6.7.05

El Dr. Kelp y Mr. Love

Cinematográficamente hablando, el 63 no tan sólo significó el nacimiento del personaje de Clouseau. También se estrenó El Profesor Chiflado, sin lugar a dudas la mejor película de la filmografía de otro gran cómico, Jerry Lewis. A parte de ser una gran comedia, es una de las adaptaciones más originales, libres y cínicas de la inmortal obra literaria de Robert L. Stevenson, El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

Lewis se acercó al tratamiento de la obra desde la sátira más contundente, rompiendo un tanto con todo lo que había dirigido e interpretado con anterioridad. Mantiene algunas de sus constantes (como su eterno personaje tontorrón y patoso), pero en el fondo narra un drama ácido y triste.

En El Profesor Chiflado, como era de esperar, el actor se desdobla en dos personajes. El Dr. Jekyll es, en este caso, el tímido y atolondrado profesor Julius Kelp, un científico que ha acabado dando clases de química en un Instituto plagado de adolescentes. Cansado de aguantar las burlas de sus estudiantes y colgado por la figura tentadora de una de sus alumnas, la jovencita Stella Purdy (una Stella Stevens en todo su esplendor), decidirá experimentar una nueva fórmula con su propio cuerpo, convirtiéndose en su desfachatado alter ego. Ahí nace el Mr. Hyde de Lewis. O, mejor dicho, Buddy Love, un apuesto galán, de maneras chulescas y un tanto déspota con los demás que, sin embargo, logrará cautivar a la sorprendida Stella.

Lewis juega como nadie con esa dualidad. Explota al máximo al despistado y extravagante personaje de Kelp, consiguiendo con éste algunos de los gags más recordados de toda su carrera (las escenas en el gimnasio, para intentar mejorar su figura, son impagables) y se despacha, a gusto, cuando se desdobla en Buddy Love. En ese rol potencia todos los vicios. Fuma, bebe y se insinúa sexualmente. Trata mal a sus respectivos y deja claro, sin vergüenza alguna, su prepotencia machista. Es elegante (a su manera) y demuestra, cada noche, ante el piano, sus dotes como cantante. Muchos, en este aspecto, creyeron ver una venganza cruel hacia Dean Martin, con quien había compartido, durante muchos años, numerosos escenarios y platós. Una venganza que, de todos modos, siempre desmintió el propio Lewis.

Como realizador tuvo la ocasión de lucir sus conocimientos cinematográficos jugando con las luces, sombras y colores, a veces de manera alegre y distendida y otras a través de un estilo más tétrico y misterioso. Un buen ejemplo de ello es la excelente planificación de la escena de la transformación. En esa época no eran necesarios los avasalladores efectos especiales actuales. Sólo utilizó la cámara, el maquillaje y la iluminación. Y con esos tres elemento tuvo más que suficiente para, durante unos minutos, alejarnos de la comedia y adentrarnos en un melodrama de tintes fantásticos.

Lewis siempre declaró haber quedado impactado cuando visionó, a temprana edad, la versión de Victor Fleming, El Extraño Caso del Dr. Jekyll, protagonizada por Spencer Tracy e Ingrid Bergman. Tanto es así que el cómico, en su particular versión, rindió un claro homenaje al citado film aprovechando la construcción, casi calcada, de algunos planos de éste, como ocurre en la ejemplar escena en la que sale a la calle tras haber sufrido su primera transformación. La cámara se convierte en los ojos de Buddy Love y, en un largo y milimetrado travelling, hace un recorrido de todos los personajes que, asombrados, se van fijando en él.

Vista hoy en día sigue conservándose como una película absolutamente fresca. Casi me atrevería a tildarla de obra maestra. Y más si la comparamos con el innecesario remake que, en los 90, protagonizó Eddie Murphy y que, sin sentido alguno, cambió el cinismo del título de Lewis por los f/x de marras.

Si no han visto nunca El Profesor Chiflado pillen, si pueden, su edición en DVD ya que éste, además, cuenta con una buena cantidad de escenas eliminadas en su montaje final y un sinfín de descartes por errores de rodaje.

Chapeau para Jerry Lewis. ¿Cuándo se le reivindicará como es debido?

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