10.- Sherlock Holmes. Un divertimento sin más. Pura distracción. Una forma distinta, la de Guy Ritchie, de acercarse al mítico detective creado por Conan Doyle, de manera alocada aunque conservando las constantes del personaje y, al mismo tiempo, sin renunciar al estilo sincopado que caracteriza el grueso de su obra. Su argumento es simple, pero al mismo tiempo totalmente efectivo. No aburre, tiene un ritmo endiablado y su tono de comedia funciona a la perfección. A mi gusto, mucho más conseguida que la visión, un tanto pedantilla, que de Holmes ha realizado la BBC en su sobrevaloradísima serie televisiva de 3 episodios. Y es que, para modernizar al detective, no es necesario viajar hasta el presente.
9.- Nacidas Para Sufrir. Uno de los pocos productos nacionales que ha aprobado la temporada con nota alta. Miguel Albadalejo se lo monta de comedia intimista, rural y con un elevadísimo toque femenino. Sensible y divertida, plasma la relación existente y marcada por la soledad entre una anciana y su criada. Adriana Ozores y Petra Martínez están que se salen dando vida a la extraña pareja protagonista. Lástima que en su recta final, a Albadalejo se le vaya un poco la bola y la historia empiece a perder gas. Nadie es perfecto, pero la película tiene su puntito.
8.- Two Lovers. James Gray se aleja del thriller y sale victorioso de un melodrama contundente, plagado de tintes sentimentales y autodestructivos y de sorpresivos guiños a la filmografía de Alfred Hitchcock. Una cinta marcada por la bipolaridad de su personaje masculino (un magnífico Joaquin Phoenix), un tipo con tendencias suicidas que debate su existencia entre el amor por dos mujeres, una morena y una rubia. La femme fatal del cine negro de toda la vida contra la mujer hogareña. No es un thriller, pero por su cerebral tratamiento incluso lo parece. Una lástima que llegara a nuestro país dos años después de su estreno.
7.- Cinco Minutos de Gloria. Una nueva vuelta de tuerca a una de las constantes del cine procedente de Irlanda: el de las convulsas luchas entre católicos y protestantes en el Belfast de hace unas décadas. Narrada en tres actos, Olivier Hirschiegel, su director, afronta una historia en donde el sentido de culpabilidad, el odio y la búsqueda del perdón cobran un fuerte protagonismo. La excusa es un debate televisivo que pretende situar, cara a cara, a un antiguo miembro del Ulster Volunteer Force y al hermano de una de sus víctimas. A un lado, la sobriedad de Liam Neeson; al otro, el flirteo con la sobreactuación de James Nesbitt. El equilibrio perfecto para jugar con los sentimientos contrapuestos de ambos personajes. Si hay que buscarle algún pero, éste se encuentra en su perdonable tono discursivo. Un interesante trabajo que pasó sin pena ni gloria por las salas comerciales. Ahora toca recuperarlo.
6.- La Red Social. Un film elegante y dotado de un guión magnético que va mucho más allá de la historia del nacimiento de Facebbok y de su creador. Un magnífico toma y daca de situaciones y diálogos capaces de envolver una trama en donde los celos, los recelos, el estatus social y el poder, alcanzan un lugar destacado. Un Fincher distinto, alejado de sus habituales alardes técnicos y visuales, capaz de centrarse única y exclusivamente en resaltar el brillante libreto que le ha caído en suerte. Mordaz e ingenioso. Un modo excelente de conjugar, al cien por cien, dirección y escritura, una ecuación que queda perfectamente reflejada en su magistral (e intimista) escena final. La magia del cine sigue funcionando.
