17.11.11

Las que tienen que servir

De la mano de Tate Taylor llega Criadas y Señoras, una película muy de la época Obama que supone un fuerte alegato en favor de la integridad racial. Ambientada en la Norteamérica de los años 60 en Jackson, una pequeña localidad del estado de Mississippi, en ella se da un repaso a las tensas relaciones existentes entre las criadas de color y las señoras que estaban a su mando; una relación que no distaba mucho del esclavismo.

Narrada entre el melodrama y la comedia y dotada de una sustancial dirección artística pareja a la de la televisiva y encomiable Mad Men, la cinta se centra en la figura de Skeeter, una joven blanca, progresista y contraria a la xenofobia, que tras regresar de la Universidad a su ciudad natal, Jackson, opta por iniciar su prometedora carrera como escritora con un libro que retrate varias de las desagradables historias que marcaron la vida de muchas de las mujeres negras que trabajaban al servicio de influyentes familias sureñas del lugar. Para ello, ni corta ni perezosa, empezará una serie de entrevistas con algunas de las víctimas para luego plasmarlas, en forma de relatos, en su tratado.

Criadas y Señoras es una cinta antiracial y claramente femenina, ya que la presencia del hombre es puramente anecdótica. Ante todo se centra en dos sirvientas afroamericanas y sus encuentros con la escritora para narrarles sus experiencias, resaltando siempre la prepotencia y despotismo -excepciones a parte- con las que eran tratadas por sus patronas. En definitiva, un claro vehículo de lucimiento para un montón de buenas actrices, todas ellas muy comedidas y de entre las que cabe destacar la brillantez con la que Emma Stone afronta el papel de Skeeter y la fuerza con la cual Viola Davis da vida a Aibileen, la primera asistenta que abre sus sentimientos y recuerdos a la difícil petición de la incipiente literata.

A resaltar, por su positivismo, los personajes de la citada Skeeter (quien en su niñez fue criada por la mujer de color que asistía en su domicilio) y de Celia Foote (excelente y divertida Jessica Chastain), una mujer blanca, un tanto corta de entendederas y de muy buen corazón, que contrata a una doméstica de color con la que procede de forma cariñosa. Por el contrario, siguiendo en el lado blanco y como chivo expiatorio de la función, se aposenta la malvada figura de Hilly Holbrook, una tiparraca sin escrúpulos, manipuladora y racista hasta los topes a la que Bryce Dallas Howard interpreta de modo extremo, caricaturesco y con ciertos ramalazos a lo Cruella de Vil.

Quizás su tratamiento, un tanto jocoso por momentos y demasiado dulzón y (truculentamente) emotivo en otros, no sea el más adecuado para un film que se aproxima con desparpajo a un tema tan duro, aunque, en definitiva, se trate del más apropiado para llegar a un público más amplio. Y eso es lo que se supone pretendía su director.

Por cierto: atención a Sissy Spaceck haciendo de abuelita. No tiene desperdicio.

No hay comentarios: