No es de extrañar que tras un guión tan preciso se esconda el nombre de Aaron Sorkin, el mismo que escribiera la mayor parte de libretos de una de las series más prestigiosas de los últimos años: El Ala Oeste de la Casa Blanca. La mordacidad y el ingenio que destilaba la citada serie se han trasladado a los ambientes universitarios por los que transcurre gran parte del metraje de La Red Social.
Facebook y su creador, en el fondo, son lo de menos. Lo importante es el modo de acercarse a ellos: su ritmo, su sentido del humor y la sobria puesta en escena de un Fincher distinto, alejado de sus habituales alardes técnicos y visuales, para centrarse en resaltar el brillante guión que le ha caído en suerte. Un modo excelente de conjugar, al cien por cien, dirección y escritura, una ecuación que queda perfectamente reflejada en su magistral (e intimista) escena final. La magia del cine sigue funcionando.
Otorgarle el papel protagonista a Jesse Eisenberg es tan sólo uno más de los numerosos aciertos de la cintal. El actor, con su controlada interpretación, moldea de forma exquisita el extraño carácter de Mark Zuckerberg, el padre de Facebook, un joven que pretende salir del anonimato para recibir a toda costa un sonado reconocimiento social.
A no perderse el cínico detalle de contar con un efectivo Justin Timberlake para dar vida a Sean Parker, el principal responsable del extinguido Napster. Tiene su coña marinera el meter a un cantante en la piel del personaje que dio el pistoletazo de salida a las descargas musicales ilegales en Internet.
No les dé pereza y denle una oportunidad. Un Fincher a otro nivel pero, a mi gusto, totalmente inspirado y en mucha mejor forma que en El Curioso Caso de Benjamin Button. Casi, casi, a la misma altura que Zodiac.
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