Mi carácter gruñón ha sido el único culpable, en muchos años, de no adornar debidamente mi hogar con lindos motivos navideños. La casa se mostraba fría y vacía. Faltaba el calor de una ornamentación alegre. Es por ello que, en esta ocasión y temeroso de convertirme en una réplica de Mister Scrooge, haya alterado un poco mi modo de vida en estos días de paz y confraternización.
Al no querer verme acosado por los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras, ayer tarde decidí montar un pesebre que alumbrase mi vida en días tan señalados. Un pesebre que, al mismo tiempo, dedico a todos aquellos que visitan por costumbre Spaulding’s blog.
A todos ustedes: ¡Feliz Navidad!. Espero que este belén, construido pensando en mis lectores con todo el cariño del mundo, les acompañe durante todas las fiestas.
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