5.- An Education. una película pequeña e interesante que logró colarse, por méritos propios, entre las diez nominadas al Oscar. Una historia de amor muy british que, al mismo tiempo, hace un fiel retrato de la Inglaterra de los 60 sin dejar de lado, para nada, la interesante relación creada entre una menor de edad, con ganas de conocer más allá de su cerrado entorno, y un tipo mayor que ella, un tanto sibarita y de gustos relativamente caros. Una apuesta, la de la chica, que la llevará a cambiar los estudios clásicos por otros más vitales y callejeros. Comedia y melodrama, un poco de todo al servicio de un film sencillo aunque perfectamente construido. Amparado en un guión detallista, plagado de contrastes y totalmente creíble, la cinta le debe buena parte de su éxito a la química establecida entre su pareja protagonista (Carey Mulligan y Peter Saarsgaard). Una historia de las de siempre, de las de toda la vida, aunque escrita y realizada con una delicadeza total.
4.- Buried. O la sabiduría de mantener al espectador en tensión a través de una historia mínima. Un desierto en Irak y un tipo en un sobrio ataúd sepultado unos cuantos metros bajo tierra. Oscuridad, miedo y claustrofobia son sus principales parámetros. No hay más. El escenario es único y la habilidad de su montaje es mayúscula. Con cuatro detalles de guión y un par de movimientos de cámara, se transmite fácilmente la ansiedad de su protagonista a la platea. Su minuciosidad descriptiva, su ritmo trepidante y la originalidad de la puesta en escena (exenta de trampas narrativas tipo flash-back), hacen de ella una propuesta singular e irrepetible. Noventa minutos de alto voltaje total. Rodrigo Cortés ya sorprendió con Concursante, pero ahora ha ido aún más lejos.
3.- Toy Story 3. Los responsables de Toy Story se superan a sí mismos. Su derroche de imaginación, la forma de perfilar genialmente a sus personajes y el nervio otorgado a la historia, hacen de ella una entrega tanto o más compacta que sus dos predecesoras. Sus gags no dejan de sorprender: se autohomenajean con gracia y sus no muy abusivos guiños cinéfilos resultan de una sutileza exquisita. Siempre prima la historia antes que el habitual (y cansino) efectismo del 3D, una técnica que hace que muchos olviden la importancia del guión. La diversión y la emoción están aseguradas. No se avergüencen si viéndola sueltan alguna que otra lagrimilla. Imposible evitarlo.
2.- Shutter Island. Años 50, un pequeña isla, un centro psiquiátrico y un par de agentes del FBI investigando la desaparición de uno de los pacientes. Con tales ingredientes, Scorsese construye un thriller contundente; cine negro con todas las de la ley. Un melodrama oscuro y sin concesiones. Varias son las ramificaciones que abarca su guión; un guión plagado de connotaciones psicológicas y en el que nada es lo que parece. La cordura y la locura pueden tenderse la mano, confundirse y darse de patadas. Una función orquestada con una elegancia envidiable. Juega en campo seguro, apoyándose en su actor fetiche (imponente DiCaprio) y moviendo las fichas con total sobriedad. Una película de intriga, con un mucho de perturbaciones mentales, en la que el director de Toro Salvaje se dedica a romper reglas y a dejar lagunas totalmente conscientes en el guión. Una exquisitez.
1.- El Escritor. Un escritor en el anonimato y un ex Primer Ministro británico (en el que es muy fácil adivinar la figura de Tony Blair) son los dos principales focos de atención del realizador de Chinatown. Un supuesto suicidio, peligrosas conspiraciones políticas de alto nivel y el redactado de unas memorias, se convierten en el detonante de una trama tensa y perfectamente plasmada en imágenes. El reencuentro de Roman Polanski con su cine más oscuro y cáustico servido en bandeja de plata Un guión milimétrico -amparado en un sinfín de diálogos brillantes- y una puesta en escena escalofriantemente fantasmagórica, le otorgan un empaque al film que muy pocos productos actuales poseen, rezumando, por todos sus poros, el sabor de ese tipo de cine que por desgracia ya no se estila. La conspiración y la conspiranoia. El miedo y el valor. Las guerras y los políticos. El crimen y la falsedad. Muchas son las lecturas que ofrece Polanski en un film astuto y capaz de disparar dardos envenenados al corazón de un país que se la tiene jurada. Sencillamente toda una maravilla.
Y, en el próximo post, lo peor del 2010.
Que tengan un feliz 2011.