
Considerado el maestro del cine sueco, indagó en la profundidad de las relaciones humanas centrándose, ante todo, en eclécticos y profundos secretos de mujeres. Para él, éste ya no será un verano con Mónica. Una sonata de otoño iluminará el rostro de sus comulgantes más fieles y recalcitrantes quienes, corroidos por la carcoma, entre gritos y susurros y al igual que los pequeños Fanny y Alexander, llorarán su desaparición.

Ninguna persona volverá a desvelar, de manera tan indiscreta, los secretos de un matrimonio; ni nadie hablará tan claramente como él de la vida de las marionetas.
Hoy, a medianoche, tras las doce campanadas, una flauta mágica hará que suene música en la oscuridad. La hora del lobo habrá llegado y alguien, en ese instante y sin vergüenza alguna, ejecutará un rito prohibido al romper la cáscara de un huevo de serpiente; como en un espejo: cara a cara, al desnudo, en presencia del payaso y ante el ojo del diablo.
Si les apetece retomar la carrera del director sueco, ustedes son los escogidos: hace algún tiempo les dejé los estimulantes y pertinentes apostolados para hacer películas idénticas a las suyas. Una especie de diario de una filmación que, sin lugar a dudas, ha de ponerse en marcha justo después del ensayo.
Descanse en paz.
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