Su realizador es el ingles Richard Eyre, un respetado hombre de teatro que actualmente ostenta el cargo de director del Royal National Theatre. Y, como hombre procedente del mundo de los escenarios, ha demostrado su gran valía como director de actores, induciendo a sus dos actrices principales a un duelo interpretativo genial. Un reto entre dos mujeres, de distintos caracteres, muy difícil de olvidar.
Diario de un Escándalo está ambientada en una escuela pública de secundaria, en Londres, y narra la extraña amistad que nace entre dos profesoras del centro. Una de ellas es Sheba Hart, una atractiva y joven maestra recién llegada al lugar; la otra es Barbara Covett, una mujer madura, amargada y solitaria que, a pesar de sus férreas ideas, lleva varios años trabajando en la misma institución Un inconfesable secreto de Sheba será el detonante que cambiará bruscamente el ritmo de la relación establecida entre ellas.
El realizador, por un lado y valiéndose del personaje de Judi Dench, hace un retrato perfecto de una mujer ya mayor, obsesiva y frustrada, capaz de llegar a extremos impensables con el fin de conseguir sus objetivos y, por el otro, a través de Cate Blanchett, dibuja a una chica insegura, débil e infeliz al lado de su marido y sus dos hijos (uno de ellos afectado por el síndrome de Down), la cual, por culpa de un error, se verá inmersa en un callejón sin salida, lleno de trampas y presiones psicológicas de todo tipo.
El miedo a que nuestros secretos más íntimos sean desvelados, los celos, la soledad, los amores inalcanzables y el intento de salvar, al precio que sea, una vida que lleva años desmoronándose por estar edificada sobre la mentira y el engaño, son las principales claves para entender y disfrutar con la propuesta de Richard Eyre quien, para adaptar la novela What Was She Thinking: Notes on a Scandal de Zoe Heller, contó con la colaboración de Patrick Marber, el guionista de Closer y nominado, al igual que sus dos actrices, por este trabajo.
Un guión perfecto, detallista; de esos guiones en los que no queda ningún cabo suelto. Una historia construida a partir de la envolvente y dura voz en off del personaje de la dañina Barbara Covett y que, a pesar de lo malsano de ciertos pasajes, rehuye en su narración cualquier tipo de aspecto morboso, sabiendo excusar, de forma sutil, los presumibles delitos morales y psíquicos de ambas protagonistas.
Una cinta sobria, sombría y elegante, en la que la fotografía del prestigioso Chris Menges -de tonos apagados y oscuros-, junto a la rotunda (y también nominada) banda sonora de Philip Glass -en una de sus composiciones más asequibles- juegan un papel importante y definitivo a la hora de resaltar aún más la acidez que envuelve la inestable y peligrosa dependencia creada entre Sheba y Barbara.
Un film grande, y no precisamente por tener un presupuesto desorbitado. Grande como sus dos mujeres protagonista, Dench y Blanchett. Y aún más grande debido a ese guión cínico y magistral que posee; un guión cerebral e hiriente que no cede en ningún momento ni a un mínimo asomo de desmesura. Lo que les digo: GRANDE; así, tal cual. Y con mayúsculas.
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