Es una pena que un cartel tan trabajado y morbosillo como éste pertenezca a un peñazo tan rotundo como Lo Que Sé de Lola, el nuevo trabajo de Javier Rebollo; una rotunda y aplastante muestra del arte de simular decir mucho para, al fin y al cabo, no contar nada de nada.Pedante, aburrida y lenta; de esas insoportables cintas que antaño nos vendían bajo el calificativo de Arte y Ensayo. Total: mucho cuento para mostrarnos -durante casi dos horas sin apenas diálogos-, la enfermiza obsesión de un solitario voyeur parisino empecinado en controlar, a escondidas, los movimientos de su nueva vecina, una manchega recién llegada a la capital francesa. Mudo él, muda ella. El la espía; ella duerme, orina, se acicala, busca empleo... e ignora, en todo momento, la presencia de su perverso ángel de la guarda. Y tal como empieza, acaba. No hay más.
La verdad es que da pena ver a una actriz tan eficiente como Lola Dueñas metida en una fatuidad como ésta. ¡Vaya rollo, Rebollo!
Un boxeador, un policía corrupto, una prostituta viuda (de las de buen corazón) y un turbio asesinato en el talego, son algunos de los atractivos ingredientes que maneja Iñaki Dorronsoro en La Distancia, su primer largometraje tras una larga experiencia como realizador en el campo televisivo.
La lástima es que todo se queda en esos prometedores ingredientes pues, en definitiva, se trata de un fallido guiño al género negro, con más buenas intenciones que resultados. Mientras por un lado la cinta se beneficia de la espléndida labor interpretativa de dos actores de la talla de José Coronado y Federico Luppi o de la excelente banda sonora de Álex Martínez, por el otro se estrella por culpa de una historia pésimamente escrita y llena de lagunas argumentales.
Y eso que parecía que el cine español volvía a levantar cabeza...
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