
Por suerte, no he formado parte del grueso de los afectados, pero sin embargo y como barcelonés, en estos momentos siento asco y vergüenza. Asco por vivir en una capital cuyo Ayuntamiento se las da de progresista cuando, en realidad, sabe a la perfección que no está preparado para solventar un problema de esta envergadura. Y vergüenza por las pocas respuestas que los gobernantes y representantes de las eléctricas dan a los damnificados.
Y lo peor de todo es que, tanto el Govern de la Generalitat como el Ayuntamiento de Barcelona, muestran su preocupación por la mala impresión que haya podido causar tal situación entre los turistas que visitan la ciudad condal. Las pérdidas económicas que hayan podido sufrir muchos de los usuarios, para ellos, es lo de menos.
País.
No hay comentarios:
Publicar un comentario