Basada en las memorias de la periodista Lynn Barber, se trata de una historia de amor muy british que, al mismo tiempo, hace un fiel retrato de la Inglaterra de los 60 sin dejar de lado, para nada, la interesante relación creada entre una menor de edad, con ganas de conocer más allá de su cerrado entorno, y un tipo mayor que ella, un tanto sibarita y de gustos relativamente caros. Una apuesta, la de la chica, que la llevará a cambiar los estudios clásicos por otros de mucho más vitales y callejeros.
Comedia y melodrama, un poco de todo al servicio de un film sencillo aunque perfectamente construido. Amparado en un guión detallista, plagado de contrastes y totalmente creíble, An Education le debe buena parte de su éxito a la química establecida entre su pareja protagonista. Por un lado, la corrección interpretativa de un Peter Saarsgaard que cada día recuerda más a la figura de Jack Lemmon y, por el otro, el gran descubrimiento cinematográfico del año, la ternura perversa y encantadora de la joven Carey Mulligan, una de las candidatas al Oscar a mejor actriz protagonista.
Una historia de las de siempre, de las de toda la vida, aunque escrita y realizada con una delicadez exquisita. Acérquense suavemente a An Education y déjense llevar por la candidez y las ganas de abrirse al mundo de la Jenny protagonista, esa Carey Mulligan a la que algunos ya han bautizado (de modo muy exagerado) como la nueva Audrey Hepburn.
Atención, ante todo, a los padres de la joven Jenny. Su manera de afrontar la nueva relación de su hija no tiene desperdicio. Igualitos que las Cajas de Ahorro que, sin pudor alguno, aún siguen afirmando que “son el interés más desinteresado”.
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