Antonio Cuadri, su director, ha adaptado para la pantalla grande la novela homónima de Juan Cobos Wilkins; libro en el que se relata todo el proceso socio-político que desembocó en lo que se dio en llamar El Año de los Tiros. Pero Cuadri lo ha hecho de manera un tanto chapucera. Su pésima realización y un sinfín de interpretaciones macarrónicas, dan al traste con las buenas intenciones de mostrar al público un caso que, en nuestro país, fue silenciado durante muchos años.
Su estructura de culebrón y su forzado e innecesario aspecto de spaguetti-western, sumados a sus alarmantes e inmensas lagunas de guión, hacen de éste un producto insulso, aburrido y, en muchos momentos, extremadamente ridículo. Viendo los desalentadores resultados de El Corazón de la Tierra, no me extraña en absoluto que su realizador fuera el creador y responsable directo de la televisiva Al Salir de Clase. Con este dato, todo me empieza a cuadriar un poco más.
La verdad es que me cuesta comprender el porqué, una brillante actriz de la talla de Ana Fernández, se involucra, últimamente, en películas tan poco estimulantes. Una cosa es que lo haga el Perrugorría, pues éste hace ya mucho tiempo que perdió el Norte: concretamente desde que dejó de ser Perrugorría para convertirse en Perrugordía.
En cambio, a Josep Maria Forn le ha salido bastante mejor que a Cuadri la plasmación de los hechos históricos que convirtieron a la figura de Francesc Macià en un símbolo para el catalanismo. El Coronel Macià se centra, ante todo, en un periodo muy concreto del que llegara a ser el 122º President de la Generalitat de Catalunya: justo aquella época en la que se desmarcó del ejército español a raíz de unos hechos violentos que protagonizaron, en la ciudad de Barcelona, un grupo de militares al atentar contra las redacciones del diario La Veu de Catalunya y el semanario humorístico ¡Cu-Cut!.
Forn es un hombre con mucho cine a sus espaldas; un gato viejo del oficio que, a pesar de haber caído en alguna ocasión en ínfimos productos (Ho Sap el Ministre? es un buen ejemplo de ello ), ha saldado su carrera con títulos sobresalientes. Gracias a Companys, Procés a Catalunya, se desmarcó como un excelente cronista de la historia más reciente de mi pequeño país. El Coronel Macià hace gala de la misma artesanía con la que retrató el sumarísimo consejo de guerra al que se vio sometido Lluís Companys pues, siendo un film rodado con un presupuesto mínimo, salva todos los inconvenientes que ello supone echando mano de una buena planificación narrativa y, ante todo, de un sobresaliente plantel de actores (la mayoría de ellos sacados de la escena teatral catalana), y de entre los que cabe destacar a Abel Folk, quien afronta con una sobriedad estoica el papel de Macià. Lástima, sin embargo, que los últimos años de vida del personaje estén resueltos de manera casi telegráfica, detalle que lastra, en parte, el buen ritmo general que mantiene la película.
El film se muestra crítico con el ejército y los políticos centralistas de esos años, así como con la figura del polémico, oportunista y discutido Francesc Cambó, fundador y líder de la Lliga Nacionalista de Catalunya y ministro, en un par de ocasiones, del gobierno español. Al mismo tiempo, y como clave principal de su película, Font hace hincapié en la transformación ideológica y política de Francesc Macià, dando a entender, con ello, que su postura nacionalista se fue radicalizando a medida que los ataques externos contra Catalunya iban creciendo de manera irracional.
Un interesante documento del que, aparte de acercar al espectador hasta los años más desconocidos de una figura idealizada con el paso del tiempo, también se puede extraer una curiosa lectura no muy alejada de la situación política actual española: nadie nace con el independentismo a cuestas; éste se crea a partir del odio visceral y absurdo de ciertos retrógrados.
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