20.11.04

¡Esto es Hollywood!

Señores, ya sé que no se lo van a creer, pero ayer noche asistí a una premiere mundial, en Los Angeles, en pleno Hollywood, del episodio III de Star Wars. Sí, tal y como lo leen. Allí estaba yo, al lado de toda esa fauna de personajes influyentes. Cientos de ellos, del primero al último: Spielberg, Lucas, Gandolfini, Willis, Basinger e, incluso, allí, en medio de todos y con la cabeza bien alta, el pequeño Mickey Rooney. Y hablando de pequeños, también me pareció atisbar, a lo lejos, a los mismísimos Edward G. Robinson y Alfonso del Real cosa que, por otra parte, me pareció imposible, ya que ambos pasaron a mejor vida. Ese último detalle, he de reconocerlo, me acojonó un poco.

La verdad es que de la película, del episodio III, casi ni me acuerdo. Y eso que la vi ayer, enterita, de cabo a rabo. Sé que no me defraudó, pero no podría contarles nada de ella. Supongo que estaba embargado por la emoción de estar allí, al lado de todos esos.

La proyección tuvo lugar en una extraña empresa, situada junto al gigantesco letrero ese de HOLLYWOOD que preside una colina. El lugar era impresionante, majestuoso. De señorío, vaya. Es de suponer que más de un invitado se dio cuenta de que no llevaba los zapatos muy lustrosos, que digamos. Y es que todo me pilló de improviso, sin haberlo casi ni solicitado, ya que, de golpe y porrazo, aparecí allí en medio, en esa gran sala de color rojo, con columnatas doradas y rojizas formando una especie de pasillo, una sala que parecía sacada del universo del Dune de David Lynch y en el que no me hubiera extrañado nada ver, por allí, a un jovencísimo Sting, con cara de psicópata y pelos de punta, dando saltitos en calzoncillos y empuñando un cuchillo.

Mis compañeros de excursión, extraños en ese lugar igual que yo, estaban muy preocupados, ya que nuestra intérprete, la traductora que hacía que nos entendiéramos a la perfección con las grandes stars del lugar, había desaparecido misteriosamente desde hacía varias horas. Unos decían que había ido al lavabo, otros que se había largado a su casa y algunos, los más atrevidos, juraban que la habían visto muy acaramelada con Danny DeVito. La cuestión es que estábamos allí, atónitos, sin entender nada de lo que nos estaba contando Antonio Resines. ¿Por qué nos hablaba Resines en inglés?

Por suerte, cuando más perdido estaba, apareció, como salido de la nada, William H. Macy. Y les puedo asegurar que el hombre, en persona, no se parece en nada a Elton John. El tipo se acercó a nosotros y, en un perfecto catalán, nos dijo que podíamos seguirlo hasta el balcón. Así lo hicimos. Era un balcón gigantesco, desde el que se dominaba toda la ciudad de Los Angeles, iluminada, de noche. Era un espectáculo inolvidable, de proporciones inmensas. Nunca había visto nada igual. Creo que Barbra Streisand, que por cierto estaba colocada a mi lado en ese momento, tampoco había visto en su vida un espectáculo tan apabullante. Mientras, Macy, seguía hablando en catalán. Señalando hacia el horizonte, nos aseguró que, por detrás de unas montañas que se adivinaban en lontananza, estaba la ciudad de Fargo. ¿No sería un impostor ese Macy? ¿Desde cuando Fargo había estado cerca de Los Angeles?. Decidido me dirigí al actor y le pregunté dónde narices había aprendido a hablar el catalán de manera tan perfecta. No respondió. Sólo sonrió. Una sonrisa perfilada, inteligente, aunque en nada explícita.

El balcón ya había quedado atrás. Muy lejos. La Streisand de carne y hueso se había convertido en un dibujo, una gran caricatura de su cara (¿o era de su nariz?) enmarcaba una de las paredes de la gran escalinata que conducía a la salida de ese local. Todo el grupo acompañó a Macy hasta el exterior. Allí le esperaba un despampanante coche deportivo, descapotable, de color rojo. Una bella chica rubia estaba al volante. Era su mujer, según nos dijo. Se acercó a ella, la besó en los labios y la saludó por su nombre. “Hola, Mercè”. Por fin entendí lo del idioma de ese actor. ¡Se había casado con una catalana!

Alguien me agitó fuertemente. Era mi mujer. Según me ha contado esta mañana, la desperté hablando en sueños. Por lo visto, con voz fuerte y decidida, espeté “Bien... ¡La Guerra de las Galaxias!”. Y ella, ni corta ni perezosa, me zarandeó un poco.

Pues ya saben. Eso de las premieres mundiales no son más que una tontería sin pies ni cabeza.
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Comentarios recuperados de HaloScan (a 14/03/2005)

jajajaja que bueno. Hoy curiosamente, en una de las pocas reuniones sociales a las que asisto, de los amig@s intelectuales universitarios de mi novia, hemos estado charlando sobre los sueños. Se han reído cuando les he comentado que un amigo de la infancia me contó que para escaparse de sus pesadillas, buscaba un balcón y se tiraba(en el sueño, claro), el tipo podía controlar sus sueños.
Spaulding, se perece mucho a mi novia en eso de recordar tantos detalles de sus sueños. Yo solo consigo recordar la esencia del sueño(de que trataba)y poco más.
Woed Homepage 11.21.04 - 3:25 am #

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No crea que los recuerdo todos. Éste, curiosamente, me ha quedado en la mayor parte de detalles y he creído que valía la pena colgarlo aquí. La verdad es que hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien soñando. La lástima es que no me acuedo de nada del Episodio III!!!
Spaulding Homepage 11.21.04 - 6:35 am #

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impresionante post
absence Homepage 11.21.04 - 3:20 pm #

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Ni que lo diga. Fue tan impresionante que, a la noche siguiente, me metí en la cama con la intención de volver a viajar lejos de nuevo. Y nada, que no hubo manera.
Spaulding Homepage 11.21.04 - 5:52 pm #

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Sea lo que sea, a usted le pasa algo que no es normal. Tiene demasiado trabajo, Sparring. Cuídese. Coma sano, ligerito por las noches. No se atiborre con bikinis, llevado por la pasión barcelonista. Verá qué bien.
Kobayashi 11.22.04 - 12:47 pm #

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Amigo Koba. Cuénteme, estoy intrigado... ¿Qué coño tiene que ver un partido del Barça con un viajecito a Hollywood?

Por cierto, para ver el partido ese del Barça-Madrid, me zampé unos bikinis. Deliciosos.
Spaulding Homepage 11.23.04 - 7:48 am #

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Allá usted.
Koba 11.23.04 - 12:27 pm #

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