Tengo un montón de VHS por repasar. Mis series de televisión preferidas se están amontonando, una encima de la otra. Seis episodios de Urgencias por aquí, un par de Sopranos por allá y unos cuantos largometrajes por revisar, sin contar varios estrenos actuales pendientes. Esta semana, palabrita del niño Jesús, prometo ir a alguno de ellos. Y cuando tengo un par de horas sueltas para relajarme, la desgracia hace que me tope de frente con títulos como El Abrazo Partido... ¡Mandan cojones!... Suerte tuve, ayer por la mañana, que gracias a una de sus peticiones, pude mirar de nuevo Los Duelistas. Pero, como dije antes, eso lo dejo para mañana.
He de reconocer, de todas maneras, que el mejor relax de estos días lo encontré, por casualidad, en casa de los estimados Lametones de Amor. Esa gente es adorable, créanme. No paran de sorprenderme. Total, vayan a visitarlos porque, en ese rincón de Internet, hay un hueco para todo, incluso para la más masturbatoria de mis aficiones.
Vaya, que el otro día, ojeando ese blog, me fijé en un apartado en el que aún no había caído. En fermosas letras leí la palabra Lametetris. Pulsé sobre ella y.... ¡oh!, ¡ahí estaba mi gran vicio onanista, superior incluso a relamerme escuchando a Sinatra en la intimidad!... El Tetris.... Ese juego alucinante, infernal, al que le había perdido la pista desde hace varios años. Pulsé el botón de play... y... ¡¡¡¡ahhhhhh!!!!.... que gran placer orgásmico: de nuevos esas piezas rectangulares, cuadradas, en forma de letra ele o de zeta, cayendo del cielo y apilándose una encima de la otra, en total conjunción simétrica, copulativa... Uffffff... cuanto tiempo sin una partida. Ahí estaba yo, hace una semana y pico, ante esa pantalla llena de figuritas geométricas, de abajo a arriba, menguando y volviendo a crecer. ¡Así! ¡Así! ¡Más rápido! Mengua y crece, crece y mengua. De abajo a arriba... Pufffff... que salivera...
Pues nada, que empecé a jugar como poseso y, pobre gente, a la primera de cambio, les rompí el récord establecido. Sé de buena tinta (para eso tengo cuñados que me lo chivan todo), que don Casimiro, el gran lametón, se sorprendió ante mis habilidades casi taurinas. Y ahora, el buen hombre, anda picado intentando superar mi récord.
Desde aquí, y con el permiso lamedor, les invito a entrar en el juego y a romper mi puntuación. Don Zeros Metallium ya está pisándome los talones. Prueben ustedes y bájenme del pedestal. Aunque lo tienen difícil. Y si lo hacen, sepan que volveré a engancharme hasta que los vuelve a atrapar de nuevo. Prepotente que es uno. O, al menos, eso es lo que opina de mí alguien con vocación de linotipista.
Desde aquí, y con el permiso lamedor, les invito a entrar en el juego y a romper mi puntuación. Don Zeros Metallium ya está pisándome los talones. Prueben ustedes y bájenme del pedestal. Aunque lo tienen difícil. Y si lo hacen, sepan que volveré a engancharme hasta que los vuelve a atrapar de nuevo. Prepotente que es uno. O, al menos, eso es lo que opina de mí alguien con vocación de linotipista.
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