Paquito Cuevas Castany. Hijo único. Nació en 1959, bajo la dura tutela de unos padres chapados a la antigua y con aspecto de polichinelas. Su recia formación académica tuvo lugar en los Hermanos Gabrielistas de la barcelonesa calle de Villarroel, lugar en el que empezó a amar, de manera exagerada, ciertos aspectos muy concretos del séptimo arte. Allí, cada sábado por la mañana, tenía lugar un peculiar cine-club en el que se proyectaban viejos films de Louis de Funes y, una vez cada mes, uno de los dos largometrajes protagonizados por Los Guardianes del Espacio (The Thunderbirds). Las constantes riñas de los valencianos encargados de esos pases cinematográficos marcaron su agrio carácter, pues se sintió altamente ofendido con la reiterativa orden, emitida a través de un megáfono, de “no pongau los peus en las sillas”. Tras la jubilación de su padre, heredó la empresa familiar, dedicándose, desde ese momento, a la venta al por mayor de una variedad infinita de ultramarinos. Su desmesurada afición por coleccionar en VHS la filmografía completa de su ídolo francés, De Funes, acabó cambiándola, a principios del año 2004, por la compra compulsiva de todas las temporadas en DVD de su serie televisiva más preciada, Los Guardianes del Espacio. Abandonando la empresa familiar, pasó una larga temporada encerrado en su casa. Su esposa, Juanita Llandrich, y su hija de cuatro años, Juliana Cuevas, aún se muestran preocupadas por el posicionamiento actual de Paquito. Éste, durante los dos últimos años, vive aferrado a unos hilos colgantes del techo de su domicilio, asegurando a todo el mundo, que él, en realidad, es una simple marioneta. Tan identificado se siente con los protagonistas de The Thunderbirds que, el año pasado, enterado del inicio del rodaje de la película Team America, abandonó su hogar por unos días con la intención de presentarse al casting de ésta y conseguir una escena en ella como mero figurante. Lógicamente, los encargados de la producción lo menospreciaron alegando que se trataba de un ser de carne y hueso. Ellos querían muñecos, por lo que se negaron en redondo a atender a las razones de Paquito. Desde el año pasado, vive encerrado en su cuarto de baño, alimentándose tan sólo de boquerones y dispuesto a dejar este mundo no sin antes cortar los hilos que le unen a su verdadero creador, Nicolás Celaya, descendiente directo de Gabriel Celaya. “Mis padres eran unos auténticos monigotes y yo tan sólo sigo sus enseñanzas. El día que seccione la hebra que me une a ellos, me convertiré por fin en un genuino títere. Dios es bueno y nos observa. Vigilen. Él y Benedicto son los únicos que me entienden”; éste es el escalofriante mensaje que deja a todos los internautas que dudan de su propia fe.
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