18.4.06

La Mona

Ayer, como cada lunes de Pascua, Catalunya celebró el Día de la Mona. No vayan ustedes a pensar que se trata de una jornada dedicada a los simios de este extraño planeta que habitamos. La Mona, en realidad, es un pastel (generalmente de chocolate), adornado con motivos de actualidad o infantiles, que suele ofrecer el padrino a sus ahijados. Pura tradición familiar. El día más celebrado del año por los golosos de solemnidad.

Debido a que hace tiempo que nadie me regala la Mona, ayer decidí pensar en otra mona: una de las de toda la vida, más real y casi imperecedera. O al menos, tras cumplir 74 años hace muy poco días, esa es la impresión que da la genuina mona Chita.

Fresca como una rosa, guerrera como en los tiempos en que sentía celos de Jane por esos arrumacos que le daba a su Tarzán, la semana pasada recibió un galardón de manos de Antonio Trashorras, el director del Festival Internacional de Cinema de Comedia de Peñíscola. Un premio honorífico en reconocimiento a los gags que la estrella simiesca aportó al mundo de la comedia cinematográfica.

Hasta hace cuatro días, Chita fumaba algún que otro cigarrillo y tomaba una copa diaria de güisqui. Seguro que en esos pequeños detalles se esconde el secreto de su eterna juventud. Ahora ni fuma ni bebe; mal asunto.

Ayer, me armé de valor y la llamé por teléfono para felicitarle por su merecido galardón:

- Felicidades, Chita – le espeté al descolgar ella el teléfono.

Un silencio sepulcral al otro lado de la línea. Sólo oí un respirar entrecortado y débil.

- Chita, soy Spaulding. I am Spaulding

El corazón me dio un vuelco, pues esa mona, privada de su nicotina y de su ración diaria de alcohol, a sus 74 años (que, para un simio, es decir muchos años), lanzó un profundo mensaje que debería quedar grabado en la memoria de todos ustedes. Tomen nota del mismo:

- ¡¡¡¡¡uuuuuuhhhhh!!! ¡¡¡uhhhhhh!!! ¡¡¡uuuuuuh!!!...... ¡uh! ¡uh! ¡ungh!

¡Que sabia es Chita!

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