26.7.05

Ustedes lo han querido: LA GARBANZA NEGRA, QUE EN PAZ DESCANSE

A principios de los años 70 faltaba un largometraje protagonizado por Tip y Coll, la pareja de cómicos más fermosa habida, por estos lares, en aquellos tiempos. Su humor surrealista cautivó, extrañamente, a miles de espectadores televisivos, que seguían al dúo en todas sus apariciones en la pequeña pantalla. Al menos, una vez por semana, derrotaban por puntos a gente como Esteso o Pajares. Eran únicos, especiales, cautivadores. Deudores del humor de Jardiel Poncela y de las salidas de guión más marxistas, se convirtieron en los ases de la caja tonta. El absurdo era el gancho de todas sus actuaciones, aunque de vez en cuando se atrevían con algún que otro arrechucho (metido entre líneas) a la política del momento.

Y, al fín, de la mano de Luis María Delgado (el director de la locaza Diferente) y basándose en un guión de ellos mismos con la colaboración de Antonio Mercero, se parió La Garbanza Negra, Que En Paz Descanse, un vehículo para lucimiento propio y de los muslos de Esperanza Roy. Tip y Coll, o lo que es lo mismo, Luis Sánchez Polack y José Luis Coll se erguían, por fin, en únicos protagonistas de un delirio que, visto al cabo de los años, se ha convertido en un film basurero al cien por cien. Más que basurero, directamente casposo. Espantoso, horripilante.

Ellos funcionaban a la perfección a nivel de pequeños gags humorísticos. Espléndidos números destinados a pequeños cabarets que, con mucha inteligencia, supieron trasladar a los platós de TVE para desengrasar de tanta canción españolista que nos tocaba soportar durante esos años. Siempre pusieron la nota más alta en los oxidados shows de variedades conducidos por Joaquín Prat y Laura Valenzuela. Personalmente, a mediados de los 80, tuve el honor de verles en directo en un par de ocasiones e, incluso, de hacerles una entrevista inolvidable destinada a un programa de radio. Allí, en los escenarios, eran los mejores. Divertidos, electrizantes. La crème de la crème.

Antes de la fallida Garbanza Negra, habían hecho pequeñas colaboraciones en todo tipo de nefastas comedias , en donde Landa, Ozores, Sacristán y López Vázquez mostraban sus calenturas de macho hispánico. Y, la verdad, es que sus mínimas apariciones en esos films rancios eran siempre lo mejor de la función. No tenían desperdicio. Juntos o por separado, sabían romper la monotonía de esos títulos y trabajarse, de manera asombrosa, su particular rinconcito disparatado y personal.

Pero lo de La Garbanza Negra supuso algo ciertamente indigesto. Un error garrafal. Nunca tendrían que haberse involucrado en tan nefasto título. La historia no hay por dónde pillarla. Tip y Coll interpretan a dos hermanos gemelos, Nepo y Pío, propietarios, en compañía de Valentín Tornos (el eterno Don Cicuta), de una pequeña funeraria de provincias. Al morir su madre, doña Obdulia, ésta les dejará en herencia todas sus pertenencias: un cabaret, en el que las máximas estrellas son Esperanza Roy y Josele Román, y una casa de lenocinio. O sea, una casa de putas. Nepo y Pío viajarán hasta Madrid y vivirán insólitas aventuras cuando los regentes actuales de ambos locales intenten acabar con sus vidas. Enredos, confusiones, un mínimo toque erótico y unos cuantos números musicales a mayor gloria de la Roy y del dúo protagonista.

No negaré que, a pesar de lo insoportable de su trama y de su patético (por inexistente) guión y realización, La Garbanza Negra tiene sus momentos. Pocos y aislados, pero los tiene. Y ello gracias precisamente a ellos, a Tip y Coll. Dos genios que, de todas maneras, fracasaron en su primera intentona cinematográfica como protagonistas casi absolutos, pues junto a ellos se encontraba un interminable y alucinógeno desfile de impresionantes glorias de la época como, por ejemplo, Simón Cabido (Doña Croqueta), José Orjas, Joaquín Roa, Venancio Muro y Luis Barbero. Un escaparate de lo más frikkie.

Después, la pareja volvió a probar fortuna en otra producción, en este caso adoptando el papel de maestros de ceremonias en una comedia episódica sobre el sexo nacional, El Sexo Ataca; aunque su mejor experimento para la gran pantalla fue El Asalto al Castillo de la Moncloa. Se trataba de doblar, a su manera, una vieja coproducción italo-española de finales de los años 50, protagonizada por Carmen Sevilla y Ricardo Montalbán y que llevaba por título Los Amantes del Desierto. Y en ese caso, en ese film tan desconocido actualmente, dieron bastante en el clavo. O sea, lo que mismo que hizo Woody Allen con Lily la Tigresa pero en plan más cazurro.

Como documento sonoro inigualable e ideal para conocer algo más sobre la difunta Obdulia de La Garbanza Negra, les dejo con el tema musical que hace referencia a ésta. Música de Adolfo Waitzman y letra de Tip y Coll. Pulsen en la tapa del LP y sabrán lo que vale un peine.

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