18.11.05

Sólo se trata de una cuestión de respeto...

Ayer fui, como muchos días, a los Yelmo Cineplex Icaria de Barcelona. Se trata de un complejo cinematográfico, con 15 pantallas, situado en la Villa Olímpica de la ciudad, al lado mismo del mar. Es muy loable la intención de los responsables de esos cines ya que, en todas sus salas, se exhiben las películas en versión original subtitulada Y eso siempre es muy de agradecer por todos aquellos que amamos el Séptimo Arte.

El problema estriba en que, por ejemplo, durante el pase de El Jardinero Fiel, como espectador, me sentí timado. Es más, vilipendiado. Y es que es una vergüenza que, en el caso de un film de estreno como éste, se proyecte una copia casi tercermundista: totalmente rayada y con su banda sonora llena de molestos ruiditos. Ni el peor de los cines de barrio de antaño se veían copias en ese estado.

Al público se le debe un respeto. Y mucho más cuando paga un dinero para ver una película en perfectas condiciones, tanto sonoras como visuales. Y es que, precisamente, en los Yelmo pocas veces han tenido esa consideración. Cuando no se trata de una copia defectuosa como la de ayer, acostumbran a proyectar la mayoría de sus películas exageradamente desenfocadas.

No me extraña que, al final, muchos opten por no ir al cine y esperen a bajarse según que títulos a través de la Mula o a alquilar el DVD, unos meses después, en el vídeo-club de la esquina.

A veces, quienes más maltratan el cine son los que deberían tenerle mucho más respeto y cariño. Y, de manera curiosa, después son los mismos que se quejan de la poca afluencia de público en algunas de sus salas.
Ellos solitos se lo buscan. Repito: una vergüenza.

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