Kale. Pronto, además de descubrir la presencia de una vecinita tentadora y recién llegada al barrio, empezará a abrigar fuertes sospechas de tener a un buscado serial killer alojado en su propio barrio.


La cinta de D. J. Caruso funciona a dos niveles y, tanto en uno como en el otro, lo hace de manera correcta. Por una parte, a través del simpático toque de comedia otorgado al personaje de Kale Brecht y a las relaciones de éste con su nueva vecina y un compañero de escuela oriental –apartado que resalta, sin lugar a dudas, por sus ágiles diálogos y, ante todo, por las dotes cómicas del espléndido LaBeouf-y, por la otra, adentrándose de lleno en el thriller; tratamiento, éste, en el que su previsibilidad se hace demasiado notoria. A pesar de ello, en su desarrollo, demuestra un buen dominio del suspense y la intriga, sin desmerecer en nada el toque inquietante que siempre sabe darle a sus malvados y pérfidos personajes David Morse, un secundario de lujo que bien se merecería un papel protagónico lo antes posible.

Hagan la siguiente operación matemática y obtendrán la película Disturbia como resultado final. La Ventana Indiscreta más Doble Cuerpo. Al tiempo que le restan el doble cuerpo físico que daba título al trabajo de De Palma, añádanle unas gotitas de la muy teenager El Club de los Cinco. La fórmula está servida. Ahora ya es cuestión de disfrutarla. Bien vale la pena, aunque sólo sea por su falta casi total de pretensiones y por el bello rostro de Sarah Roemer, la chica de la casa de enfrente.


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