Julio Medem regresa a las pantallas pero, en esta ocasión, en funciones de productor y a través de dos documentales de temáticas paralelas. Dos trabajos muy sensibles y humanos que marcan, cada uno en su estilo, un par de realidades sociales de las que generalmente se pretende olvidar su existencia: el síndrome de Down y la esquizofrenia.
¿Qué Tienes Debajo del Sombrero?, realizado al alimón por Lola Barrera e Iñaki Peñafiel, muestra el caso real de Judith, una mujer de 62 años, sordomuda y afectada por el síndrome de Down que, tras haber estado aislada y en pésimas condiciones durante 26 años en un psiquiátrico, volvió a tener contacto con el mundo exterior cuando, tras unas gestiones de su propia hermana, pudo regresar al lado de sus familiares y acudir a diario al Creative Growth Art Center de California, un centro destinado a enseñar manualidades a discapacitados. Allí empezó a hacerse famosa debido a sus extrañas y ahora cotizadas esculturas, realizadas con materiales de todo tipo.
La ternura y el humanismo son las armas que utiliza la cámara de los cineastas para acercarse a la figura de Judith, una mujer que, aislada en su propio mundo, creó un sinfín de esculturas enigmáticas y surrealistas; aquello que los más cultivados han bautizado como el arte outsider. La tierna forma de acercarse a la enfermedad y de analizar las reacciones emotivas de Judith, es lo mejor de un film tras el que se esconde cierto aire de esnobismo. El querer reivindicar, a toda costa, los inverosímiles objetos nacidos del trabajo de esa mujer (la mayoría de ellos, una masa ingente de objetos apilados sin sentido y en forma de shawarma) y considerarlos como verdaderas obras maestras, me parece tan falso y ampuloso como defender, a capa y espada, el ya denostado arte abstracto.
Personalmente, me parece mucho más interesante y honrado Uno Por Ciento, Esquizofrenia, dirigido por Ione Hernández y en el que Medem, aparte de productor, ha ejercido como montador. La película, siguiendo en parte el esquema utilizado en la interesante y valiente La Pelota Vasca, está compuesta por numerosas entrevistas, en las que el rostro del entrevistado y sus palabras son las únicas referencias visuales y auditivas para el espectador. De este modo, psiquiatras, psicólogos, enfermos de esquizofrenia, familiares de afectados y todo tipo de profesionales de la sanidad, exponen su parecer sobre uno de los males psíquicos que más han aumentado en una sociedad tan estresante como la actual.
La película es fría y concisa, aparte de clarificadora. La guerra ideológica y de posición entre psiquiatras y psicólogos queda patente, así como la simpatía de los verdaderos afectados por el trato asignado hacia ellos por los segundos. Un título rodado sin trampa ni cartón que, por vez primera y de manera honesta, intenta acercar al ciudadano de a pie al laberíntico misterio de la esquizofrenia, una enfermedad mental de la que la medicina, por ahora, aún no ha encontrado una solución viable.
Ambos documentales, a pesar de su rigurosidad y seriedad en sus respectivas intenciones (y a pesar de ese tono falsamente snob del primero), no han podido ser peor estrenados en nuestro país. Dos únicas copias de cada uno de los films se exhiben en España, y ello gracias al interés demostrado por la buena gente que gestiona los cines Verdi. Sólo Barcelona y Madrid podrán disfrutar de su visión. No me gustaría pensar que esa es la manera de pasarle factura a Julio Medem por haber tenido la valentía de realizar una película tan sobria como La Pelota Vasca. El mundo de la exhibición cinematográfica, a veces, es ciertamente sorprendente.
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