25.12.06

Give Peace A Chance

Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra. Nochebuena de 1914. Cientos de soldados, pertenecientes a tres destacamentos de distintas nacionalidades, pasarán la noche, alejados de sus familiares y cobijados en sus respectivas trincheras. Escoceses, franceses y alemanes. El frío y la muerte les rodea. Mientras, a muchos quilómetros del horror del campo de batalla, los Estados Mayores celebran la fiesta por todo lo alto. La presencia, entre los soldados, de un tenor y de una soprano, cambiaron la vida y los sentimientos de cuantos estuvieron allí reunidos. Y todo fue gracias a la música, a sus emotivos cánticos.

Basada en una serie de casos reales que tuvieron lugar en distintos frentes de batalla durante la Navidad de 1914 (y que fueron descritos, con todo tipo de detalles, en el libro de Yves Buffetaut Las Batallas de Flandes y de Artois), Feliz Navidad, realizada por el francés Christian Caron, se alza como un hermoso y loable canto al pacifismo y a la hermandad, así como a una ácida y contundente crítica a la absurdidad de las guerras.

Feliz Navidad, siendo una película altamente emotiva, rehuye cualquier tipo de trampa narrativa para no caer en el simple recurso de la lágrima fácil. Al contrario: el film de Caron se mueve por otros derroteros mucho más sinceros ya que, en todo momento, intenta buscar la complicidad del espectador a través de recursos más humanistas para que éste se identifique plenamente con el soldado de a pie; un soldado que, en realidad, no es más que suculenta carnaza servida por los Altos Mandos, en bandeja de plata, al enemigo.

Una Navidad diferente, en donde los fusiles y los cañones dejaron de sonar y en la que las únicas explosiones fueron las provocadas por las múltiples bengalas lanzadas al cielo por los distintos destacamentos allí reunidos. Esa noche, la arma exclusiva fue la música; una arma que unió a tres grupos de hombres que, minutos antes de la Nochebuena, estaban dispuestos a aniquilarse los unos a los otros; una arma que, inevitablemente, puso en estado de alarma a todos aquellos que, en total armonía, celebraban la Pascua con manjares exquisitos y alejados del helado y ensangrentado campo de batalla: los empresarios de la guerra, aquellos que juegan a la estrategia militar amparados en el calor de sus mansiones, y en cuyo tablero, las fichas de la partida han sido cambiadas por personas anónimas; personas sin rostro ni nombre; simples cifras humanas para engordar las ruborizantes estadísticas del número de bajas en combate.

Un trabajo excelente. Sobrio e inteligente. Duro y comprometido. Un título capaz de complementar las intenciones antibelicistas del Stanley Kubrick de Senderos de Gloria. La misma guerra, los mismos mandos neuróticos, la misma incongruencia. Y, al igual que ocurría en una de las últimas escenas de la obra maestra de Kubrick, el canto y la música se convierten en utensilios intelectuales para desbancar el estúpido e ilógico honor militarista; un honor que sólo causa muertes y desolación por donde pisa.

Si se la perdieron en su día y la quieren recuperar, sepan que mañana, día 26 por la noche, se estrena en Canal +. También la pueden conseguir en DVD. Vale la pena.

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