One Day era una de esas películas que a priori no me tentaban en absoluto. La estaba dejando escapar de cartelera y, por suerte, la he podido recuperar. Digo por suerte ya que, esta adaptación cinematográfica del best seller de David Nicholls Siempre el Mismo Día, se trata de un trabajo distinto, perfectamente acabado y con dos actuaciones soberbias, la de un Jim Sturgess más maduro que en otras ocasiones y la de una Anne Hathaway en alza quien, a pesar de forzar en exceso su acento para ponerse en la piel de una chica muy british, logra sacar adelante con nota alta su papel; un complejo rol que complemente a la perfección a la de su sorpresiva y modélica interpretación de una joven aquejada de Parkinson en la admirable Amor y Otras Drogas.
Vendida de forma engañosa como si se tratara de una comedia sentimental al uso, One Day es, en realidad, un melodrama amargo y triste escrito para el cine por el propio David Nicholls. Estructurado de manera poco convencional y demostrando un dominio total de la elipsis narrativa por parte de su directora, la danesa Lore Scherfig (la misma de la también interesante An Education), la cinta muestra la historia de amor que nace entre dos amigos a lo largo de dos décadas. Él es Dexter, un muchacho algo alocado, poco juicioso y con pretensiones de triunfador; ella es Emma, una chica idealista, de clase trabajadora y que sueña con mejorar el mundo.
La cinta se inicia un 15 de julio de 1988, justo la noche de graduación universitaria de ambos y durante la cual entablaron contacto por vez primera. Y, a partir de este punto, la película tirará de la elipsis para repasar, año tras año y siempre en la misma fecha (ese 15 de julio iniciático), la vida de los dos personajes durante veinte años. Encuentros, desencuentros, frustraciones y emociones, siempre en busca de la felicidad y de la posibilidad de encauzar su amor para siempre. Una mirada agridulce -en ocasiones fría y distante, y en otras cálida y conmovedora- a la existencia de dos seres humanos a través de sus contradicciones y debilidades más evidentes.
One Day empieza de forma un tanto dicharachera, como si se tratara de una nueva revisión de Cuando Harry Encontró a Sally, aunque pronto, casi al año siguiente, abandona su tono de comedia para entrar de lleno en el terreno del melodrama; un melodrama de tintes trágicos amparado en la originalidad y ternura de su tratamiento. Una sensibilidad que, por cierto, los detractores del film tildarán de cursilería. Y ello, como todo, es cuestión del color del cristal con que se mire.
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