Hay directores, como Lasse Hallström, que se desenvuelven como pez en el agua con cierto tipo de cine intimista. No necesitan muchos giros ni demasiadas sorpresas en sus películas; ni siquiera se ven obligados a contar muchas cosas en ellas. Tal y como ocurre en su penúltimo film estrenado, Una Vida Por Delante, en donde la fuerza de éste se apoya en el dibujo y las interpretaciones de sus personajes protagonistas.
Trabajar con dos tipos de la envergadura de Robert Redford y Morgan Freeman tiene trampa: en un principio, a eso se le llama jugar con ventaja, pues difícilmente gente de ese carisma pueda ofrecer una mala interpretación. Los dos están para sacarse el sombrero. Redford, por primera vez en su carrera, acepta por fin ser mayor ante la cámara, mientras que Freeman repite uno de sus roles habituales, el del buen y fiel amigo que ha acabado convirtiéndose en una especie de Pepito Grillo particular para sus más íntimos. Ellos en la película son, respectivamente, Einar Gilkyson y Mitch Bradley, dos cowboys solitarios y ya mayores que viven en la misma finca. El primero, mientras cuida su ganado, llora en silencio la muerte accidental de su hijo; su amargura lo ha convertido en un cascarrabias de tomo y lomo. El segundo vive postrado en cama tras haber sido atacado por un oso, necesitando de los cuidados de Einer para realizar sus tareas diarias más básicas. La llegada al lugar de la nuera de Einer, Jean, huyendo de un hombre que la maltrata y acompañada por su hija, romperá el universo hermético de los dos vaqueros. Los reproches entre la joven y su suegro y la presencia del oso encerrado en el minúsculo y cutrón zoológico de la población, serán los engranajes sobre los que se desplace el producto.
Contra todo pronóstico, la presencia en la cinta de Jennifer Lopez (encarnando a Jean) no desentona en absoluto al lado de dos monstruos como Redford y Freeman. La mujer no llega a estar a la altura de éstos, aunque mantiene un nivel muy elevado en su trabajo, saliendo incluso airosa en los numerosos duelos interpretativos que mantiene, cara a cara, con el protagonista de Memorias de África. Nunca lo iguala, pero siempre muestra una corrección sorprendente. Y más viniendo de una actriz tan cuestionada como ella.
Una Vida Por Delante es un film sencillo, sin pretensiones ni estridencias. No destaca por su originalidad, aunque sí por la personalidad que le otorga su realizador, pues éste se mantiene fiel a su estilo habitual. Da más relevancia a la detallada y minuciosa descripción de sus personajes que a la mínima excusa argumental que los envuelve; unos seres quemados, con muy pocas esperanzas e ilusiones para continuar luchando que, marcados muy de cerca por la tragedia, se necesitan los unos a los otros para seguir al pie del cañón. Y, al igual que en muchos de sus títulos, el director sueco sabe rehuir cualquier tipo de melaza en una emotiva trama bañada de sentimientos. Jamás cae en el error de buscar la lágrima fácil, conformándose tan sólo con exponer unos hechos muy concretos.
Una historia agradable, de las de siempre, pero con mucho gancho, con personajes entrañables, desbordante en emociones y dotada de un particular sentido del humor. Un precioso canto a la amistad. Sólo por la atípica relación que mantienen Redford y Freeman vale la pena darle un vistazo.
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